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La soledad de José Mourinho

El entrenador, admirado aunque no siempre tan querido, se enfrenta después de un año fuera de la competición futbolística, al escrutinio de los tabloides por sus avatares amorosos

Mourinho, en una calle de Londres a finales de agosto.
Mourinho, en una calle de Londres a finales de agosto.GETTY
Rafa de Miguel
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“Ya que entonces no puedo convertirme en amante, para entretener estos amables días, elijo convertirme en un villano y odiar los perezosos placeres de este tiempo”, se conjura el malvado Gloucester al comienzo del Ricardo III de Shakespeare. En su particular invierno del descontento, José Mourinho (Setúbal, Portugal, 56 años), se ve obligado a lidiar más con presuntas “amantes” y “perezosos placeres” que con disputas o retos profesionales. “Mi reino por un club”, podría parafrasear estos días el portugués al personaje dramático.

En dique seco durante casi un año, después de salir de malas maneras del Manchester United, Mourinho ha estado estos días en los medios más por su vida sentimental que por sus logros como entrenador. Muchos fueron los que se percataron el pasado fin de semana, cuando comentó para Sky Sports el enfrentamiento entre el Liverpool y el Manchester City, de que el entrenador no llevaba su anillo de casado. Tampoco su reloj Hublot, por cierto, marca de la que es embajador mundial. Y volvieron a surgir los rumores sobre el fin de tres décadas de matrimonio ejemplar con Matilde Faria (54 años), con dos hijos, Matilde y José. “No hay ningún problema, todo está bien. José se despertó muy pronto el domingo para salir hacia Liverpool y se olvidó el reloj y el anillo. Fue un descuido sin importancia”, explicó a los medios británicos un representante de Mourinho.

No es la primera vez que los tabloides del Reino Unido husmean en su vida privada. El pasado diciembre, The Sun reveló que mantenía desde hacía mucho tiempo una relación íntima con una joven inglesa 14 años menor que él, Prue Carter Robinson. Se habían conocido durante la época en la que estuvo al frente del Real Madrid, y el diario rastreó en las redes sociales hasta dar con las fotos que, según ellos, confirmarían el adulterio. No contentos con su hallazgo, husmearon en la hemeroteca hasta dar con declaraciones de Mourinho de lealtad y devoción a su esposa, a la que conoció en Portugal cuando él tenía 17 años y ella 15. “El secreto de todo está en el amor. Si tienes éxito en tu trabajo, se debe en gran parte a que estás enamorado de lo que haces. Y si tienes una familia perfecta es porque os amáis el uno al otro. El amor es la base de todo”, había dicho en cierta ocasión el entrenador. Como si esas declaraciones fueran las pistola humeante que probaba un pretendido delito.

La prensa británica cree oler debilidad en un Mourinho que, a pesar del dinero, reconocimiento, prestigio y éxito (Sky Sports no pone a cualquiera a comentar en su pantalla) se siente como un animal enjaulado. Casi enternecía ver cómo se le saltaban las lágrimas el pasado agosto, durante una entrevista con la italiana Gazzetta dello Sport. “Cuando entré en el mundo del fútbol profesional fue cuando por fin sonó aquel 'click'. A partir de entonces ya todo fue en serio y no paré nunca. Ahora que he parado y debería estar disfrutando, no puedo. Lo echo mucho de menos”, decía mientras se restregaba los ojos llorosos.

Mourinho, el lunes por un calle de Londres.
Mourinho, el lunes por un calle de Londres.GTRES

Su familia decidió quedarse en Londres, y él vivió solitario en un hotel durante su tiempo al frente del Manchester United. Se rumorearon otros amores secretos, pero la prensa no se cebó especialmente con un entrenador al que los aficionados ingleses adoraban. Es ahora, cuando huelen a debilidad, que parece haberse abierto la veda. Aunque nadie se atrevería a dar por concluida la trayectoria de un entrenador que ha descubierto en el Reino Unido su entorno natural, y que, a pesar de los días turbulentos de su salida del Manchester (Un Community Shield, una copa de Premiere League y otra de la UEFA), sigue contando con una admiración aún mayor —otra cosa es el cariño— que la que dejó tras su paso por Milán, al frente del Inter.

El joven portugués que, en 2004, logró despertar la curiosidad y el interés de prensa y aficionados británicos con aquel “I seek I am the special one” (Busco ser el más especial) de gramática incorrecta pero de sonoridad rotunda, se convirtió, al cabo del tiempo —como le había ocurrido en ocasiones anteriores— en el entrenador huraño, insolente y a la defensiva que no acababa de entender cómo todo se la había vuelto a ir de las manos.

Los rumores sobre su próximo destino no cesan, y vienen acompañados de la consiguiente polémica. The Times ha asegurado que el Arsenal F. C. ha puesto los ojos en el portugués, y querría que fuera el reemplazo del vasco Unai Emery. Se ha vuelto a hablar del Real Madrid, y de otros clubes. Sus defensores creen que el tiempo en barbecho le ha ayudado a reflexionar, a recomponer sus objetivos y pensamiento. El fútbol inglés ya no admite sin más a los entrenadores para los que el único objetivo es ganar y que levantan en sus equipos una estrategia defensiva firme. Los aficionados se han acostumbrado a un juego en el que se buscan constantemente los espacios de ataque.

Hubo un tiempo en que el dedo de Mourinho también fue protagonista, pero por su insolencia —como cuando se lo metió en el ojo al tristemente fallecido Tito Vilanova— o por la autoridad con las que transmitía sus órdenes. Nunca imaginó que sería objeto de atención por no llevar el anillo de casado, y que por primera vez en muchos años buscara la reclusión y prefiriera que los medios no hablaran de él, aunque fuera bien.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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