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Tecnología para usar más el bus y el metro

La utilización de los datos y un sistema integrado de acceso a todos los medios públicos son clave para competir con el coche

La planificación de las redes de transporte sigue, en algunos casos, anclada en el siglo pasado
La planificación de las redes de transporte sigue, en algunos casos, anclada en el siglo pasadoEduardo Parra (Getty Images)
Thiago Ferrer Morini

Una gran área metropolitana es un espacio donde se mueven millones de personas (y vehículos) todos los días, las 24 horas del día. Es una complejidad que, desde hace décadas, obliga a las autoridades a recurrir a los ordenadores para encontrar soluciones. "La digitalización no es un fenómeno nuevo", explica un informe de la Unión Internacional del Transporte Público (UITP). Y lo que ya era complicado se está volviendo aún más gracias a la entrada en el mercado de nuevas formas de movilidad (desde bicicletas eléctricas hasta patinetes de alquiler) que, aunque minoritarias, viven un crecimiento tal que obligan a replantearse el reparto del espacio en las calles, que hoy comparten vehículos de transporte público y privado, de carga y pasajeros, así como el tráfico de peatones. La entrada en circulación de los vehículos compartidos —una tecnología que, según la consultora KPMG, llegará a su madurez a lo largo de la próxima década— no va a hacer sino acelerar el proceso.

Afortunadamente, la tecnología también ha traído otras herramientas. "Tenemos un montón de datos", considera Roni Floman, director de marketing de Optibus. "Desde móviles hasta servicios de movilidad, pasando por sistemas de emisión de billetes, aplicaciones y más. Y con eso, gracias a la inteligencia artificial, podemos planificar servicios dinámicos que pueden atender a la gente en una ciudad de la mejor forma posible combinando varios modos".

No es tan sencillo. El peso del transporte personal en el mix (según un estudio de 2017, el 62% de los desplazamientos al trabajo o al lugar de estudio se hacen en vehículo privado), sumado al componente de estatus que sigue suponiendo el coche, obliga a seguir teniéndolo en consideración a la hora de diseñar redes y espacios. "El término planificación parte de que los poderes públicos tienen un control sobre el transporte", apunta José Manuel Vassallo, catedrático del Departamento de Ingeniería del Transporte, Territorio y Urbanismo de la Universidad Politécnica de Madrid. "El control lo tienen realmente sobre el funcionamiento del transporte público y sobre los incentivos a viajar". "La disrupción y el ritmo del cambio también generan miedos y resistencias que ponen en duda nuestra habilidad de aprovechar esta transición hacia un futuro mejor", considera González.

Sobre todo, porque el futuro puede no tener límites, pero las vías públicas sí. "La pregunta es cómo usar el espacio limitado en las calles de la mejor manera posible", considera Floman. "La respuesta es el autobús u otros medios de transporte colectivo: es lo que mueve más gente por hora. Punto. Hay que proteger el transporte público y sólo entonces pensar en tecnologías inteligentes que lo combinen con otras formas de transporte —coche compartido, ciclomotores, VTC— para el primer y último kilómetro de un viaje".

"En Optibus, una startup israelí cuyos productos utilizan algoritmos y aprendizaje automatizado (machine learning) para diseñar horarios de autobuses, lo conocen de primera mano. "Diseñar el transporte es muy complejo", señala Floman. "Nosotros ya sabemos en nuestra empresa que planificar un servicio de autobuses es muy difícil y proveer un mejor servicio a menor coste requiere inteligencia artificial y algoritmos. Juntarlo todo necesita aún más tecnología".

Globalvia, líder mundial en la gestión de concesiones de infraestructura y responsable de varias redes de metro y tranvía en España, ha incluido todas sus ideas innovadoras (en España, Portugal y Chile) bajo el paraguas de la iniciativa Innglovation. "Las iniciativas que están surgiendo en este proyecto nos permitirán aportar nuevas soluciones de movilidad en un contexto cambiante que nos ofrece numerosas oportunidades para hacer la vida de nuestros usuarios más fácil y cómoda", apunta Fernando Vallejo, su director de IT, Innovación y Transformación Digital.

Eduardo Quiñones es el coordinador de un proyecto del Barcelona Supercomputing Center que, con la ayuda de la Unión Europea, está ayudando a la planificación del transporte colectivo en dos ciudades italianas: Verona y Florencia. "Seguramente el primer vehículo donde se va a aplicar la conducción autónoma sea el tranvía", considera Quiñones. "Porque hay unos carriles bien definidos y el vehículo solo avanza y para. Un carril bus es más complicado porque se te puede meter una moto o un ciclista".

Esto requiere una inmensa cantidad de datos: no solo captarlos, sino también moverlos y, sobre todo, en tiempo real. "Los tiempos de respuesta tienen que estar garantizados", considera Quiñones, "sobre todo cuando incorporamos a la ecuación coches sin conductor y vehículos inteligentes". La puesta en marcha de la tecnología 5G reducirá la latencia, pero no es suficiente. La solución es la llamada computación en la niebla: "Si la nube es la externalización de la computación, la niebla es cuando acercas la nube a la superficie de la tierra, con capacidad de proceso en la calle, donde se necesita", explica.

Oportunidad de oro

La revolución en los medios de transporte es una oportunidad de oro para llevar a cabo la modernización de las redes de transporte público, que en muchos casos mantienen rutas que datan de hace décadas. En Madrid, la línea 61 de la Empresa Municipal de Transportes sigue recorriendo la misma ruta de un tranvía desactivado en los años sesenta del siglo pasado. "La tecnología y la innovación deberían verse como una oportunidad para convertir los sistemas de movilidad urbana más disfuncionales para que sirvan mejor a los objetivos sociales y políticos", considera Dionisio González, director de promoción de la UITP.

¿Cómo se hace esto? "Las autoridades de transporte público necesitan innovar para seguir siendo relevantes para los viajeros", sigue apuntando González. "No hay motivo para seguir ofreciendo transporte de la misma manera que antes. Ese es nuestro primer principio; también tenemos que cultivar la innovación, desarrollar modelos de negocio sostenible (porque hay muchos nuevos actores, pero nada hace pensar que vayan a sobrevivir a largo plazo) y vigilar y evaluar los potenciales impactos".

La tecnología no solo es importante para gestionar las redes, sino para facilitar la vida del usuario. "La tendencia es que acaben existiendo grandes comercializadores de movilidad", considera Vassallo. "No tiene sentido que un usuario tenga que estar sacándose 40 billetes distintos y usar otras tantas aplicaciones. Google te ofrecerá la integración del coche compartido, el ferrocarril, el avión y el patinete, y a la vez negociará con los operadores. Y estos se van a resistir porque no quieren perder el poder que les da el tratar directamente con el cliente".

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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