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Las buenas acciones dan fruto hasta en las menores escalas

Los beneficios que aportan las políticas de RSC atraen el interés de las compañías de tamaño medio

Miguel Ezquiaga
Thomas Barwick (Getty Images)

Resulta una mueca burlona de la historia que el economista Howard Bowen, autor de La responsabilidad social empresarial (1953), fuera defenestrado de su cátedra en la Universidad de Illinois, acusado de socialista. Hoy sus ideas de vanguardia, lejos de considerarse contrarias al mercado, laten con fuerza en el espíritu de la ONU, cuyas iniciativas promueven el papel de las compañías en los logros sociales y medioambientales, a través del llamado Pacto Mundial.

El organismo internacional define la responsabilidad social corporativa (RSC) como "una forma de dirección basada en la gestión de los impactos que la misma actividad empresarial genera sobre la sociedad civil". Esta clase de gobernanza no tiene en cuenta, en exclusiva, los beneficios financieros, sino que cultiva valores inmateriales, como el prestigio o la utilidad. En todo caso, la RSC no debe confundirse con la acción social. No se trata de mecenazgo, patrocinio ni donaciones, sino de políticas concretas dentro del campo del negocio o del ámbito de aplicación empresarial. Las compañías del futuro tienen la capacidad de contribuir al desarrollo económico, pero también al crecimiento social y a la protección de su entorno.

En los años cincuenta, la RSC pertenecía al terreno del altruismo y la caridad, pero tras la crisis de los setenta dejó de concebirse el Estado como único administrador del gasto social y responsable de la contención de las desigualdades. De este modo, se asienta como axioma que todos los actores deben contribuir al bienestar y la calidad de vida, incluyendo las empresas. Esta perspectiva ha calado en grandes firmas y ahora alcanza a las pymes.

Estas empresas han comenzado a abandonar el papel mantenido hasta el momento como elemento exterior al cuerpo social, integrándose en su entorno, explican desde el Instituto de Formación Empresarial de la Cámara de Madrid: "Las empresas son conscientes de que más allá de los intereses puramente económicos o de estricta producción, tienen otras responsabilidades. Es en este contexto en el que surgen las preocupaciones por el medio ambiente, la prevención de la salud del trabajador y el aseguramiento de la calidad para el cliente. Además, algunos propietarios comienzan a ver la necesidad de incluir, en lo que hasta ahora eran simples balances económicos o financieros, otras variables que sirvan para dar a conocer las aportaciones de sus empresas".

De igual modo que la exigencia del consumidor es cada vez mayor, lo es también la competencia. Que los consumidores elijan un producto u otro es cada vez una dinámica más compleja, relacionada con elementos de percepción, como la imagen de marca. Por ello es necesario diferenciarse: las empresas son cada vez más conscientes de la necesidad de incorporar la sensibilidad social a su estrategia de negocio. En este sentido, la adopción de criterios de RSC implica la formalización de políticas y sistemas de gestión específicos que sean apreciables.

Ámbito internacional

La Comisión Europea ha subrayado la relevancia estratégica de colocar a la pyme en el centro de todas sus actuaciones con el fin de catapultarlas a la vanguardia de la responsabilidad y la innovación. La pyme es un puntal del desarrollo económico y social de la Unión Europea. El último estudio publicado por la Comisión a este respecto —realizado sobre una muestra de casi 8.000 compañías enclavadas en la UE— indica que la mitad de las pymes europeas están implicadas en actividades socialmente responsables. Este compromiso es directamente proporcional a su tamaño: las más involucradas son las medianas (de entre 50 y 249 trabajadores), mientras que las micro (de entre 1 y 9) están menos concienciadas.

El área geográfica también resultó determinante para la asunción de políticas RSC. Los países del norte de Europa las llevan a cabo en mayor medida. En Finlandia, por ejemplo, lo hace el 83% de las pymes, mientras que en Francia solo el 32%. Los países del sur, como España, Italia y Grecia, están a la cola. Durante la crisis económica derivada de la caída de las cotizaciones bursátiles mundiales, esta clase de actuaciones disminuyeron, pero no han dejado de mejorar desde 2014.

En España existen numerosos ejemplos exitosos de RSC en el ámbito de las pymes. Es el caso de Telice, una compañía que trabaja en la realización de contratos de obras y servicios para Administraciones públicas, además de empresas constructoras y de tecnología. La firma, que ha llevado a cabo recientemente la instalación y el mantenimiento de 80 kilómetros de red electrificada de Adif, promueve Fab Lab León, un laboratorio de fabricación digital que proporciona el acceso a medios modernos de invención. Esta apuesta fue cosa de Cesáreo González, consejero delegado: "Ya llevábamos a cabo procedimientos de responsabilidad corporativa en relación con la calidad del servicio o el respeto medioambiental, pero nos faltaba la pata de un impacto social que recogiera el espíritu de nuestra actividad".

Repasando la prensa salmón, González se topó con la reseña de otro espacio colaborativo tecnológico, enclavado en Estados Unidos y también conectado con la ingeniería. Así decidió aplicar a su empresa la experiencia, que echó a andar en 2011 con varios cursos gratuitos de impresión en 3D. En los últimos años, el laboratorio ha promovido diferentes iniciativas relacionadas con la fabricación digital para jóvenes en situación de vulnerabilidad social. "Queremos fomentar el emprendimiento y el acceso a la ciencia de todas las capas de la sociedad. A la vez, a Telice nos sirve para ampliar el capital relacional de la empresa, atrayéndonos el talento local".

El hospital Plató de Barcelona acaba de obtener la calificación SGE21, una marca que certifica en toda Europa los sistemas de gestión ética y socialmente responsable. La institución cuenta con una comisión anticorrupción y otra de responsabilidad social. Además, integra la ecología en su actividad corporativa. Este contrato se plasma en acciones que ayudan a reducir el impacto ambiental de la actividad hospitalaria: desde 2012 han encargado estudios de eficiencia energética, cuyos resultados dieron lugar a modificaciones en la iluminación y a reformas en el sistema de aislamiento, calefacción y refrigeración. Todas las actividades relacionadas con los compromisos sociales adquiridos del hospital pueden descargarse de su portal digital en sendos dosieres, que detallan, por ejemplo, la disminución del uso del papel en volantes e impresión de historiales o la inversión realizada en tecnología limpia.

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Sobre la firma

Miguel Ezquiaga
Es redactor en la mesa web de EL PAÍS. Antes pasó por Cultura, la unidad de edición del diario impreso y ejerció como reportero en Local. Su labor informativa ha sido reconocida con el Premio Injuve de Periodismo, que otorga el Ministerio de Juventud. Cada martes envía el boletín sobre Madrid.

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