Un vehículo a la entrada de Bedriska, una de las 22 zonas marginadas de Ostrava. Casi la mitad de los 150 habitantes que tenía hace dos años se han visto forzados a abandonar la zona. En las casas todavía habitadas abundan los carteles que llaman a la resistencia contra el plan urbanístico que incluye la demolición de todas las viviendas.Luis AlmodóvarMonika Balázová y Josef Baláz, pareja de sordomudos que vive en una de las casas de Vesnicka souzití, una comunidad interracial de Ostrava gestionada por Cáritas.Luis AlmodóvarVarios niños juegan en el barrio de Bedriska, el pasado 22 de agosto.Luis AlmodóvarTablón de anuncios a la entrada del barrio de Bedriska.Luis AlmodóvarUn ciudadano en el barrio de Kunicky, una de las 22 zonas de marginación social que tiene catalogadas el Ayuntamiento de Ostrava.Luis AlmodóvarUna vivienda ocupada por gitanos en la calle Riegrova, una de las más deterioradas de Ostrava.Luis AlmodóvarMiroslav Hodecek y Miroslav Juroska, dos trabajadores sociales de Cáritas, circulan en coche por una barrio marginado de Ostrava.Luis AlmodóvarUn niño gitano en la calle Riegrova. Su abuela, la señora Horváthová, asegura que las condiciones de su vivienda han mejorado mucho desde que llegaron hace siete años, ya que ahora tienen acceso a agua potable.Luis AlmodóvarEl parque del barrio de Bedriska. La mayoría de actividades lúdicas que se organizaban por el centro social han dejado de celebrarse por el éxodo que sufre la zona desde hace dos años.Luis AlmodóvarMargita Horňáčková, que dirige una asociación que lucha por una vivienda y un empleo dignos, junto a algunas de sus colegas en la sede de Kunicky.Luis AlmodóvarUn bloque de viviendas en el barrio de Kunciky.Luis Almodóvar