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Tribuna
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Día Internacional de la Juventud: una vida en pausa

Los jóvenes españoles carecen de un espacio para desarrollar un proyecto vital, formar un hogar o tener hijos

Estudiantes de la facultad de Derecho en la Universidad de Valencia.
Estudiantes de la facultad de Derecho en la Universidad de Valencia. MÒNICA TORRES

Hoy se celebra el Día Internacional de la Juventud (IYD), que fue establecido por las Naciones Unidas en 2000 como un medio para aumentar la conciencia sobre los problemas que vivimos las personas jóvenes en todo el mundo. En este año 2019, la ONU ha decidido enfocar este día en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4, que habla de “garantizar una educación de calidad, inclusiva y equitativa, y promover oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida para todos”. De esta forma se relaciona de manera directa la educación transformadora con la erradicación de la pobreza y el trabajo digno.

Sin embargo, si en España queremos ponernos al día con la Agenda 2030 en materia de juventud, con el ODS 1 ya tenemos suficiente: “Poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo” reza este primer objetivo. En España más del 35% de las personas jóvenes están en riesgo de pobreza o de exclusión social, según el último Observatorio de Emancipación Juvenil elaborado desde el Consejo de la Juventud de España. Es decir, uno de cada cuatro jóvenes sigue sin librarse del estigma de la pobreza.

Otros datos que dejan una situación poco esperanzadora para los jóvenes son, por ejemplo, la tasa de contratos temporales que es del 56,3% para las personas de entre 16 y 29 años. Asimismo, el salario medio juvenil apenas supera 900 euros, mientras que el alquiler medio está por encima de los 800 euros, lo cual quizá explique por qué actualmente menos del 20% de las personas jóvenes han podido emanciparse. Es un círculo vicioso entre la falta de un empleo decente y de un salario digno y la incontrolable deriva de los precios de la vivienda. O bien no tenemos un salario suficiente como para emanciparnos, o bien, si lo tenemos, lo gastamos en el alquiler.

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La juventud vive una vida en pausa. No hay espacio para desarrollar un proyecto vital, formar un hogar o tener hijos; solo podemos pelear por un trabajo temporal con un salario apenas por encima del mínimo para lanzarse a la carísima aventura de la emancipación. Sin embargo, el ODS número 4 en el que en el que se enfoca este año el Día Internacional de la Juventud habla de educación. ¿Es la falta de un proyecto educativo sólido la causa de la situación actual de la juventud?

Para que la juventud pueda emanciparse y poner en marcha un proyecto de vida es imprescindible combatir los trabajos y salarios precarios

Por supuesto, hace falta un modelo educativo público basado en la educación integral en conocimientos, destrezas y valores que contribuyan al pleno desarrollo de la personalidad y el ejercicio de la ciudadanía del alumnado. Sin embargo, ese no es el quid de la cuestión. Para que la juventud pueda emanciparse y poner en marcha un proyecto de vida es imprescindible combatir los trabajos y salarios precarios. Se debe repensar el modelo productivo y desarrollar una política industrial y agraria y una apuesta ambiciosa que permita generar empleo cualificado para detener el éxodo juvenil. Es necesario eliminar las herramientas de precarización y clarificar las relaciones laborales, como es el caso de las becas y prácticas extracurriculares, que actualmente solo se utilizan para generar distorsiones en los entornos laborales, sustituyendo puestos de trabajo y afianzando la vulneración de derechos de los trabajadores jóvenes.

Con cuatro de cada cinco personas jóvenes aún en casa de sus padres, seguimos sin ver políticas activas de vivienda. Mientras nuestra Constitución recoge la vivienda como un derecho básico, los Gobiernos no se responsabilizan aún sobre este tema y siguen sin poner en marcha medidas como un parque público de vivienda de alquiler, que nos proteja frente al riesgo de desahucio o donde se aborde la rehabilitación de la vivienda en base a criterios de accesibilidad y eficiencia energética.

Y es que la causa, sencillamente, de la precariedad de los jóvenes es no poner el foco en las políticas de juventud. Hace falta dar prioridad y capacidad a estas, tanto en el Legislativo como en el Ejecutivo. Ahora es el momento de crear una Comisión de Juventud en el Congreso desde donde se legisle por y para la juventud.

Y lo mismo en el organigrama del futuro Gobierno. Las políticas de juventud son siempre transversales. Hablar de políticas de juventud es hablar de empleo, de educación, de emigración, de cultura, de deporte… y de todo. Y para coordinar estas políticas que afectan a tantos ministerios es necesario como mínimo una Secretaria de Estado de Juventud, dependiente del Ministerio de Presidencia, que tenga capacidad de gestión.

Estas son sólo algunas propuestas. No hay recetas ni fórmulas inmediatas para acabar con la complicada situación que vivimos los jóvenes. Lo que sí está claro es que toda solución pasa por un Gobierno comprometido que sea consciente de que la juventud podrá ser el futuro si tiene un presente digno.

Manuel Ramos de la Rosa es presidente del Consejo de la Juventud de España.

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