Indudable
Vox no es un partido ultraconservador, ni ultracatólico, ni de gente de orden. Es la versión española de la extrema derecha europea
Si alguien albergaba alguna duda, enhorabuena, porque su incertidumbre ha llegado a su fin. Deben agradecérselo a Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno y ministro del Interior italiano. También, desde luego, a Carola Rackete, una heroína europea, la capitana del buque de rescate Sea Watch 3 que decidió atracar a la fuerza en el puerto de Lampedusa en la madrugada del sábado, para garantizar la vida de los 40 migrantes a quienes había rescatado en alta mar dos semanas antes y cuya situación a bordo era ya insostenible. Carola intentó mantenerse dentro de la legalidad. Había pedido permiso, había argumentado, había pedido, había rogado sin resultados. Así la empujaron a la ilegalidad, aunque la vida humana debería estar por encima de cualquier ley. Para Salvini, sin embargo, 40 vidas no valen mucho. Él ha dicho que Carola es una criminal, una delincuente, ha calificado su actuación como un acto de guerra, ha pedido que se la condene con la máxima dureza. Esto es, esto hace la ultraderecha europea cuando está en el poder. Hasta aquí se llega cuando se empieza pidiendo que se retire la tarjeta sanitaria a los inmigrantes ilegales con la imperturbable sonrisa de Rocío Monasterio. Si alguien albergaba alguna duda, que deje de dudar. Vox no es un partido ultraconservador, ni ultracatólico, ni de gente de orden, ni de simples nostálgicos del franquismo. Es la versión española de la extrema derecha europea, la misma que hoy desea que Carola Rackete pase los 10 próximos años en la cárcel. Quienes gobiernan con ellos, o se apoyan en sus votos para llegar al poder, deben asumir las consecuencias de su elección, pero no hace falta que se molesten en explicarnos de qué parte están. Eso ya lo sabemos.
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