Manual del buen votante
La gente vota en contra de los analistas. ¡Y eso sí que no!
Viene haciendo falta. Porque luego ocurre que votas a lo loco, por los motivos equivocados, y cuando se hace el recuento, con mucha razón, te tienen que reprender. Hace falta una guía para no votar a lo bonzo, obligando a Aznar a salir a la palestra de nuevo a reprender a esos electores que, víctimas de “una ignorancia temeraria”, votan a quien no deben. Así ha sido, hubo ingenuos que tras escuchar al líder Casado aquello de que los votantes de Vox debían volver a la casa común de la derecha sin complejos, que era el PP, decidieron votar al original en el sentido extremo y no al que se iba convirtiendo en copia. Qué más daba, si luego formarían gobierno, como en Andalucía. Hubo otros que, veleidosos, optaron por Ciudadanos, que era como lo mismo, pero sin corrupción. Tres marcas para un solo futuro Gobierno, así se vendía hasta anteayer, de ahí que los votantes, imagino, se hicieran la picha un lío y en vez de votar a lo clásico optaran por lo moderno, que tiene tirón. Ahora la culpa de todo la tiene Rajoy, como así lo han constatado Esperanza Aguirre y el propio Casado. Rajoy, al que imagino siempre, no sé por qué, viendo la tele y fumándose un puro, se ha convertido en una suerte de Yoko Ono para el PP. Todo grupo musical o político debería tener su Yoko Ono o su Rajoy, para cargarles con la culpa de la disgregación.
Pero no solo los antiguos votantes del PP votaron mal, también algunos analistas afean la conducta de aquellos socialistas que, anteriormente desmotivados, salieron en esta ocasión de casa para votar al PSOE. Lo hicieron, según algunos expertos, porque Pedro Sánchez les metió el miedo en el cuerpo, y como la gente es asustadiza vota irreflexivamente. Qué tonta es la gente. La gente, como se dice ahora en cuanto no ríes un chiste, tiene problemas de comprensión lectora. La gente debía haber entendido que los guiños de Casado a Abascal eran puro teatro y que lo de acusar al adversario de querer romper España o de tener las manos manchadas de sangre era parte del friquismo de esta campaña. Pura ficción.
Los que todo saben han afirmado también que, en gran parte, son las mujeres las que le han dado la victoria a Sánchez, porque Sánchez se las metió en el bolsillo utilizándolas vilmente. Y las mujeres, ay, crédulas, rendidas al halago fácil, votaron con cierta parte de su anatomía. Algunas votantas, faltas de sentido de la ironía, pensaron que la derecha iba en serio en eso de retirar la ley de violencia de género, o en cuestionar la necesidad del consentimiento sexual, o en reeditar la ley del aborto. Ni tan siquiera entendieron el chiste de las neandertales de Suárez ni aquel otro de que en Nueva York se pueden abortar niños después de que nazcan.
Los votantes necesitan un manual. Votan en contra de los analistas. ¡Y eso sí que no! De esos expertos que tras leer tres libros sobre el reaccionarismo de la clase obrera de EE UU aseguraban hasta ayer que ese mismo fenómeno se había producido en España. Ha resultado ser, maldita sea, que los barrios más populares han optado por la izquierda. ¿Pudiera ser que sus habitantes estén más necesitados de medidas sociales y sean más abiertos al nuevo universo humano que aquellos que hacen los análisis? No sé, pero urge ese manual para que actuemos como se espera de nosotros. ¡Y de nosotras!
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