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¿Quién teme a la furgoneta eléctrica?

Las pequeñas cargas urbanas son ideales para esta clase de vehículos, pero aún despiertan reticencias entre los operadores

Thiago Ferrer Morini
La furgoneta eléctrica Nissan e-NV200, una de las más vendidas del mercado.
La furgoneta eléctrica Nissan e-NV200, una de las más vendidas del mercado.

Hay dos grandes tendencias en marcha en el mundo del transporte de mercancías. Por un lado, el auge del comercio electrónico está multiplicando el interés por la distribución a muy pequeña escala, lo que se conoce como el último eslabón en la cadena (last mile o última milla en inglés). Por otro, las necesidades de reducir emisiones, tanto para cumplir con las exigencias de los acuerdos internacionales de cambio climático como para garantizar un aire respirable en las grandes ciudades, están llevando a los Gobiernos a restringir el tráfico de vehículos de motor térmico. Esta combinación está abriendo la puerta al crecimiento de la demanda de furgonetas eléctricas para uso urbano y, en consecuencia, las empresas de renting están empezando a entrar en ese mercado. Pero la mera novedad de la tecnología, sumada a sus deficiencias cuando se comparan con las furgonetas tradicionales, está llevando al sector a actuar con prudencia.

Prudencia que se demuestra con las cifras en la mano. No hay datos desglosados de las ventas en España de vehículos comerciales eléctricos, pero pueden establecerse estimaciones con las cifras de la alianza entre la francesa Renault y la japonesa Nissan, que tienen el liderazgo absoluto del mercado. La firma de Boulogne-Billancourt informó haber vendido en toda Europa 8.747 unidades de su Kangoo Z. E. (cero emisiones, en francés) el año pasado, mientras que la compañía nipona anunció en ­septiembre que su modelo e-NV200 había recibido 7.000 pedidos en los nueve primeros meses del año.

Habida cuenta de que en 2018 se vendieron más de 2,1 millones de furgonetas en Europa, según los datos de la patronal ACEA, es muy poco. Pero considerando que ambas compañías informan de haber más que duplicado sus ventas con respecto a 2017, es una tendencia que hay que empezar a tomar en consideración. Además, la competencia está en camino. El grupo PSA ya comercializa la versión eléctrica de su dúo de furgonetas ligeras Partner-Berlingo. Mercedes-Benz, Volkswagen y Ford también tienen previsto incorporarse al mercado entre este año y el que viene.

Punta de lanza

Sobre todo porque, según los expertos, las flotas comerciales son una muy buena punta de lanza para la electrificación de la movilidad. "Para los propietarios de flotas, especialmente para las compañías que operan rutas predecibles, la adopción del vehículo eléctrico es más fácil de implementar y más atractiva que para los consumidores individuales", apunta un informe de McKinsey publicado en octubre del año pasado. "El combustible es el responsable de la mayor parte de los costes de operación de las furgonetas", explica un informe de Technavio. Este último documento estima un crecimiento medio anual para el sector de un 50% hasta 2022. "El cliente de una furgoneta piensa en una herramienta de trabajo, con un consumo bajo", considera Jesús Domínguez, director de renting flexible de CarFlex. "El vehículo eléctrico cumple esa función, y, además, no es contaminante y le permite seguir realizando su trabajo a pesar de las restricciones al tráfico".

Pero para los pequeños propietarios-operadores, que representan una parte sustanciosa del mercado, la electrificación todavía queda demasiado lejos. "Nosotros somos los primeros en compartir la necesidad de descarbonizar el sector, pero la realidad es que, para las pequeñas empresas, no es atractivo por cuestiones de precio", explica Juan José Gil, secretario general de Fenadismer. "Amortizar la inversión es difícil, máxime cuando hay casi 46.000 transportistas operando en toda España".

El pasado 16 de febrero, el Gobierno publicó en el BOE las bases del programa MOVES, dotado con 45 millones de euros y que pueden dotarse hasta un máximo de 30 vehículos por empresa. Para las furgonetas de hasta 3.500 kilos de masa máxima autorizada, las ayudas son de 4.000 euros por vehículo; mil euros más si quien lo adquiere es una pyme. "Pero, en algunos casos, el coste puede triplicar el precio del vehículo, por lo que son cuantías insuficientes", continúa Gil. "Además, son ayudas que se acaban enseguida".

El renting puede ser una herramienta para facilitar el acceso de las empresas a la electrificación. Los que hagan un contrato de al menos dos años también podrán beneficiarse de las ayudas de MOVES. "Al tratarse de una tecnología aún novedosa para la gran mayoría, también genera mayor nivel de incertidumbre", admite Rocío Carrascosa, directora general de Alphabet España. Hay otros problemas más pragmáticos. No todas las firmas tienen una nave donde cargar sus vehículos durante la noche y las instalaciones de carga rápida son costosas. Además, el peso de las baterías hace que las furgonetas tengan menos capacidad de carga útil, lo que puede suponer la diferencia a la hora de aceptar un pedido.

Incluso las propias empresas de renting tienen sus desafíos a la hora de comprometerse con la electricidad. "Aunque sabemos que es una tendencia que va a ir al alza, creemos que todavía es un negocio muy inmaduro", explica Domínguez. "Como empresa, aún tenemos mucha incertidumbre acerca de la vida útil de un vehículo, especialmente a la hora de venderlo, porque la tecnología avanza muy rápido".

Siguiente reto: los camiones

En un tramo de dos kilómetros de la carretera nacional E-16, junto a la ciudad sueca de ­Gävle, una hilera de postes marca un experimento que puede marcar el futuro del transporte en Europa. En un proyecto de la alemana Siemens, con la colaboración de la sueca Scania, los camiones entran en el carril y levantan un pantógrafo, similar al de los ferrocarriles, hasta una velocidad de 90 kilómetros por hora. Según Siemens, el sistema permite a un camión alemán de 40 toneladas que recorra 100.000 kilómetros al año el ahorrarse hasta 20.000 euros en gastos de combustible. Además, la apuesta por el pantógrafo evita la penalización de las baterías sobre la carga útil, que puede ser un problema en camiones como el anunciado por Tesla.

Electrificar el transporte por carretera es uno de los grandes desafíos de la descarbonización: según Eurostat, en 2016 el 76% del tráfico de mercancías europeo se movía en camión o furgoneta.

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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