Así se construye un perfume con la bergamota, el fruto único de Calabria

El perfumista de Guerlain Thierry Wasser, en la plantación de Condofuri, en Calabria.CARMEN SECANELLA

La bergamota es la esencia estrella de las fragancias de Guerlain. Su perfumista, Thierry Wasser, viaja cada año al sur de Calabria para visitar las plantaciones de la familia Capua, de donde se extrae este codiciado fruto

Apoyado en un lujoso Audi, Thierry Wasser (Lausana, 57 años) se descalza delicadamente los elegantes mocasines de cuero marrón para enfundarse unas gruesas botas de caucho. Hasta donde alcanza la vista se extiende un paisaje soleado de tonos verdes y amarillos que protege el macizo montañoso del Aspromonte, en Calabria. Más allá, el mar Jónico. El perfumista de Guerlain lleva un año esperando viajar al municipio de Condofuri, situado a unos 50 kilómetros de la ciudad de Regio de Calabria, “la tierra ...

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Apoyado en un lujoso Audi, Thierry Wasser (Lausana, 57 años) se descalza delicadamente los elegantes mocasines de cuero marrón para enfundarse unas gruesas botas de caucho. Hasta donde alcanza la vista se extiende un paisaje soleado de tonos verdes y amarillos que protege el macizo montañoso del Aspromonte, en Calabria. Más allá, el mar Jónico. El perfumista de Guerlain lleva un año esperando viajar al municipio de Condofuri, situado a unos 50 kilómetros de la ciudad de Regio de Calabria, “la tierra prometida”, como suele llamarla. Su entusiasmo es palpable, casi contagioso. Allí se encuentra un cítrico con el que la maison francesa Guerlain mantiene una historia de amor de casi dos siglos: la bergamota, el oro verde de Calabria.

“Es un fruto amable, versátil, capaz de revelar las facetas de las demás materias a la vez que aporta el frescor del perfume”, explica el primer perfumista de la firma que no lleva el apellido Guerlain, mientras coge una bergamota del árbol, rasca su cáscara y se lleva el amargo cítrico a la nariz. Se trata de un híbrido entre naranja amarga y limón, que se cosecha de noviembre a febrero, cuando su color pasa de verde a amarillo. En su cáscara se encuentra el aceite esencial tan codiciado por los perfumistas. “La bergamota siempre formó parte del catálogo de la fábrica”, explica este suizo de 57 años. Aparecía en Eau Impériale, la primera fragancia que el fundador de la firma, Pierre-François-Pascal Guerlain, creó para la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, en 1853. Y desde entonces no existe un solo perfume Guerlain que no contenga notas de este fruto, incluido el icónico Shalimar, arquetipo del perfume oriental.

En la primera foto, la bergamota es un híbrido entre una naranja amarga y un limón. A continuación, Wasser, junto a Gianfranco Capua, la cuarta generación de una familia que cultiva la bergamota desde 1880. En la tercera imagen, Jornaleros durante la recogida. Por último, lavado a mano del fruto con agua fresca antes de la extracción.carmen secanella

Del sur de la región más pobre de Italia, gangrenada por la Mafia y la crisis económica, proviene el 95% de la producción mundial de este extracto, que se vende entre 100 y 250 euros el kilo. Una exclusividad que se explica por una combinación de condiciones geográficas y climáticas únicas y un saber hacer ancestral que las familias de agricultores atesoran desde el siglo XVIII, según relata Gianfranco Capua, proveedor de Guerlain en los últimos 60 años. En su caso, la pasión por la bergamota nació en un tiempo en el que la extracción del aceite esencial se realizaba manualmente, con la ayuda de una esponja. Así lo hacían sus tatarabuelos. Hoy 75 empleados trabajan en tres centros de producción propiedad donde el cítrico, tras ser lavado con agua fresca, pelado mecánicamente, prensado y centrifugado, es destilado.

Y es en ese momento cuando intervienen la nariz y la memoria de Wasser. “Al ser un producto natural, la cosecha puede variar de un año para otro. Mi trabajo consiste en conseguir que el equilibrio entre el verde, la flor y el fruto, los tres elementos indispensables con los que trabajamos, sea siempre el mismo”, explica el perfumista. Así se lo enseñó su amigo y mentor Jean-Paul Guerlain, al que sucedió en 2008 en la difícil tarea de garantizar, año tras año, la perennidad de los 1.100 perfumes que conforman el patrimonio de la más antigua maison francesa de perfumería aún en activo.

Wasser dedica un tercio de su tiempo a buscar las más de 900 materias primas con las que la firma elabora sus fragancias

A Capua, el amor por el oficio se lo transmitió su padre, enseñándole desde muy pequeño a identificar el punto de maduración de un fruto solo con el olfato, aunque reconoce que trabajar con algunas de las más grandes casas de perfumes —desde Guerlain hasta Christian Dior o ­Acqua di Parma— fue lo que le permitió crecer como emprendedor. “Me hicieron descubrir notas olfativas que desconocía”, explica el calabrés. Su compañía, que además de la alta perfumería cuenta entre sus clientes con algunas de las multinacionales más importantes del sector alimentario, alcanzó en 2018 un volumen de facturación de 65 millones de euros.

Empleados de la destilería Capua 1880, en Campo Calabro.carmen secanella

Ya son 1.600 las hectáreas dedicadas al cultivo de la bergamota y 950 el número de agricultores involucrados en una región donde el oro verde da trabajo a más de 6.000 personas. “Gianfranco es más conocido que el Tato”, asegura Wasser, cuya llegada a Condofuri no pasa inadvertida. Hasta el punto de que, acompañado del consejo municipal, el alcalde acude en persona a darle la bienvenida.

En la primera imagen, kétodo tradicional de extracción de la bergamota llamado 'estrazione spugna'. A continuación, el aceite esencial del cítrico y, por último, pieles secas de bergamota.CARMEN SECANELLA

“Conocer el campo es esencial para ser un comprador responsable. También crear relaciones humanas duraderas”, afirma Wasser, que dedica un tercio de su tiempo a viajar en busca de las más de 900 materias primas con las que Guerlain compone sus fragancias. Cuando no está durmiendo sobre maletas de dinero en Túnez —donde Guerlain tiene su propia destilería de flor de naranjo y paga a los proveedores en metálico—, comprando vetiver en Haití o remontando el río Caura en Venezuela para encontrar habas tonkas, el perfumista crea o, como le gusta decir, “comete ­accidentes”.

“Mi trabajo siempre es un encuentro, una sucesión de azares, como la vida misma. Si un señor mayor [Jean Hadorn, exdirector de Givaudan, un empresa suiza que fabrica fragancias e ingredientes cosméticos activos] no se hubiera interesado por mí, que era un pésimo alumno al que echaron de la escuela con 15 años, mi vida hubiera sido completamente distinta”, cuenta un hombre que se define a sí mismo como un creador de autoestima. “Eso es lo que hacemos los perfumistas, y no tiene precio”, zanja Wasser con una sonrisa pícara. 

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