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COLUMNA
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La familia

Es un buen momento para comprobar la distancia entre la farfolla sobre lo español y la realidad de este país

Pepa Bueno
Vendedora de flores de Pascua.
Vendedora de flores de Pascua.Sashenka Gutierrez (EFE)

A mi amigo le tocó hacerse cargo de los divorcios en una época y en una familia en la que esas cosas no pasaban. Buscar abogadas para la hermana o el hermano, explicárselo a los padres, proteger a los sobrinos del vendaval emocional y animar las cenas de Nochebuena normalizando la nueva realidad. Luego le tocó cuidar del primo yonqui que arrasó con lo que había en la casa familiar, que dejó muda de dolor a la abuela, lo sacó de la cárcel tras el último atraco en una farmacia, vivió con él los tratamientos de desintoxicación, las fugas, las recaídas, la hepatitis, la salvación final.

A las amigas de mi amigo les tocó acompañar a abortar a su sobrina mayor y entrar acojonadas a la clínica porque dos policías vigilaban la entrada cercana de una embajada. Y entonces el aborto no era una opción libre. A él le tocó también ser el primero en conocer a la pareja gay del tío soltero, fue él quien le animó a salir del armario, a presentarlo en casa, a que poco a poco los pequeños empezaran a llamarlo tío también.

Y cuando se aprobó la ley del matrimonio igualitario organizó con ellos aquella boda tan llena de emoción como de dificultades familiares y se encargó de que los mayores encontraran su sitio en aquel jolgorio que no entendían. Más recientemente, le ha tocado estar atento a los descalabros que la crisis iba provocando en esta casa y en aquella, tapando agujeros y sin Gordo de la Lotería.

Mi amigo no monta un belén en su casa en estas fechas, como dice Teodoro García Egea, el nuevo secretario general del PP, que hacen los españoles. No, mi amigo no monta un belén, pero no conozco a nadie que haya hecho más por la familia española que él. Acumula, como todos a cierta edad, una buena colección de fracasos y estropicios, está lleno de contradicciones, vive razonablemente feliz con su pareja, atiende a hijos de varios matrimonios, suyos y de ella, y esta semana no sale de la cocina. Español, muy español, un gran español.

Estas fiestas entrañables nos vienen de perlas este año para hacer fact checking. Para que cada cual compruebe, en su mesa, la distancia entre toda esa farfolla que vuelve a circular sobre qué es ser español-español-español y la realidad de este país.

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