En Francia, el pueblo se rebela
Los chalecos amarillos se manifiestan por todo el país pidiendo la dimisión del presidente Macron. El desencadenante fue la creación de un impuesto destinado a pagar la transición ecológica. El movimiento, por ahora apolítico y que cuenta con un apoyo del 77% de la población, moviliza a las clases media y baja cuyo poder adquisitivo no deja de disminuir. La palabra “transición” quizás sea la clave para comprender el fenómeno, una transición que no solo es ecológica sino también (y principalmente) política. El viejo paradigma basado en la producción y el consumo se desmorona. El mercado laboral ya no incorpora a la población económicamente activa —el desempleo en Francia ronda el 10%—, y por el momento parece imposible conciliar crecimiento y ecología. Algunos afirman que el cuerpo social francés está enfermo, que se vive una ruptura entre el pueblo y las élites que lo gobiernan. Desgraciadamente, el problema parece ser aún más profundo. Eso explicaría por qué en Francia los Gobiernos vienen fracasando desde hace ya dos décadas. Y, de ser así, lo seguirán haciendo.
Fernando Stefanich
París (Francia)
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