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Amanda Bynes reaparece rehabilitada de la depresión y las drogas

La actriz que triunfó cuando tenía siete años ha estado cuatro apartada de la vida pública. Ahora asegura estar lista para regresar a la industria

Amanda Bynes, en 2013 (izquierda) y en 2018 (derecha).
Amanda Bynes, en 2013 (izquierda) y en 2018 (derecha).CORDON PRESS
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En Hollywood se cuentan por decenas las estrellas infantiles que, tras un prometedor inicio en la industria del entretenimiento, han visto su futuro evaporarse como el humo. Algunos de ellos se alejaron voluntariamente, otros fueron desplazados al olvido por esta ingrata industria que no les llegó a explicar bien el porqué. Pero hay un último grupo que, a pesar de tener una carrera agotada, se mantienen constantemente en las portadas y en los focos mediáticos, ya no por sus performances en las pantallas, sino por sus acciones fuera de ellas. Amanda Bynes es parte de este último grupo, el de los niños estrella caídos en desgracia.

Iniciada su carrera a la temprana edad de siete años, Bynes se catapultó como la niña más popular del canal Nikelodeon con la serie que llevaría su nombre: The Amanda Show. Tras varios éxitos en la pantalla grande como Big Fat Liar y Un sueño para ella, la californiana, de ahora 32 años, empezaba a conocer la fama internacional y todo lo que ella conlleva. Fue así como en 2012, la actriz que una vez ganó cinco premios Kids´ Choice Awards, empezaba una caída en picado que eclipsaría todos sus logros anteriores.

Amanda Bynes y Colin Firth, en la película 'Un sueño para ella' (2003).
Amanda Bynes y Colin Firth, en la película 'Un sueño para ella' (2003).Cordon Press

Posesión ilegal de drogas, tirar un bong con marihuana desde la ventana de su apartamento por la llegada de la policía y numerosos problemas de tráfico por conducir bajo los efectos de estupefacientes, son solo algunos de los cargos que la enfrentaron a los tribunales en pocos meses. Esto, sumado a las imágenes en las que prendía fuego a su pantalón en la entrada de su casa o en las que se rasuraba su popular melena rubia, certificaban de una forma demasiado pública que algo estaba ocurriendo en la vida de la joven intérprete.

Finalmente en 2013, Bynes aceptó ser ingresada en un centro de desintoxicación y, en diciembre de ese mismo año, sus padres obtuvieron la custodia legal de la artista que vivió los siguientes meses bajo sus cuidados. De esta forma, sus años en las pantallas quedaban atrás y, a cambio, se levantaba una nueva Amanda determinada a conseguir su título de diseñadora de moda en la Escuela de Diseño Parsons, en Nueva York. Los focos se apagaban, los paparazis dejaban de seguirla por la calle y sus redes sociales, acostumbradas a una gran actividad, mostraron un novedoso silencio.

Esta fue la vida de la intérprete estadounidense durante los últimos cuatro años hasta que el pasado martes decidió romper su aislamiento en una entrevista para la revista Paper. Una entrevista que busca esclarecer lo que pasó durante sus años más bajos y que simboliza el deseo de la intérprete de dejar su polémico pasado atrás.

Amanda Bynes saliendo de una corte criminal en 2013.
Amanda Bynes saliendo de una corte criminal en 2013.Cordon Press

Según relata la actriz, su caída empezó en 2006 tras el estreno de la película Ella es el chico. En esta la californiana interpretaba el papel de Viola, una adolescente que se hace pasar por su hermano en el colegio y termina enamorándose de su compañero, interpretado por Channing Tatum. “Cuando vi la película entré en un periodo de depresión de cuatro a seis meses porque no me gustaba cómo me veía como chico”, confiesa la actriz. “Fue una experiencia superextraña con la que me dio el bajón", añade.

A partir de ese momento la joven que hasta entonces había mostrado una figura esbelta y despreocupada, empezó a fijar su atención en la forma de su cuerpo y en cómo este se veía en pantalla. Bynes recuerda que cuando empezó a grabar la adaptación cinematográfica de Hairspray (2007) vio un artículo en una revista que hablaba de la droga estimulante Adderall como "la nueva píldora de adelgazar", algo que inmediatamente llamó su atención.

"Todos hablaban de cómo muchas mujeres la tomaban para permanecer flacas, así que me dije: 'Tengo que conseguir una de esas", señala la protagonista de Lo que me gusta de ti. Fue así como la estrella infantil fue a un psiquiatra y fingió síntomas del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad para conseguir la droga que poco a poco empezó a afectar su trabajo.

"Cuando estaba grabando Carta Blanca [en 2010], recuerdo estar en la caravana masticando tabletas de Adderall y no poder concentrarme en mis diálogos", revela Bynes. Esto, sumado a sus inseguridades corporales, terminaron por sacarla de quicio y la actriz renunció a la comedia en mitad de la grabación. "Lo que hice fue poco profesional, el irme así y dejarlos con todo colgado cuando ya habían gastado tanto dinero", admite ahora la intérprete que recuerda ese momento como el principio del final.

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Meses después de su arrebato, Bynes fue a la presentación de la película que protagonizaba junto a Emma Stone, Easy A, lo cual terminó por arrojarla al abismo. "No podía aguantar mi apariencia en esa película y tampoco me gustaba mi actuación. Después de verla estaba convencida de que debía dejar de actuar", cuenta la californiana.

Fue así como a los 24 años decidió retirarse de la industria del entretenimiento a través de una publicación en Twitter, algo que ella misma califica de un error "tonto" provocado por las drogas que consumía en su momento. Sin un trabajo y con un futuro incierto, la intérprete se vio a sí misma "sin un propósito en la vida" y perdió su camino. "Tenía demasiado tiempo libre, así que me la pasaba todo el día fumada", desvela. "Realmente me concentré en las drogas y mi mundo se volvió muy oscuro y triste".

Pero a su alejamiento de las pantallas le siguió una inusual actividad en sus redes sociales. Tras varias publicaciones con contenido sexual o con críticas directas a otros artistas del ambiente, los seguidores de la actriz empezaron a preocuparse por su estabilidad mental. Ahora Bynes niega que tuviera algún trastorno o problema de bipolaridad como se decía en los medios, y en su lugar culpa exclusivamente a las drogas por su comportamiento errático. "Realmente estoy muy avergonzada por las cosas que dije. No puedo retroceder en el tiempo, pero si pudiera, lo haría. Lamento mucho si lastimé a alguien o si dije mentiras, porque de verdad la conciencia me carcome. Me siento triste y asqueada", admite. "En Twitter arruiné todo por lo que había trabajado mi vida entera. (…) [Cada vez que estaba fumada] era como si un alien hubiera invadido mi cuerpo", añade.

Pero a pesar de todo lo que ha vivido y de la poca piedad que le han tenido los medios de comunicación, Bynes está lista para volverse a subir al ring y pelear por un nuevo espacio en la industria. "No le tengo miedo al futuro. He pasado por lo peor, he salido al otro lado y he sobrevivido, así que siento que de aquí solo me queda un camino para arriba", concluye.

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