_
_
_
_
Blogs / El Viajero
El viajero astuto
Por Isidoro Merino

Las maravillas de India en 10 paradas

Un viaje fascinante, de los misterios de Benarés a los templos de Madurai

Mahesamurti, una de las representaciones más bellas y enigmáticas del dios hindú Siva, en la isla de Elefanta.
Mahesamurti, una de las representaciones más bellas y enigmáticas del dios hindú Siva, en la isla de Elefanta.Atlantide Phototravel (Getty)
Isidoro Merino

1 Cuevas de Elefanta

En la isla de Elefanta, originalmente denominada Garapuri (ciudad de los templos), a unos 10 kilómetros en barco de Bombay, hay un templo excavado en la roca, y tallado en una de sus paredes, el triple rostro de Mahesamurti, una de las representaciones más bellas y enigmáticas del dios hindú Siva. Sus tres rostros representan la trimurti, las tres formas que adopta el hinduismo: creación, preservación y destrucción, tres fases que en el universo se siguen ininterrumpidamente, en una maravillosa escultura que desprende serenidad e indiferencia.

El Taj Mahal, en Agra.
El Taj Mahal, en Agra.Isidoro Merino

2 Taj Mahal

“A pesar de sus adornos severos, puramente geométricos, el Taj Mahal flota. El fondo de la puerta es como una ola. En la cúpula, la inmensa cúpula, hay algo levemente excesivo, algo que todo el mundo siente, algo doloroso. Por doquier la misma irrealidad. Porque ese color blanco no es real, no pesa, no es sólido. Falso bajo el sol, falso al claro de la luna, especie de pescado plateado construido por el hombre, con un enternecimiento nervioso”, escribió el francés Henri Michaux. Es muy difícil describir un edificio tan hermoso como el Taj Mahal. Porque cuando por fin te colocas delante del mausoleo de mármol blanco que el emperador Shah Jahan construyó para su tercera y amada esposa Mumtaz Mahal te das cuenta de que todo lo que has visto, leído y oído acerca de él, se queda corto.

3 Khajuraho

Boletín

Las mejores recomendaciones para viajar, cada semana en tu bandeja de entrada
RECÍBELAS

Toda la cultura hinduista responde a un diálogo entre el ser y la vacuidad, entre ascetismo y sensualidad. Y en el camino que conduce hacia el moksha (la liberación) valen tanto las prácticas del yoga como los ritos eróticos del tantra, que encuentra una de sus mejores expresiones en las voluptuosas esculturas eróticas de los templos de Khajuraho, en el estado de Madhya Pradesh, con sus seductoras apsaras (ninfas celestiales en la mitología hindú) y sus parejas de amantes en posturas imposibles. Se conserva una veintena de templos, distribuidos en tres grupos, oeste, este y sur, sobre una superficie de unos seis kilómetros cuadrados. Las estructuras ojivales que coronan las capillas representan al monte Kailasha, la montaña cósmica situada en el centro del universo, morada del dios destructor Shiva y su esposa, Parvati. Se construyeron entre el 950 y el 1050, durante la dinastía rajput chandela. Un delicado Kama Sutra de arenisca que remite a los ritos tántricos del hinduismo, una “danza fosilizada”, según el escritor mexicano Octavio Paz.

4 Hawa Mahal

Las lluvias del verano han barrido el polvo de las llanuras resecas del Thar, en el Rajastán; tras el monzón, las noches son frescas en el norte de India; es tiempo de ferias y fiestas como el Diwali, el festival de las luces, que llena las ciudades de velas y rangoli: diseños geométricos hechos con granos de arroz y pigmentos de colores. Con el otoño llega la mejor época para viajar al Rajastán, el reino de los guerreros rajput donde los hombres lucen turbantes de color fucsia y las mujeres van descalzas y tienen porte de princesas, como las damas que hace más de 200 años disfrutaban de la brisa en el Hawa Mahal, el Palacio de los Vientos de Jaipur, la ciudad rosa que fundó en 1727 Sawai Jai Singh, el maharajá de Amber. “Sé que volverás para llevarme al Palacio de los Vientos", le dice Kristin Scott Thomas a Ralph Fiennes en una emocionante escena de la película El paciente inglés.

5 Benarés

Mark Twain escribió que Benarés era “más antigua que la historia, más antigua que la tradición, más antigua aún que la leyenda, y parece el doble de antigua que todas ellas juntas”. Kashi, su nombre clásico (también se la conoce como Varanasi y como Anandvana, el bosque de la alegría) significa ciudad de la luz, una luz mágica en las mañanas del Ganges, alegre en sus crepúsculos poblados de cometas, misteriosa en el resplandor de las piras nocturnas. La luz que Jean Renoir supo captar como metáfora de la vida en la maravillosa película El río.

Tres sadhus, o santones hinduistas, en Orchha.
Tres sadhus, o santones hinduistas, en Orchha.I. M.

6 Orchha

Para entrar en Orchha, “ciudad de templos, shikharas salpicados de guano, palacios derruidos, havelis (mansiones) y cenotafios de piedra arenisca casi ocultada por la maleza, morada de tropas de langures de rostro oscuro, buitres y bandadas de periquitos con plumaje verde brillante”, que se extiende olvidada a orillas del tranquilo río Betwa, un afluente del Ganges, hay que flanquear la pesada puerta de madera erizada de clavos que la protegía contra el ataque de los elefantes de combate. Situada a medio camino de la ruta que va desde Agra a los templos eróticos de Khajuraho, en el Estado indio de Madhya Pradesh, la antigua capital de la dinastía de príncipes guerreros Bundela es hoy una pequeña aldea donde las mujeres tienden a secar los saris en los bancales del río Betwa.

7 Haridwar

En Haridwar, la “puerta de los dioses”, el Ganges abandona los contrafuertes del Himalaya para iniciar su tranquilo fluir a través de las llanuras de Uttar Pradesh, en el norte de India. Allí se respira una espiritualidad muy diferente de la exuberancia de Benarés. Sus templos, ashrams (centros de retiro y meditación) y dharmshalas (hospederías religiosas) sirven de reclamo para neo-hippies y estudiosos del yoga (en la cercana Rishikesh, los Beatles pasaron una temporada buscándose a sí mismos y, de paso, haciendo rico al gurú Maharashi). Al igual que en Benarés, en Haridwar cada tarde se celebra el Ganga Aarti, la ofrenda de luz al río que aquí fluye rápido como un torrente.

8 Allahabad

Un lugar mágico: a 150 kilómetros al oeste de Benarés, en Allahabad, se juntan los dos grandes ríos del norte de la India, el Ganges y el Yamuna, más uno imaginario: el Sarasvati, el río de la iluminación que buscaba el santón de la novela de Kipling Kim de la India. Este enclave reúne a miles de peregrinos que acampan en sus médanos para bañarse en el sangam, el punto preciso donde se juntan las tres corrientes.

9 Parque nacional Jim Corbet

La India cuenta con varias reservas dedicadas a los tigres de Bengala. Una de las más conocidas es el parque nacional Jim Corbet, en el Estado de Uttarakhand, bajo las faldas del Himalaya, que lleva el nombre de un famoso cazador de felinos comedores de hombres, aunque es más fácil verlos en el parque de Bandhavgarh (Madhya Pradesh), que tiene la mayor densidad de ejemplares del país.

10 Templos de Madurai

Para quien ya haya visitado el norte de India, la región de Tamil Nadu, al sur del país, es una buena opción. La ruta parte de Chennai (antigua Madrás), la capital del Estado, y continúa por Kanchipuram, la ciudad de los mil templos; Mahabalipuram y sus pagodas al borde del mar, y Sri Meenakshi, un fabuloso complejo de templos hinduistas en la ciudad de Madurai.

Sobre la firma

Isidoro Merino
Redactor del diario EL PAÍS especializado en viajes y turismo. Ha desarrollado casi toda su carrera en el suplemento El Viajero. Antes colaboró como fotógrafo y redactor en Tentaciones, Diario 16, Cambio 16 y diversas revistas de viaje. Autor del libro Mil maneras estúpidas de morir por culpa de un animal (Planeta) y del blog El viajero astuto.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_