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Controversia sobre la escolarización ‘tempranísima’

Un artículo sobre la educación preescolar de los menores de tres años provoca un alud de quejas

Una escuela infantil catalana.
Una escuela infantil catalana. Carles Ribas

Coincidiendo con el anuncio de que los Presupuestos de 2019 incluirán una partida de 330 millones de euros para financiar la escolarización de niños menores de tres años, este periódico dedicó el lunes 15 de octubre un artículo (en las ediciones digital e impresa), a examinar cuántos de ellos están ya escolarizados en las distintas comunidades autónomas. Pese a que el texto iba acompañado de las oportunas estadísticas y el titular se limitaba a afirmar El 62% de los menores de tres años no están escolarizados en España (Solo el 38% de los niños de cero a tres años están escolarizados, en la edición impresa), varios lectores, algunos de ellos especialistas en educación, me han escrito indignados, por considerar que el artículo defiende bondades no demostradas de la escolarización de niños tan pequeños.

Y es que en las primeras líneas del texto, firmado por la colaboradora de Educación Ana Torres Menárguez, se decía: “La escolarización temprana en España es desigual. Mientras organizaciones internacionales como la OCDE advierten de la importancia de acceder a la educación infantil cuanto antes, por los efectos en el rendimiento escolar futuro y en las habilidades emocionales, en España existen diferencias significativas entre comunidades”. Un poco más adelante quedaba claro a qué se refería la autora con la expresión “educación temprana”: “El 62% de los niños entre cero y tres años no están escolarizados. El País Vasco es la región con las mejores cifras: el 52,4% de los niños de esa edad están matriculados en un centro”. Las referencias a esa concreta franja de edad eran constantes a lo largo del texto.

Catherine L’Ecuyer, investigadora y divulgadora en temas de educación, y Alfonso Osorio, profesor de métodos de investigación en la Facultad de Educación y Psicología de la Universidad de Navarra, me han escrito una larga carta en la que expresan sus rotundas discrepancias respecto a lo afirmado en el artículo. En concreto, niegan que el informe de la OCDE al que se alude se refiera a las bondades de la escolarización entre cero y tres años.

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“Esa afirmación no se corresponde con las conclusiones del estudio citado, Starting Strong 2017, de la OCDE. El estudio indica claramente que la escolarización en la etapa de cero a tres años no trae mejores resultados respecto a la escolarización a partir de los 4 años”.

Tal y como he podido comprobar al leer la página aludida del informe, en él se afirma que es superior el nivel de los alumnos de 15 años que tuvieron dos años de escolarización temprana. Los firmantes de la carta precisan: “Esos dos años son, en España, 4 y 5 años, y corresponden al segundo ciclo de Educación Infantil, no a la etapa de 0-3 años”. Lo que sí reconoce el estudio, y los lectores, es que la mejora que aporta una escolarización temprana puede ser mucho más significativa en niños de familias desfavorecidas. “En cualquier caso”, objeta la carta, “hemos de recordar que las mejoras se miden, en ese estudio, desde el punto de vista de los resultados en una prueba estandarizada (y solo se analiza el tercio de los resultados, en el parámetro de ciencia no contempla los resultados en lectura y matemáticas), por lo que se trata de un estudio que da una visión muy parcial de los resultados y de los alumnos. Y, desde luego, es un error hablar de “habilidades emocionales” en el reportaje, porque el estudio no mide ese parámetro”.

Otra lectora, María Nora López Moreno, escribe: “Me dedico a la enseñanza y les pediría que antes de escribir este tipo de artículos se informaran primero (...). ¿Quién ha dicho que ‘los expertos recomiendan la escolarización temprana’ (…) las personas verdaderamente informadas al respecto sabemos que los niños de esa edad deberían disfrutar en esos años de los cuidados y enseñanzas de sus padres para desarrollarse de manera adecuada y emocionalmente sana? En Finlandia, que ocupa los primeros puestos de excelencia académica, es donde se escolariza más tarde a los niños. En ese país es raro llevar a los niños al preescolar antes de los cinco años. O sea, que ‘los expertos’ de los que habla el artículo deben ser expertos en cualquier cosa menos en educación”.

Dado que en el artículo se hacen continuas referencias a la escolarización de menores de tres años, es razonable que los lectores hayan interpretado que se refería a esa primera etapa preescolar

Otra lectora, Pilar Castañón, directora de una revista digital dedicada a las mujeres (Woman Essencia), señala: “Los estudios sobre el desarrollo del cerebro, la estimulación sensorial y la inteligencia, dicen que las conexiones neurológicas se establecen precisamente durante estos primeros años, por lo que muchos niños abandonados, debido precisamente a haber estado en centros y no haber tenido el amor directo, tienen problemas de aprendizaje. Se ha potenciado el acogimiento familiar, precisamente para que esto cambie. Las experiencias que cita [en el artículo] son simples comentarios de alguien que pasa por la calle, no entiendo que validez le da, excepto que hace falta para poder trabajar los dos y mucho”.

En un rotundo mensaje, otro lector, Fernando, muestra su “disconformidad” con la idea que trasmite el artículo de que la baja escolarización de los niños de cero a tres años es negativa: “A esa edad todos l@s niñ@s tendrían que estar con sus padres. Lo que es una aberración es que haya que abandonarlos en una guardería por culpa del trabajo. Afortunadamente algunas familias cuentan con abuelos, vecinos y gente cercana que pueden ayudar cuando no pueden atenderlos. Lo de la escolarización de bebés es lo mismo que las residencias de ancianos. No señores, el trabajo no debería ser la prioridad en la sociedad”.

He remitido las quejas a la autora del artículo, Ana Torres, que responde:

“El titular no incluye ningún tipo de valoración o posicionamiento, es una frase informativa que se basa en datos estadísticos, sin intención opinativa”. En cuanto al primer párrafo, añade: “afirmo que ‘organizaciones internacionales como la OCDE advierten de la importancia de acceder a la educación infantil cuanto antes’. En esa frase referida a dicha organización, no se especifica que esa recomendación sea exclusiva del periodo cero a tres años. Como se explica más adelante, la educación infantil se compone de dos ciclos: el primero (que abarca de cero a tres) y el segundo (que va de los tres a los seis años). Cuando se habla a lo largo del artículo de educación infantil o escolarización temprana, se hace referencia a la etapa de cero a seis, y no exclusivamente a la etapa de cero a tres. Dichas nomenclaturas están aceptadas por las autoridades europeas y la comunidad educativa, no son una invención mía”.

Por último, añade: “Sobre la frase ‘efectos en el rendimiento escolar futuro y las habilidades emocionales’ de la educación infantil se incluye un enlace al informe Engaging Young Children: lessons from research about quality in early childhood education and care, de la OCDE, donde se pueden leer frases como “los diferentes informes de la OCDE Starting Strong (de los años 2001, 2006, 2011,2015, 2017), así como otras investigaciones internacionales, han señalado que la educación de alta calidad durante la primera infancia es beneficiosa para el desarrollo temprano de los niños y su posterior desempeño escolar en diferentes campos, como el uso del lenguaje, el desarrollo de habilidades académicas como la lectoescritura, la capacidad numérica y habilidades socio emocionales”.

Ana Torres me remite diversas citas de informes de la OCDE, y del informe Aprendizaje y ciclo vital. La desigualdad de oportunidades desde la educación preescolar hasta la edad adulta, publicado por Obra Social La Caixa, de los investigadores Leire Salazar y Héctor Cebolla-Boado.

Por otro lado, la autora insiste en que el artículo solo pretendía mostrar el estado de la enseñanza preescolar en España al hilo del anuncio presupuestario, razón por la cual recabó datos de las distintas comunidades autónomas y habló con sindicalistas y algunas madres, obligadas a recurrir a guarderías privadas ante la falta de centros públicos en los que escolarizar a sus hijos.

Las informaciones tienen que ser claras e inequívocas. Si la autora del texto pretendía referirse a los niños menores de seis años, tendría que haberlo dejado claro. Temo que no ha sido así. Desde el titular hasta el punto final del artículo se hacen referencias a la primera etapa de esa “escolarización temprana”, por lo que es totalmente razonable que los lectores lo hayan entendido así. De hecho, y como la propia autora señala, el objeto del artículo era mostrar el grado de escolarización de los niños de cero a tres años en las distintas comunidades autónomas.

Aunque el titular de la edición digital es estrictamente informativo, la autora sí incluye en el texto valoraciones y opiniones, -en algún caso recurriendo a la fórmula genérica de “diferentes investigaciones” o “todos los expertos”-, favorables a la escolarización de los niños de menos de tres años. Dado que no existe un consenso entre especialistas y padres respecto a que dicha escolarización sea positiva para la mayoría de los niños, es razonable que muchos lectores hayan mostrado su disconformidad con el texto. El tema mercería, en mi opinión, un artículo específico en el que habría que recoger todas las opiniones de los expertos: las favorables a dicha escolarización y las de quienes lo desaconsejan

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