La esencia de Quebec
Un partido contrario a la inmigración se impone en la provincia canadiense, con un discurso ajeno a su tradición de acogida
El lema de Quebec, que puede leerse en todas las matrículas, es “Me acuerdo”. Pese a ser una frase omnipresente en la provincia canadiense francófona, existe un debate abierto sobre su significado exacto. En lo que sí coinciden los expertos es en que simboliza la importancia que los quebequeses conceden a la memoria colectiva, a su historia y a sus traiciones. Y si existe una tradición arraigada en Quebec, sobre todo en su principal metrópoli, Montreal, es la de la acogida de inmigrantes, que han conformado más que cualquier otra cosa su identidad. Por eso es especialmente preocupante la victoria en las elecciones del domingo de una formación, Coalition Avenir Quebec (CAQ, Coalición Futuro de Quebec), que, con una campaña centrada en la inmigración, ha logrado pasar de 21 escaños a 74, lo que le proporciona una cómoda mayoría absoluta. Por primera vez desde 1970 no gobernarán ni los liberales ni los separatistas: el independentismo ni siquiera ha sido un tema de campaña y el partido separatista ha quedado laminado electoralmente.
Es preocupante no tanto por las principales medidas que plantea, que cualquier partido xenófobo europeo consideraría demasiado blandas, sino por el solo hecho de que haya introducido un debate que hasta ahora era totalmente minoritario y ajeno. “Quebec ha superado su capacidad de integración”, ha sostenido el candidato a primer ministro, François Legault, que quiere pasar de admitir 52.000 inmigrantes a 40.000 y pretende imponer mayores controles a los trabajadores calificados, los reagrupamientos familiares y los refugiados. Su propuesta más polémica es un examen de francés y cultura a los tres años de la llegada y expulsión en caso de suspenso, lo que, en realidad, tendría una repercusión mínima porque el grado de integración es muy elevado, pero sentaría un precedente preocupante.
La respuesta más dura a su discurso ha llegado por parte de los empresarios, que han recordado que Quebec, la segunda provincia más poblada de Canadá con una cifra de paro que roza el umbral del pleno empleo (5,3%) y un crecimiento del 3%, necesita trabajadores extranjeros para sostener su economía. La Cámara de Comercio de Montreal le recordó el mismo lunes que hay 100.000 empleos vacantes en la provincia francófona por falta de candidatos adecuados. Las propuestas de Legault son, por lo tanto, nefastas para la economía. Sin embargo, han calado entre los votantes en una demostración más de que los Salvini, Orbán o Trump están logrando exportar sus discursos xenófobos incluso a territorios donde hasta ahora no tenían ninguna repercusión. Quebec es una tierra de inmigrantes con una admirable tradición de acogida forjada a lo largo de décadas. Y ahora Legault ha logrado crear un problema donde no lo había.
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