Torpe
Quien rompe siempre le echa las culpas de la ruptura al otro. Da lo mismo que se liquide una pareja, una sociedad profesional o un gobierno
Es una estrategia muy antigua, y quizás por eso ya no da tan buenos resultados. Al anunciar su decisión, quien rompe siempre le echa las culpas de la ruptura al otro. Da lo mismo que se liquide una pareja, una sociedad profesional o un Gobierno. No se asusten, no voy a volver a hablar de la Guerra Civil —aunque podría, ya que precisamente ese punto, el del culpable que transfiere la responsabilidad a su víctima, el rebelde que primero da un golpe de Estado y después llama rebeldes a quienes apoyan al Gobierno legítimo, resume las muy justificadas críticas al vídeo de los dos jubilados que combatieron en el Ebro— porque me gustaría pensar que esa astucia ya no cuela. Si fuera una novela, yo diría que la ruptura del acuerdo que permitió continuar a Díaz en el Gobierno de Andalucía tiene un argumento torpe, incluso inverosímil. No sólo porque no se debería anunciar a bombo y platillo un adelanto electoral de apenas seis meses, sino porque precisamente ese plazo es el que requeriría la supresión de los aforamientos que ha llevado al partido de Rivera a romper con el PSOE. Yo estoy a favor de dicha supresión, pero me parece que tres años y medio es tiempo de sobra para dar un ultimátum viable y, en consecuencia, eficaz. Esperar a que cumplirlo resulte imposible para hacerse los ofendidos después, me induce a pensar que la verdadera causa de la ruptura es el Gobierno socialista de Madrid. Tampoco es el único caso, porque no encuentro otra explicación al cambio de postura de ERC respecto a la unilateralidad de la independencia, pero dudo de que lo que puede convenir en Cataluña, convenga en Andalucía. Tal vez, el líder andaluz de Ciudadanos debería consultar la trayectoria reciente de Susana Díaz y sacar sus propias conclusiones.
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