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Tentaciones

Qué pasa cuando una blanca dice ‘negrata’

Kendrick Lamar detuvo su concierto en el Hangout Fest cuando una fan a la que había invitado al escenario repitió varias veces el término 'nigga'

Sí, el lenguaje importa. Las palabras importan. A través de ellas generamos ideas, creamos sensaciones, damos forma al presente, al pasado y al futuro, y a su alrededor nacen y crecen los imaginarios sociales, la cultura, las revoluciones. Un verbo, un adjetivo o un nombre pueden construir tanto como destruir, agitar o calmar. En Estados Unidos, si hay un término que sigue cargando con el peso de la historia, ese es nigga, nigger. 

La traducción más acertada, en español, es negrata. Pero ni siquiera con el lastre peyorativo que tiene de por sí en castellano puede entenderse la herida que abre, el dolor que causa y la controversia que levanta.

Esa fue la forma en la que los blancos llamaron a los negros mientras los sometieron como esclavos. Hace décadas que no se usa esa palabra, sobre ella sobrevuela una prohibición implícita para todo aquel que no sea negro. Salvando todas las distancias posibles, tiene la misma doble cara que "maricón" en la comunidad LGTBIQ: puedes pronunciarla si eres parte de esa comunidad, pero no es una buena idea hacerlo si no lo eres. Maricón, como negrata, se usaron durante décadas de forma despectiva, insultante, casi escupidas por aquellos incapaces de tolerar nada que no fueran ellos mismos, cegados por un odio incomprensible, mezquino y absurdo. 

Por eso, cuando la noche del pasado domingo Kendrick Lamar invitó a una fan a subir al escenario para cantar m.A.A.d city y ella lo hizo literal, tuvo que parar el concierto. La fan era blanca y esa canción del primer disco de Lamar tiene la palabra nigga más de una veintena de veces en una estrofa que se repite... Al cantante, criado en una ciudad a las afueras de Los Ángeles, observador constante del racismo y la violencia, aquello debió entrarle como una pica en el estómago. Detuvo la canción y le pidió que siguiera, pero prescindiendo de aquella palabra.

La seguidora lo hizo, totalmente ajena a lo que acababa de ocurrir. Ni siquiera se había dado cuenta. Entre el público, hubo quien sí y hubo quien comenzó a silbar y a insultar: "Zorra", "puta". Términos que también encierran violencia —en este caso sexual, además de misoginia y machismo—, no parecen una buena idea. Pero como la fan, probablemente quien insultó a gritos desde el público lo hizo sin pensarlo, sin ver ese otro lado que tienen las palabras. Y que sí, importa.

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