El secreto de Londres es una diseñadora española
Las prendas estilo 'vintage' de la barcelonesa Alex Al-Bader tienen estatus de culto. A Soler, su tienda de Notting Hill, acuden multitud de 'celebrities' en busca del vestido perfecto
En septiembre de 2015, en una entrevista con ES Magazine, la actriz Salma Hayek hablaba así de una de sus tiendas favoritas: “Es uno de mis grandes hallazgos en Londres, mi sitio secreto”. No se refería a ninguna de las marcas del grupo Kering, el conglomerado de lujo que preside su marido, François-Henri Pinault, sino a una boutique independiente llamada Soler que no solo es un lugar fetiche para la mexicana, sino también para muchas otras celebrities como Madonna, Heidi Klum o Courteney Cox. Su dueña, la española Alex Al-Bader (Soler es su apellido materno, pero utiliza el de su marido), ha logrado entrar en el circuito de clientas más deseado sin necesidad de tener un showroom o una estrategia de relaciones públicas. “Con Salma Hayek entré en contacto porque mi hija iba a clase con su niña. Nos hicimos amigas, un día vino aquí y básicamente se llevó un cuarto de tienda a su casa –explica con naturalidad la diseñadora–. A Madonna no la conozco, pero vendemos en un hotel maravilloso en Puglia donde ella estuvo hace dos veranos. Le concertaron una cita en la tienda, se enamoró de mi vestido Marcela y se lo compró en varios colores. Courteney Cox es otra super clienta, le encanta todo lo que hacemos. Y a Heidi Klum le mandamos cuatro prendas para una sesión a través de una estilista que conozco y le gustaron mucho”.
La clave que explica la buena acogida de su marca no es otra que los propios diseños: románticos, femeninos y de inspiración vintage, están confeccionados con tejidos naturales y de forma artesanal, de modo que las clientas pueden personalizar los modelos eligiendo el color, la tela o el estampado que prefieran, o incluso ajustando la talla, el largo, las mangas o el escote gracias a la presencia constante en el taller de una modista. “Si entra una mujer que es pequeña de arriba, pero tiene una talla grande de cadera, por ejemplo, le cambiamos el patrón y se lo adaptamos. Y ya es fiel para toda la vida”, afirma.
Alejandra llegó a Londres desde Barcelona hace 18 años para trabajar como modelo, y compaginó campañas y catálogos con los estudios de Económicas en la Universidad de Westminster. Después de tener a su segundo hijo, se le ocurrió la idea de crear una línea de moda “que no fuera más de lo mismo”. Tras realizar un curso de costura y otro de patronaje, creó una pequeña colección de ropa de playa que empezó vendiendo a amigas en el salón de su casa. La respuesta fue abrumadora. “Tenía la casa llena de ropa, cada vez venía más gente a verla y mi marido me sugirió que buscáramos un espacio. Encontramos este hace siete años”.
Soler está ubicada junto al mercadillo de Portobello Road, el lugar que más le inspira. El local está abarrotado de sus característicos vestidos largos, caftanes y monos, realizados en seda, algodón o encaje –aunque también trabaja con tejidos de invierno como piel o cachemir–. Los cortes son sencillos, pero es en los colores, atrevidos y vibrantes, donde Alejandra no se pone límites. Los estampados están creados a medida por su hermana, la pintora Mónica Subidé, e impresos sobre la tela. En algunos casos, la artista utiliza la prenda como lienzo. “Esas son las piezas más exclusivas, y también las más caras, porque son únicas. Son como cuadros en tu cuerpo”, asegura Alejandra mientras muestra un vestido pintado a mano cuya etiqueta marca 1.450 libras (más de 1.600 euros). Junto a su taller y su web, tiene otros tres puntos de venta en Europa (ninguno de ellos en España), cinco en Estados Unidos y uno en Dubai. Además, en junio estarán en Net-a-Porter con una colección cápsula, Soler x ARG, en la que han colaborado con una estilista de Nueva York.
Lo más llamativo de su éxito es que lo ha logrado sin fijarse en lo que dictaban las pasarelas. “Mi fuente de inspiración no son las tendencias. Yo solo me sigo a mí misma”, asegura. Sus planes de futuro pasan por crecer de forma controlada: “Tengo mil ideas: una línea de denim, ropa de baño... pero no doy abasto. Ya somos siete en la empresa, y ahora estamos en el proceso de pensar dónde nos vemos en cinco o diez años. Quiero ir creciendo, pero con puntos de venta buenos y bien escogidos; ganar nuevas clientas, y seguir disfrutando de diseñar. Yo no me cierro a nada, y creo que, cuando eres abierta, las cosas te llegan sin buscarlas”.
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