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La última rebeldía de Harry en su boda con Meghan: saltarse el protocolo y casarse con barba

Era una de las cuestiones pendientes, casi tan intrigante como el vestido de la novia: ¿mantendría el príncipe la barba que luce desde 2013? Lo hizo

El príncipe Harry a su llegada a la capilla de San Jorge para casarse con Meghan Markle.
El príncipe Harry a su llegada a la capilla de San Jorge para casarse con Meghan Markle.Getty Images
Guillermo Alonso

No es que Harry no se pudiese casar con Meghan Markle luciendo barba. El protocolo dice otra cosa: que los miembros de la Armada Británica no pueden llevar barba mientras visten su uniforme. Y el príncipe Harry (Reino Unido, 1984), como exmiembro de la Fuerzas Armadas británicas (tuvo una carrera militar de diez años en el ejército), vistió su uniforme militar, al igual que hicieron su abuelo, su padre y su hermano. Harry escogió hoy, en concreto, el de capitán de los Blues & Royals. Asi que sí: se saltó el protocolo.

De todos modos fue algo que no está del todo fuera de lugar en una boda que dinamitó muchísimos convencionalismos sobre lo que debe ser un enlace real. Y lo hizo, aparentemente, para alegría de los espectadores y de muchos medios británicos, que celebraron que, aunque el príncipe siente la cabeza, haga un guiño a su pasado rebelde

“El príncipe Harry ha desafiado a siglos de tradición al mantener su barba y vestir su uniforme militar”, tuiteó el diario Metro, uno de los más leídos de Inglaterra. Eso sí, los expertos en grooming han notado que la barba está perfectamente recortada y cuidada. Es, casi, una barba que está y no está a la vez.

El mundo conoció la barba de Harry en 2013, cuando apareció sin afeitar en las imágenes de su viaje a la Antártida. No era cualquier barba: era una que hizo que ganase miles de nuevos admiradores alrededor del mundo (convertía su rostro en más masculino y adulto) y se ganó artículos en la sección de estilo de revistas como la estadounidense Vanity Fair.

“¡El príncipe Harry tiene barba! ¡Y no le queda nada mal!”, escribió Josh Duboff. “Sí, la barba es pelirroja. Y no, no sabemos cómo otros participantes en este viaje pueden concentrarse en avanzar a través de la nieve ante la presencia de esta maravilla pelirroja”.

Pero la alegría duraba poco. A comienzos de 2014 algunos medios se hacían eco de que la reina Isabel II no estaba muy contenta con la barba de su nieto y le había ordenado afeitarse. “El vello facial está mal visto en palacio”, confirmó un miembro del servicio de la familia real británica entonces. “Se te dice que nada de barba o bigote. Son órdenes de arriba”. Un mandamiento que se extiende incluso a ellos, a los trabajadores de palacio.

Si la barba era un desafío a la reina, que la luzca con uniforme militar y en su propia boda es el desafío definitivo de Harry. Pero es probable que a estas alturas, y con la de hitos que esta boda aporta a la familia real (su nuevo miembro es una mujer mestiza y divorciada), el asunto del vello facial sea baladí. Por supuesto, en un país que le gusta tanto apostar, la barba era una de las cuestiones en juego. Y las casas de apuestas de Londres apostaban por el sí.

Una parte del público apreciaba la opción de la barba, pero consideran que no es una opción adecuada para protagonizar una serie de escenas que pasarán a la historia.

Sin embargo, publicaciones masculinas como la edición británica de Esquire no solo estaban a favor de la barba, sino que rogaban al príncipe que la mantuviese. "Por favor, príncipe Harry, mantén tu barba para la boda", rezaba el título de este artículo publicado esta semana.

Según Kensington Palace, la reina dio permiso a Harry para que vistiese el uniforme que su nieto eligió para este gran día. Lo que no se sabe todavía es si le pidió (y obtuvo) permiso para la barba. Viendo las bodas de su hermano, sus tíos o su padre, sabemos que en aquellos casos no lo dio. O ni siquiera se atrevieron a pedírselo. Pero Harry es un rebelde. Y un rebelde lo es para siempre.

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Sobre la firma

Guillermo Alonso
Editor web de ICON. Ha trabajado en Vanity Fair y Telecinco. Ha publicado las novelas ‘Vivan los hombres cabales’ y ‘Muestras privadas de afecto’, el libro de relatos ‘La lengua entre los dientes’ y el ensayo ‘Michael Jackson. Música de luz, vida de sombras’. Su podcast ‘Arsénico Caviar’ ganó el Ondas Global del Podcast 2023 a mejor conversacional.

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