
19 cosas más que antes hacíamos los españoles y hoy nos parecen impensables
Nueva entrega de la comparativa sobre si nuestro país ha cambiado en las últimas décadas para bien o para mal

Las cifras de la primera década de este siglo lo dejan claro: desde la llegada del euro el IPC subió casi un 32 % mientras los sueldos lo hicieron solo un 13 %. El euro no fue lo que nos prometieron en aquellas campañas que insistentemente nos enseñaron a multiplicar y dividir (100 pesetas serán 60 céntimos de euro): si un menú del día costaba 600 pesetas, pasó a costar 6 euros, si un café costaba 100 pesetas, pasó a costar un euro, si una prenda de vestir costaba 5.000 pesetas, pasó a costar 50 euros. La peseta dejaba de producirse en la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre el 21 de noviembre de 2000 y de circular el 1 de marzo de 2002. La inflación es normal en todos los países haya o no un cambio de moneda, pero el euro sirvió para jugar al despiste: el aumento del coste de la vida desde el fin de la peseta ha sido del 38,8 % según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Aquella famosa campaña de los García en la que nos enseñaban a calcular que 500 pesetas eran tres euros nos mintió un poco. En la imagen, una escena de 'Cuéntame cómo pasó' que se sitúa en un bar.





![De lo natural que es la estampa puede que te haya pasado desapercibida. Pero la próxima vez que acudas al supermercado encontrarás en los pasillos a más de una persona dejándose la vista estudiando las etiquetas con la información nutricional del producto que está a punto de lanzar al carrito de la compra. "El mensaje de que la industria alimentaria no se preocupa por nuestra alimentación ha calado en la sociedad. Es cierto que es importante tener cuidado y prestar atención a lo que comemos, pero hay que saber mirar las etiquetas y leer lo fundamental. Lo mejor es olvidarse de la información nutricional [el cuadro donde aparece el número de calorías que tiene el producto] y centrarse en la lista de ingredientes para ver de qué está compuesto el alimento. Hay que evitar aquellos que contengan azúcares añadidos, harinas refinadas y grasas vegetales", señala la nutricionista Judit López. Antes la compra se hacía en mercados donde los alimentos principales eran frescos (frutas, verduras, lácteos, cereales...) y apenas estaban procesados. "Hace 30 años no había mucha información nutricional, pero la alimentación era más sana porque el consumo de productos procesados [galletas, flanes o cola cao ] era esporádico", apunta la nutricionista. En la imagen, Aitana Sánchez-Gijón y Juan Echanove en el supermercado en la película 'Bajando al moro'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/57JOL6DXZJMBBOAFLFUL5XMN5A.jpg?auth=b536f0543b51e9284e11565ebddc63a6942af5844c40ede6e65e7ab770833604&width=414)

¿Cuándo fue la última vez que el público español pudo seguir una serie extranjera a través de un canal en abierto en España? Lejos quedan las audiencias enormes de producciones como 'Melrose Place' o 'Dallas'. Hoy las cadenas apuestan todo al producto español (cada vez más cuidado) y relegan las series extranjeras al verano, cuando la audiencia baja y hay que cubrir huecos. Este cambio de paradigma viene, por un lado, de las nuevas plataformas que ofrecen series en 'streaming'. "Con Netflix es el usuario el que tiene el control de cuándo, cómo y dónde quiere ver el contenido", aclara Tamara Garcia-Noblejas, Consumer PR Manager de Netflix en España y Portugal. "Además, ser una plataforma global permite que las historias traspasen fronteras, ya no importa de dónde sea la producción, es el contenido el que prevalece". Y añade: "Es muy representativo, por ejemplo, que 9 de cada 10 horas vistas de 'Dark', una serie original Netflix de producción alemana, provienen de fuera de Alemania, o el caso de 'La Casa de Papel', que se ha convertido en un fenómeno global tras estar disponible en Netflix y actualmente es la serie más vista de habla no inglesa en la plataforma”. Al nuevo reinado de las plataformas de suscripción hay que añadir el maltrato que las cadenas generalistas dan a las series de fuera. El último ejemplo es 'American Crime Story: el asesinato de Gianni Versace', que Antena 3 ofreció en larguísimos bloques de hasta tres episodios por noche que agotaban al espectador (la serie terminaba sobre la 1 de la madrugada). Y podríamos poner otro ejemplo que marcó de forma clara el cambio de tendencia: 'Perdidos', una serie que TVE empezó a emitir demasiado tarde, cuando ya todo el mundo hablaba de ella en Internet. Los espectadores prefirieron bajársela de forma ilegal y, mientras la audiencia en Internet era brutal, la televisión pública la relegaba a La 2 y a horario de madrugada. El espectador aprendió en ese momento a cambiar de pantalla: la de la televisión era para las series españoles, la del ordenador, para las de fuera. En la imagen, una escena de 'Cuéntame cómo pasó'.

Las mujeres tuvieron en 2017 menos hijos que nunca en España desde que se miden este tipo de datos. Nacieron 418.432 bebés en nuestro país. Un 1,8 % menos que el año anterior. Y el porcentaje de nacidos de una madre no casada alcanzó el 44,5 %, el valor más alto de la historia. Datos que indican que no solo los españoles tenemos menos hijos, sino que lo hacemos en unas circunstancias muy diferentes. El dato más revelador a este respecto es el índice de fecundidad, o sea, el que mide el número medio de hijos por mujer. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, las mujeres en España han tenido una media de 1,33 hijos. Si vamos 50 años atrás, esa cifra casi se triplica: era de 2,87 en 1968. Según un informe de la Federación Española de Familias Numerosas (FEFN), el 70 % de las familias numerosas en España tiene tres hijos. La primera ley de protección a la familia numerosa exigía más de 4 hijos para tener ese título. En la imagen, los protagonistas de la mítica película española 'La gran familia', de 1962.


Ahí está, en todas nuestras fotos de finales de los noventa y principios de los 2.000. Pero hoy la perilla es casi un elemento tragicómico en el rostro de un hombre o una señal, en series y películas, de que alguien no es fiable. De los Backstreet Boys a Brad Pitt, de Justin Timberlake a Johhny Depp, de Ice Cube a Kurt Cobain, todo aquel famoso que algún día de la década de los noventa fue un símbolo de estilo llevó una perilla. Sin embargo hoy, cuando ya la barba 'hipster' empieza a resultarnos cansina y atrevida, la perilla es directamente digna de un carnaval. "A la perilla le sucede como a las barbas demasiado perfiladas: resulta exagerada, y solo favorece si se tiene un óvalo facial bien proporcionado y con la mandíbula en su sitio", opina Carlos Primo, profesor de Historia de la Moda en la escuela. "Hoy la barbería busca una cierta naturalidad, y ese resultado se logra mejor con una barba moderadamente salvaje o con un afeitado completo". Publicaciones como Business Insider apoyan esta teoría. “Si no eres Idris Elba o Brad Pitt, ni lo intentes”, declaró su estilista Jessica Cadmus. Muchos elementos de los noventa están volviendo con fuerza en lo que es un ciclo natural de las tendencias, pero la perilla todavía no se atrevido a asomar la patita. ¿Sucederá? En la imagen, Luis Tosar en 'Celda 211'.



Según el informe sectorial publicado por el observatorio DBK, los ingresos de los gimnasios crecieron un 6 % en 2017 (igual que el año anterior) y se facturaron 950 millones de euros. Ir a gimnasio nunca había sido tan habitual y tan económico: de hecho, muchos profesionales no consideran representativas estas cifras por la multiplicación de gimnasios "low cost", que por unos 20 euros permiten el disfrute de sus instalaciones. ¿Las razones sociológicas? Hay mil, pero el culto al cuerpo y los hábitos de vida saludables que se promueven desde las redes sociales han dado el disparo definitivo para convertirlo en un gran negocio. "Hace una década, una buena parte de los gimnasios eran municipales, pero desde 2010 aproximadamente los grupos privados se han dado cuenta de que pueden hacer sostenibles los centros", declaró a EL PAÍS Marc Menchén, director de la publicación deportiva Palco23. En la imagen, algunos de los protagonistas de la telecomedia 'Gym Toni', emitida en Cuatro.


Las cámaras de fotos digitales, que parecían imbatibles en 2007, empezaron poco después a experimentar un descenso alarmante en sus ventas. ¿El motivo? El 'smartphone', claro, cuyos modelos han perfeccionado sus cámaras en una década hasta sobrepasar con creces la calidad que ofrecían las cámaras digitales. Hoy es impensable para el ciudadano de a pie meter en su maleta vacacional la cámara de fotos como sí hacíamos en la década pasada, porque nuestra cámara viaja en nuestros bolsillos, en nuestro teléfono móvil. Eso sí, un dato resulta especialmente interesante: las cámaras de objetivos intercambiables, o sea, aquellas que se acercan a las profesionales, han vivido un repunte en 2017. El poder de los 'influencers' y el perfeccionamiento de las imágenes que muchos publican en Instagram llama a que las fotos tengan que ser cada vez de mayor calidad si uno quiere triunfar en ese océano de peces que es la fama digital. No deja de tener gracia que precisamente Internet y los móviles, que acabaron con las cámaras clásicas, creasen a los 'influencers', que hoy son quienes las necesitan para sobresalir. En la imagen, Scarlett Johansson paseando por Barcelona en la película de Woody Allen 'Vicky Cristina Barcelona'.

En 1986, cinco años después de que el divorcio llegara a España (en junio de 1981), los casos de matrimonios disueltos anualmente llegaban a 19.000. Actualmente, según estadísticas del Consejo General del Poder Judicial, se rompe un matrimonio en España cada cinco minutos, siete de cada diez se disuelven y el número de parejas que acaban divorciándose al año es de 114.000. Esto se traduce en que, en los años ochenta, ser hijo de padres divorciados te relegaba al bando de los bichos raros. Sin embargo, los 50.000 menores que cada año se convierten en hijos de padres separados hoy en día ha invertido la ecuación. "Antes, un niño con padres separados se sentía diferente al no tener a sus dos padres juntos en casa. Al ser algo raro, por eso era más fácil que los niños lo usaran como arma arrojadiza en el colegio. Pero esto ha cambiado muchísimo actualmente. La sociedad lo ha normalizado y los niños ya no se sienten diferentes. Es una circunstancia común que está muy naturalizada", explica Rosario Linares, psicóloga y directora de la clínica El Prado Psicólogos. En la imagen, escena de la serie española 'Celia'.


En la actualidad, cuando una mujer cuenta que está embarazada, casi antes de recibir la enhorabuena, tiene que aguantar como le espetan: "Pues se acabó el jamón serrano". Algo que nuestras madres, que pudieron ponerse moradas a jamón serrano durante la gestación, jamás escucharon. ¿Por qué? Porque la ciencia avanza y se revisa continuamente. Ahora se sabe que consumir este alimento durante el embarazo puede contagiar de toxoplasmosis (enfermedad causada por un parásito que puede provocar aborto o malformaciones) al bebé. "No se puede comer jamón ni embutido de la matanza del pueblo porque no se analiza cada parte del animal para comprobar si tiene toxoplasmosis", explicó a 'Buenavida' Txantón Martínez-Astorquiza, ginecólogo del Hospital Quirónsalud Bizkaia y presidente de SEGO. Incluso si ha pasado por una cadena de producción controlada por Sanidad, muchos expertos recomiendan congelarlo durante diez días antes de comerlo.
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