'Dhogs' muestra una Galicia a camino entre los Coen y David Lynch
El gallego Andrés Goteira, firma una de las obras más hipnóticas y arriesgadas de la temporada, que ha triunfado en los premios de la Academia Galega do Audiovisual
Dhogs es una de las grandes sorpresas del cine español de los últimos meses. La primera película de Andrés Goteira (Meira, Lugo, 1983) es una obra sugerente y anómala dentro del panorama cinematográfico español. Un film de ambientes irreales y violentos, con historias cruzadas (en distintos tiempos y lugares) que van desgranando la condición humana a través de sus hipnóticas imágenes y milimétricos diálogos escritos en gallego y que generan una (inquietante) extrañeza.
La película ha viajado ya por los festivales de Londres, Buenos Aires (Bafici) o Sitges, entre otros, confirmándose como una de las revelaciones de la temporada y dejando a los espectadores atónitos y fuera de su zona de confort. ¿No es eso lo que se supone que tiene que hacer el buen cine? Remover, empujar a pensar y conseguir que la película viaje más allá de la pantalla de cine. Y eso es lo que logra Dhogs, que recientemente ha obtenido 13 galardones en los Premios Mestre Mateo que entrega la Academia Galega do Audiovisual.
No estudiaste cine, no hiciste cortos previos y tienes un largo, ¿de dónde viene tu pasión por las imágenes?
No he estudiado cine, si he hecho cortos amateur con mis amigos (los mismos que producimos Dhogs) y en mi pueblo Meira, para experimentar el funcionamiento narrativo del cine. Mi pasión por las imágenes viene obviamente del cine o quizás de los detalles de algún cine que hace click, me gusta cuando en Inland Empire el mayordomo levanta las manos y una de sus piernas para celebrar el éxito del nuevo trabajo de su jefa (risas). Acumulo muchos detalles insignificantes. También, probablemente de las pinturas... uno se hace sensible a ciertas cosas que hacen reaccionar a la química del cerebro. En mi caso, las imágenes, los sonidos, las atmósferas...
Cuatro años para levantar Dhogs, ¿cómo fue el proceso?
No teníamos ni idea como hacer una película con todas las de la ley, partíamos de cero. Finaciarla nos ha costado mucho. Teníamos que aprender a hacerla al mismo tiempo que avanzábamos y seguramente ha sido el proceso más duro y lo que más tiempo nos ha consumido. Queríamos hacer las cosas bien, nuestro equipo de productores ejecutivos tuvo paciencia para pensar en como debería ser el proceso, lo llevamos todo a consenso y al final ha salido bien. La administración gallega nos ha ayudado (Agadic) y la Diputación de Lugo, hemos tenido patrocinios, ha salido bien el crowdfunding, tenemos buenos amigxs/familia, un orgullo todo este apoyo. Por otra parte, el montaje también lo he sentido duro. En general ha sido un proceso agotador, pero estar bien rodeado es una de las claves del un proyecto así. Ha sido la mejor experiencia de mi vida, me ha ayudado a confiar más en mi y a que confíen en mí.
¿Cómo llegaste hasta este tono alucinógeno que tiene la película?
No era consciente estar haciendo algo alucinógeno, pero es lo que quería hacer, es lo que me imaginaba desde un principio, tenía muy clara la estructura, el cómo sonaba, cómo eran los personajes, la suciedad estética... es mi mundo de ficción.
Y tu interés por borrar los límites entre la realidad y, precisamente, la ficción, ¿de dónde procede?
Me interesaba que el espectador viviera una experiencia distinta, que le fuese difícil saber a dónde se dirigía en este viaje. Nada es real, pero buscaba meterme bajo la piel del que observa la película y darle un vuelco total a la historia en su parte final. Algunos espectadores me dicen que quieren verla una segunda vez, estoy seguro que en el segundo visionado están viendo una película diferente, me hace sentir bien que ciertos espectadores quieran rebuscar en la película y hablar de ella.
¿Siempre tuviste clara esta estructura de puzzle narrativo?
Siempre, está en guión así. La película ordenada supongo que no tiene mucho interés, poca chicha, simple. Me interesa mucho la forma, me parece tan importante como el propio guion o la elección de tu equipo. Me encantan los puzzles, me gusta lo ambiguo, el silencio, las historias de los personajes que no se cuenta pero que se palpa, la vida hacia atrás sin la necesidad de verla en imágenes.
Las historias que conforman la película abordan distintos géneros, pero todas tienen en común la extrañeza que generan.
¿Qué directores te han marcado o influido a la hora de rodar Dhogs?
Por el feedback que recibo, siento que están muy marcadas mis referencias en esta primera película, de hecho, mi escuela son las películas y entiendo que se marquen tanto en mi, aún así intento hacerlo a mi forma e inspirarme en ellos. Los ponía al final del guion cuando lo terminaba: Clint Eastwood, Holy Motors de Leos Carax, Tarantino, los Coen, Gaspar Noé, Jarmusch, David Lynch, Funny Games de Haneke... En la pintura Jack Vettriano, en la literatura Haruki Murakami. Aunque no soy un gran cinéfilo, ni lector, ni admirador de las pinturas, me quedo con las sensaciones que me transmiten todos ellos, o con los detalles, me gusta la búsqueda y utilizarla a mi favor.
En la película hay un tratamiento especial de la violencia, ¿cómo lo planteaste?
Para mi, el público es el protagonista de la película, de ello parte el tratamiento a la violencia, haciéndolo partícipe y pasivo. Intento hacerlo elegante pero sin perder el objetivo de vista ni un solo milímetro, necesito generar la sensación que busco.
Cuéntanos para terminar el juego de palabras que compone el título de la película.
Surgió al final de la escritura de guión. En mi familia, por parte de padre, hay mucha inventiva en cuanto a los juegos de palabras. Sería por eso que hice un mix con la sumisión y la perversión. Dogs y hogs, perros y cerdos, los dos son claves en la película. Sin más.
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