Pueblo
La última vez que alguien en España habló del pueblo con propiedad —como si fuera suyo— fue Belén Esteban: ella era la princesa del pueblo
La última vez que alguien en España habló del pueblo con propiedad —como si fuera suyo— fue Belén Esteban: ella era la princesa del pueblo. Todos pensamos: qué chorrada. Aunque nos preocupamos de la idea que se tenía del pueblo, concepto total que como otros —España, matrimonio, cubertería— se relegaba a la prensa del corazón con toreros y folclóricas. Nadie se lo tomaba en serio. En general es patriota el que no tiene otra cosa que hacer, da mucho sentido a tu vida.
Ahora hablan todo el rato del pueblo los independentistas catalanes, pero se les toma en serio. Por ejemplo, Joan Tardà: “El pueblo catalán es un pueblo pacífico”. Te quedas pensando, pero no: es otra chorrada. Qué pueblo ni que pueblo, habrá de todo, unos pacíficos y otros para salir corriendo. Es como eso de que todos los alemanes son altos, rubios y de ojos azules… o deberían serlo. También va por ahí cuando alegan que, sin ser mejores o peores, desde luego los catalanes son distintos. Toma claro, todos somos distintos, lo que no está claro es por qué hay que organizarse en grupos aparte de gente distinta. Los rubios, altos y de ojos azules, aquí. Los otros, allá. O los que piensan así, aquí; los otros, allá, o a callar. Pasará, verán, si aparecen catalanes no pacíficos. Dirán que no son auténticos catalanes. Pero tranquilos, te dicen siempre al sacar este espinoso tema, que eso en Cataluña no pasará. Por eso, creen que son distintos. Como si todos los pueblos, hasta los que se creen más puros, y especialmente esos, no estuvieran también amasados con esta misma mierda. Estos tíos son príncipes del pueblo, pero peores que Belén Esteban, aunque se crean mejores, o distintos
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