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Porque lo digo yo
Columna
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Ya es la hora

Tenemos un asuntillo que aparcamos legislatura tras legislatura pero que no se nos cae de la boca. ¿Recuerdan qué fue de la conciliación?

Getty Images
Maite Nieto

El gen criticón patrio tiene su cuota alícuota de responsabilidad en los retratos que nos empeñamos en compartir con terceros. Nos encanta publicitar nuestras miserias y sobrevolamos con palabras huecas decisiones de enjundia.

Con o sin crisis económica, y de la otra, tenemos un asuntillo que aparcamos legislatura tras legislatura, pero que no se nos cae de la boca. ¿Recuerdan cuándo fue la penúltima vez que salió la manida conciliación a la palestra? Ahí va mi contribución a la memoria muelle de según qué asuntos: en diciembre de 2016. Entonces Fátima Báñez, flamante ministra de Empleo, propuso en el Congreso un pacto político y social para que la jornada laboral acabase a las seis. “Alguno tiene que dar el primer paso”, dijo. Pero, ya se sabe, con estas cosas pasa como con el gimnasio, pagamos y luego ya si eso.

Nos llevamos las manos a la cabeza porque haya japoneses que se suiciden por no soportar el exceso de trabajo —se llama karoshi—, pero que grandes empresas en nuestro país se vanaglorien del horario eterno de sus empleados no es noticia, sino marca de la casa. También lo es que programas de máxima audiencia acaben rozando las dos de la madrugada. ¡Viva la noche loca!

El problema es que no hallo la manera de cuadrar mi agenda para cenar tres horas antes de irme a la cama (y así digerir saludablemente las proteínas), equilibrar mi ocio y mi negocio para ser más feliz, ver las series imprescindibles para no parecer marciana y estar al tanto de lo que me vende mi Twitter, Instagram, Facebook, Snapchat, Pinterest, Flickr, YouTube... Por piedad, que alguien dé el primer paso de una vez. Aunque sea por decreto, para variar.

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Sobre la firma

Maite Nieto
Redactora que cubre información en la sección de Sociedad. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local de Madrid, subjefa en 'El País Semanal' y en la sección de Gente y Estilo donde formó parte del equipo de columnistas. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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