7 fotosSiete episodios en los que ‘Los Simpson’ fueron demasiado lejosComenzó en horario nocturno y con una campaña publicitaria que alertaba de que no era una serie infantil. Estos episodios demuestran por quéEduardo Infante24 sept 2017 - 08:30CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceAunque el episodio 'Un pez llamado Selma' sea recordado por el increíble musical 'Paren el planeta de los simios que yo me bajo', su guión y su argumento son de los más sólidos de toda la serie. La hermana de Marge descubre que su matrimonio con el actor Troy McClure es una farsa y que él lo utiliza como tapadera para ocultar su verdadera inclinación sexual. Lo más llamativo es que se deja caer que los gustos sexuales del actor apuntan hacia... los peces. Solo se nos sugiere de manera velada: él mismo la llama una "anomalía romántica que debe ocultarse a la luz pública", con lo que nuestra imaginación se encarga de hacer el resto (como imaginar qué hace con esa enorme pecera que rodea su salón). El capítulo completo plantea la hipocresía de los matrimonios del negocio del entretenimiento, que solo sirven para aparentar de cara a la opinión pública. La conversación entre Troy y Selma lo define perfectamente e incluso plantea que, si dos personas están de acuerdo en fingir una relación, nadie debería atreverse a juzgarlos por ello. "Sí, serás una esposa de pacotilla. Pero serás la envidia de todas las esposas de pacotilla", le dice él.Frank Grimes es seguramente uno de los personajes más fugaces, desgraciados y maltratados de toda la serie. En su único capítulo, 'El enemigo de Homer', se nos presenta como una persona que se ha hecho a sí misma, que ha ahorrado cada centavo para poder estudiar y que, mediante esfuerzo, ha conseguido un puesto de trabajo en la central nuclear. Su problema es darse de bruces con Homer, un trabajador vago y carente de capacidades que está en su mismo puesto y no se ha esforzado nada por llegar hasta él. En el fondo, plantea un dilema tan serio como la injusticia de una sociedad en la que alguien, por el mero hecho de haber nacido en una familia, tenga más posibilidades que alguien que ha gozado de menos privilegios. “Si vivieras en otro país hace mucho que habrías muerto de hambre”, le dice Grimes a Homer. Pretendieran los guionistas hablar sobre la lucha de clases o no, el final del personaje sigue siendo trágico: toca unos cables de alta tensión tras un evidente ataque de histeria. Sí, en el momento nos hace mucha gracia, pero si lo pensamos fríamente, no tiene ninguna.Imagina que una pareja va montada en un coche. Los dos van absolutamente borrachos. El coche acaba teniendo un accidente y, antes de que llegue la policía, el conductor pone en su lugar a su esposa, inconsciente, para que la culpa recaiga sobre ella. Pues eso es lo que hace Homer a Marge. Ella acaba siendo condenada a una terapia para alcohólicos en la que descubre que, al menos en EE.UU., pueden no ser lugares demasiado recomendables. La escena de Homer abrazado a una Biblia en la que realmente tiene una petaca de licor tiene numerosas lecturas y no todas buenas para los conservadores. Naturalmente, en el capítulo todo acaba bien, aunque en la vida real la reacción de cualquiera hubiese sido bien distinta a la de Marge.El suicidio se ha tratado en la serie en numerosas ocasiones, pero siempre desde un punto de vista frívolo y como recurso humorístico (recordemos que Moe lo intenta cada Navidad). Sin embargo, en este capítulo de la primera temporada el padre de familia está a punto de suicidarse lanzándose al río tras ser despedido de la central nuclear y tras no haber sido capaz de encontrar otro trabajo. La escena del suicidio resulta especialmente desconcertante no solo porque la animación de aquellos primeros capítulos nos resulte hoy francamente mejorable, sino porque se plantea como algo totalmente en serio y forma parte de la trama: Homer lo había reflexionado y se quería suicidar. Tras su intento fallido y tras tener una epifanía, Homer se dedica a denunciar, en beneficio a la comunidad, todo aquello que pueda resultar peligroso en Springfield. Por cierto, hay quien situaría un comportamiento extremadamente altruista tras un intento de suicidio como una fase más de una depresión. Series como 'Enlightened' de la reciente ganadora de un Emmy Laura Dern lo ejemplifican.Quizás como recurso para atraer audiencia o como experimento, en los últimos años 'Los Simpson' han invitado a varios artistas a crear los títulos de crédito de la serie. En 2010 el invitado fue Banksy y de su mano llegó uno de los momentos más incómodos de la serie. En su creación puede verse a trabajadores en condiciones de semiesclavitud, utilizando materiales peligrosos para hacer productos promocionales de 'Los Simpson' y usando animales como mano de obra. Además de denunciar la estrategia de externalización de la Fox, los títulos de crédito parecen apuntarnos a nosotros mismos. Es muy probable que tengamos 'merchandising' fabricado en esas condiciones en alguna de nuestras estanterías. Esta introducción no hace que se nos congele la sonrisa porque, en primer lugar, nunca nos invita a sonreír.Bart ha tenido tantas novias y pequeños romances que llevaría mucho enumerarlos. Solo hay uno que ha pasado más allá de la inocencia infantil y que a más de un espectador pudo hacerle sentirse incómodo. En este episodio Bart comienza un romance a escondidas con Shauna, la novia de uno de los matones del colegio, Jimbo Jones. En un momento dado, Shauna mete a Bart en un local vacío de un centro comercial, se levanta la camiseta y, en una escena inusualmente adulta para la serie, le enseña los pechos. Aunque desconocemos la edad exacta de Shauna, debe de girar en torno a los 15 años y recordemos que Bart solo tiene 10. Efectivamente, en algunos países podría ser calificado de delito.'Los Simpson' ya trataron la inmigración en el capítulo 'Mucho Apu y pocas nueces'. Seguro que lo recuerdas: es ese en el que Apu tiene que pasar un examen de ciudadanía para poder ser estadounidense. Pero en la temporada 20 se emitió 'Nos vamos a Homérica' en el que la serie tocó, de la manera más realista, la inmigración y el racismo. En el episodio, el pueblo vecino de Oggdenville ha caído en la bancarrota y todos sus habitantes, descendientes de nórdicos y hasta con acento noruego, se mudan a Springfield a hacer todos los trabajos que sus ciudadanos no quieren hacer. Por ejemplo, arreglar las chapuzas en la casa de los Simpson, cuidar a Maggie, ser pareja de Selma... El problema viene cuando los habitantes de Springfield empiezan a darse cuenta de que tienen que compartir con ellos los servicios sociales (ocupan los hospitales por hacer trabajos peligrosos sin seguridad alguna) y que su cultura se está mezclando con la de los locales. Al alcalde se le ocurre levantar un muro que, además, va a ser construido por los propios "oggdenvillianos". Recordemos que el capítulo es del año 2009, muchos años antes de la irrupción de Trump como candidato. ¿Será una de esas veces que la serie predijo la realidad? En el capítulo, eso sí, los habitantes de Springifield se acaban dando cuenta de lo mucho que echan de menos a sus vecinos y derriban el muro. No fue un mal final.