Nada justifica la violencia
No tenemos miedo, pero asusta. Y no es para menos. Ya empezaba a ocurrir allá por la cabalgata de Reyes, en la que se mezclaban caritas radiantes de ilusión con fuerzas de seguridad armadas hasta los dientes. Pero ahora más que nunca no debemos renunciar a la libertad, no podemos doblegarnos. Hay que seguir adelante. Con nuestros ideales, esos que tanta sangre derramada han costado, con los quehaceres cotidianos y nuestra forma de entender la vida en sociedad. Resistir es vencer. Pongamos medidas, obstáculos bien grandes, más vigilancia si cabe. Demostrémosles que no existe razón ni amparo religioso que justifique su barbarie. Tampoco caigamos en lo que nos pide el cuerpo, en lo que no dejamos de oír estos días en cada rincón. Devolver el golpe solo engendrará más violencia, y aquí Talión no pinta absolutamente nada. No consintamos ser como ellos, y tampoco metamos a todos en el mismo saco, porque la inmensa mayoría de los islamistas son pacíficos, no terroristas. Reflexionemos sobre lo que nos enseñó la historia con el desastre nazi para ver hasta dónde puede llegar el ser humano si continúa en el odio infundado contra una religión.— Óscar Camiño Santos. A Coruña.
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