Solo tengo mis palabras
No tengo nada más que mis palabras para poder atenuar el dolor profundo que siento cuando alguien que se define a sí mismo como ser humano asesina, maltrata, abusa de o esclaviza a un niño. El pasado viernes, una criatura de ocho años murió en un hospital de Zaragoza como consecuencia de la paliza recibida el día anterior por una alimaña disfrazada de tío carnal, y mis palabras no son suficientes para curar la impotencia sin medida que siento ante este hecho. Escuchar esta noticia hace que sienta que ya no hay esperanza. No hay justicia en ningún lugar de la Tierra que pueda reparar esta atrocidad. No hay justicia en ningún lugar de este mundo que pueda reparar tantas atrocidades que se cometen en tantos lugares contra los niños. ¿Es que el ser humano no tiene límite en su capacidad para el mal y la perversión?
Y yo solo tengo mis pobres palabras que no sirven para nada, ni siquiera para restañar una lágrima de un solo niño.— Luis Maroto Rivero. Navalcarnero (Madrid).
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