Sumar o restar
Los prepotentes, restan; los humildes, suman. Los que están ciegos, mudos y sordos frente a los desmanes, restan; los que asumen los errores o les dan batalla, suman.
Quiero que vuelva Coco. Abro paréntesis. Ese peludo, azul, desgarbado y delgaducho muñeco que enseñaba en Barrio Sésamo conceptos básicos como dentro-fuera, arriba-abajo o cerca-lejos a los niños españoles durante las décadas de los 80 y 90. Cierro paréntesis.
Necesito que me ilustre porque me pierdo en la selva en la que han convertido algunos la política, la justicia, la economía e incluso el deporte. Al grano: hay gente que suma y gente que resta. Los prepotentes, restan; los humildes, suman. Los que están ciegos, mudos y sordos frente a los desmanes, restan; los que asumen los errores o les dan batalla, suman. Los que son capaces de ponerse en lugar del débil, suman; los que se muestran incapaces de ver más allá de su ombligo, restan. Los que destrozan al prójimo con sus enmiendas a la totalidad, restan; quienes buscan resquicios que iluminen el mundo, suman. Los que separan, restan; los que tienden puentes, suman. Quienes tiran la toalla y asumen fácil la derrota , restan; quienes se superan y confían, suman.
Pueden seguir el juego con tantas comparaciones como quieran y ponerles nombres y apellidos. Yo me mojo: la perseverancia, la superación y la sencillez de Rafa Nadal, suma; los pájaros de mal agüero que vaticinaron que sus tardes de gloria quedaban relegadas a un palmarés soberbio pero pasado, restan. Esto no va de potencia de saque, profundidad de drive o contundencia en el remate, sino de tener claro que si le dices a un cateador adolescente "Rafa ha ganado. Si él puede, tú también", lo pilla a la primera.
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