Disney cruel
Javier Bardem no es el único que prefiere no poner a sus hijos las películas clásicas de la factoría de animación
La congoja por ver a la madre de Bambi entre llamas es un clásico de la infancia. Tú esperabas las aventuras de un cervatillo y toma, primer bofetón de Disney. No sería el único: la crueldad hacia Dumbo o Cenicienta, la impotencia de Simba para salvar a su padre… Todo bien cargado de drama, nada de muertes poéticas como la de David El Gnomo convirtiéndose en árbol.
Un productor de Disney indicó hace años dos razones por las que tantas cintas tenían protagonistas huérfanos: la muerte de un progenitor era un recurso para acelerar la madurez del personaje y, además, el propio Walt Disney había perdido a su madre en un accidente.
Intuyo que la familia de Javier Bardem y la mía no son las únicas que evitaban la parte del incendio. El actor ha contado en estas páginas que no les pone a sus hijos las películas clásicas de Disney porque le parecen “muy crueles”.
A mí me puede la nostalgia y me las trago las veces que haga falta. Pero alucino al darme cuenta de que las protagonistas de mis cintas favoritas siempre tenían que ser salvadas por algún tipo o que Úrsula le aconsejaba a Ariel (La Sirenita) que siendo una chica mona estás mejor calladita. ¡Solo me acordaba de la canción del cangrejo Sebastián!
No solo cambiamos nosotros, también lo hacen algunos dibujos. En casa estamos viendo, en parones interrumpidos por Peppa Pig, la versión del siglo XXI de Heidi, con dibujos más modernos y el imperdonable sacrilegio de haber modificado la sintonía de la cabecera. Y ahí tengo yo otro drama.
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