Gordofobia

Gordos y delgados parecen a veces dos bandos, y eso que, en ocasiones, se les ataca por lo mismo. Sobre todo a las mujeres: si una famosa está muy gorda o muy delgada —lo de "muy", "gorda" y "delgada" es subjetivo— se la criticará por promover hábitos no saludables. A Rocío Crusset hay quien la manda a comer bocadillos; a Ashley Graham, alejarse del chocolate. Tania Llasera tiene trolls en su Instagram que le dicen que más delgada estaba más guapa, frase célebre entre opinadores del físico ajeno.

Hace años se temía por las webs que promueven la anorexia y la bulimia. Ahí siguen, por cierto, y ahora aprovechan los foros para quedar en grupos de WhatsApp donde compartir trucos con los que poner en riesgo su salud.

Internet también se ha convertido en un lugar en el que aprender a aceptar tu cuerpo. La “belleza real” es un concepto que suena a marca de desodorante pero que ha servido para marcar tendencia contra el discurso de un único cuerpo normativo y bien cargadito de PhotoShop. Páginas como WeLoverSize reivindican su lucha contra la “gordofobia” y crean comunidad en Facebook a través de anécdotas y testimonios. Para muchas mujeres es útil leer que una anónima se “atrevió por fin” a ponerse un bikini tras años acomplejada por no tener un cuerpo de bañador de anuncios.

Hace años en España se puso el tallaje único sobre la mesa. Ahí quedó. Comprar XL o tallas más allá de la 42 no siempre es fácil ni en grandes cadenas. Eso tampoco ayuda.