Eventos
Cuanto más retrocedemos, con los mismos salarios del siglo pasado, más se eleva el listón de lo fingido
La primera vez que me dijeron que me invitaban a un evento pensé que era al circo o un viaje tripulado a la luna, pero era una exposición donde daban sushi. En estas cosas nunca ponen calamares, solo como transgresión. Hasta mi casero me respondió un día que no podía atenderme porque estaba en un evento. Como mucho sería una merienda o un camelo de estafa piramidal. Hay otros más ambiciosos con famoso dentro, aunque sea la bienal de máquina herramienta. Quienes convocan y acuden a lo que llaman eventos no parecen ser conscientes de que se trata de una exageración. Vivimos en continuos equívocos semánticos, porque nunca se ha leído menos pero se ha escrito más, si bien en frasecitas.
Pasa igual con los grandes éxitos. Antes los hacía un grupo consagrado después de una pila de años. Ahora se los marcan al verano siguiente de conocerles. Los Toreros Muertos ironizaron con ello en su primer disco, 30 años de éxitos. Pero ahora cualquiera lo hace en serio, convencido tanto de su grandeza como de sus éxitos. Y sería una movida explicar que es broma, hoy todo es literal.
El otro día vi un anuncio que solo decía en letras grandes: “Pija”. Y en pequeña: “Da lo mismo si lo eres o no. Lo importante es que tu cesta de la compra lo será”. Era de un supermercado con descuentos en marcas buenas: “Porque las cestas pijas nos gustan a todos”. Cuanto más retrocedemos, con los mismos salarios del siglo pasado, más se eleva el listón de lo fingido. Es tendencia: creernos más de lo que somos, cuando ni siquiera somos lo que queríamos haber sido. Pero a lo mejor es por eso.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.