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Porque lo digo yo
Columna
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Eventos

Cuanto más retrocedemos, con los mismos salarios del siglo pasado, más se eleva el listón de lo fingido

Varias 'celebrities' durante el evento de presentación de la colección Balmain H&M en Madrid en noviembre de 2015.
Varias 'celebrities' durante el evento de presentación de la colección Balmain H&M en Madrid en noviembre de 2015.gtresonline
Íñigo Domínguez

La primera vez que me dijeron que me invitaban a un evento pensé que era al circo o un viaje tripulado a la luna, pero era una exposición donde daban sushi. En estas cosas nunca ponen calamares, solo como transgresión. Hasta mi casero me respondió un día que no podía atenderme porque estaba en un evento. Como mucho sería una merienda o un camelo de estafa piramidal. Hay otros más ambiciosos con famoso dentro, aunque sea la bienal de máquina herramienta. Quienes convocan y acuden a lo que llaman eventos no parecen ser conscientes de que se trata de una exageración. Vivimos en continuos equívocos semánticos, porque nunca se ha leído menos pero se ha escrito más, si bien en frasecitas.

Pasa igual con los grandes éxitos. Antes los hacía un grupo consagrado después de una pila de años. Ahora se los marcan al verano siguiente de conocerles. Los Toreros Muertos ironizaron con ello en su primer disco, 30 años de éxitos. Pero ahora cualquiera lo hace en serio, convencido tanto de su grandeza como de sus éxitos. Y sería una movida explicar que es broma, hoy todo es literal.

El otro día vi un anuncio que solo decía en letras grandes: “Pija”. Y en pequeña: “Da lo mismo si lo eres o no. Lo importante es que tu cesta de la compra lo será”. Era de un supermercado con descuentos en marcas buenas: “Porque las cestas pijas nos gustan a todos”. Cuanto más retrocedemos, con los mismos salarios del siglo pasado, más se eleva el listón de lo fingido. Es tendencia: creernos más de lo que somos, cuando ni siquiera somos lo que queríamos haber sido. Pero a lo mejor es por eso.

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Sobre la firma

Íñigo Domínguez
Es periodista en EL PAÍS desde 2015. Antes fue corresponsal en Roma para El Correo y Vocento durante casi 15 años. Es autor de Crónicas de la Mafia; su segunda parte, Paletos Salvajes; y otros dos libros de viajes y reportajes.

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