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Porque lo digo yo
Columna
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‘Belle époque’

Al volver de Hollywood después de ganar el Oscar, la gente recibió a Fernando Trueba al grito de “¡torero, torero!”

Fotograma de la película 'Belle Époque', de Fernando Trueba.
Fotograma de la película 'Belle Époque', de Fernando Trueba.

El 20 de marzo el Festival de Málaga que dirige Juan Antonio Vigar va a rendir tributo a Belle époque, que cumple 25 años. El homenaje no puede ser más oportuno: menuda ocasión para celebrar una obra que puso a España a los pies de Fernando Trueba. En aquel momento, que una película española lograra un oscar era algo exótico: en 65 años había sucedido una vez, con Volver a empezar, de Garci. El de Belle époque desató una euforia extraordinaria: al volver de Hollywood, Trueba y su equipo fueron recibidos en Barajas entre gritos de “¡torero, torero!” y en la sede de la SGAE con una gran ovación. Qué tiempos. Se respiraba el orgullo por esa gente del cine que había colocado al país en un lugar tan brillante. Lo ha recordado ahora Dani Rovira, al señalar que Trueba ha hecho mucho más por España que cualquiera de los que le han criticado.

Pero la gloria de Belle époque no se limitó al Oscar: encandiló al público, a los profesionales españoles (nueve premios Goya), a los ingleses (premio Bafta) y a la crítica, que comprendió que esa película había nacido con cara de clásico.

Ítalo Calvino indicó que un clásico nunca termina de decir lo que tiene que decir. Belle époque nunca va a decir su última palabra sobre la alegría y la tristeza de vivir, la fugacidad de los ratos felices, el gran horror del puritanismo, la maravilla de abandonarse a los instintos y el valor supremo de la amistad, la belleza, la sabiduría, la libertad y la tolerancia. Y, cómo no, esa evocación de la España que no hemos sido capaces de ser, nos va a interpelar siempre.

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