Cuando los gusanos invaden nuestro cerebro
La tenia causa 50.000 muertes anuales y miles de casos de epilepsia en países en vías de desarrollo
Cuando uno piensa en una tenia, lo primero que le viene a la cabeza es un gusano, más o menos largo, que invade nuestro tubo digestivo, que nos produce malestar abdominal y que a los niños les quita el apetito y les hace adelgazar; tiene la solitaria, como se decía antiguamente. Y verdaderamente es así, las tenias son un conjunto de gusanos planos, similares a lo que podría ser un tallarín, que habitan en el interior del intestino de los humanos.
A nosotros nos afectan dos especies principalmente, la tenia de la vaca, denominada Taenia saginata; y la del cerdo, llamada Taenia solium. Ambas se adquieren por comer carne infestada con las larvas de estos gusanos. Por ello, es fundamental un buen control veterinario de los alimentos que consumimos. Pero veamos qué importancia tiene cada una de ellas.
La infestación por T. saginata es muy común en el planeta; resulta más habitual en países donde hay consumo de carne de vaca cruda o poco cocinada, que no ha sido adecuadamente revisada. En España hemos tenido, hasta hace bien poco, casos de esta infección, cuando en zonas rurales había matanzas de vacas sin control veterinario. Las personas que albergan la tenia en su tubo digestivo pueden tener o no síntomas, como nauseas, dolor abdominal, etcétera. Lo más habitual es que consulten porque con la deposición han expulsado un trozo de gusano que se mueve, de un tamaño variable, que puede llegar a varios metros).
¿Qué es la teniasis?
Tratamiento
Personas afectadas
Muertes anuales
Zonas endémicas
Se trata de una infección intestinal provocada por dos especies de cestodos. Las infecciones más importantes son las causadas por T. solium (tenia del cerdo) y T. saginata (tenia del vacuno). El ser humano se infecta con T. saginata cuando consume carne de vacuno que no ha sido cocinada adecuadamente, pero la teniasis por T. saginata tiene poca repercusión en la salud humana. La infección por (T. solium) produce cuando las personas consumen agua o alimentos contaminados, como carne de cerdos infectados poco cocinada, y también a consecuencia de una mala higiene. Esta infección puede tener efectos devastadores en el ser humano. Tras la infección por T. solium las larvas (cisticercos) se desarrollan en los músculos, la piel, los ojos y el sistema nervioso central. La formación de quistes en el cerebro se conoce como neurocisticercosis y puede producir cefaleas graves, ceguera, convulsiones, epilepsia y muerte. La neurocisticercosis es la causa prevenible más frecuente de epilepsia en el mundo, y se calcula que es la responsable del 30% de los casos en África y Asia.
La teniasis se trata fácilmente con prazicuantel o niclosamida.
No hay datos actualizados.
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Se presenta con mayor frecuencia en regiones donde se acostumbra comer carne de cerdo o bovino cruda o mal cocida, pero la mayor incidencia se da en zonas de bajos recursos.
A veces, uno puede transportar en su interior varios ejemplares de tenia, de tal forma que metros y metros de gusano habitan con nosotros. La buena noticia es que T. saginata no invade otros tejidos del hombre y por ello rara vez es causa de muerte en humanos; sin embargo sí puede llegar a producir grandes pérdidas económicas en el ganado vacuno. El tratamiento de esta infestación se hace con medicamentos (niclosamina o praziquantel) que, en general, son muy eficaces y bien tolerados. La manera de no infectarnos es, básicamente, tener cuidado en no comer carne cruda o poco cocinada en países donde sospechemos o tengamos certeza de que no se controlan los alimentos regularmente, y —les aseguro— que esto es muy habitual en grandes extensiones del planeta como África, Asia y algunas zonas rurales de América.
Cuando las condiciones higiénicas no son buenas se facilita la transmisión de infecciones de la tenia más peligrosa
Más importancia tiene la infestación por la otra especie, la Taenia solium. Para que se hagan una idea, si cada día se estrellara un avión con 150 pasajeros, todo el mundo estaría de acuerdo en que algo habría que hacer para mejorar su seguridad. Pues bien, se estima que la infestación por las larvas de este gusano es la responsable de unas 50.000 muertes anuales —un avión al día— y miles de casos de epilepsia en países en vías de desarrollo. ¿No les parece que algo deberíamos hacer?
Pero el arreglo no es tan sencillo como parece. Les explico. Este gusano vive en el tubo digestivo de los seres humanos, donde los adultos, que son hermafroditas, forman grandes cantidades de huevos en su interior. Con la deposición, trozos de tenia que contienen huevos salen al medio ambiente. Cuando las condiciones higiénicas no son buenas, es decir, no hay un buen sistema de letrinas o sanitarios donde hacer la deposición, o no hay acceso a agua limpia para lavarse las manos después de haber defecado, se facilita la transmisión de infecciones por la vía fecal-oral. En el caso de la tenia del cerdo, el hombre ingiere alimentos o agua contaminada con estos huevos, que tras su paso por el tubo digestivo provocará una diseminación de la infección por vía sanguínea al resto del organismo. Es decir, las larvas del gusano, que parten del huevo ingerido, se distribuyen por todos los órganos de los seres humanos provocando el anidamiento en los diferentes tejidos: en los músculos, en la piel y el tejido celular subcutáneo y, lo que resulta más grave y peligroso, en el sistema nervioso central. Y este es el principal problema de esta infección, cuando los gusanos invaden nuestro cerebro.
En muchas poblaciones rurales de África, India o Sudamérica, la primera causa de epilepsia en niños y adultos es la neurocisticercosis
Esta situación se conoce como neurocisticercosis, es decir, presencia de cisticercos —las larvas de la tenia— en el tejido nervioso. Cuando ocurre, el número de larvas puede llegar a ser muy elevado y, además, pueden localizarse en cualquier parte del cerebro e incluso de la médula espinal. Estos embriones de gusano, provocan lesiones cerebrales cuya primera manifestación suelen ser crisis epilépticas, más o menos frecuentes. Para que se hagan una idea, en muchas poblaciones rurales de África, India o Sudamérica, la primera causa de epilepsia en niños y adultos es la neurocisticercosis. Las lesiones intracerebrales pueden ser tantas y lo suficientemente grandes como para provocar la muerte del paciente.
Realmente, esta infestación es propia de entornos empobrecidos, donde hay una convivencia estrecha entre los humanos infestados, el ganado porcino, una ausencia de condiciones higiénicas mínimas y un mal control veterinario de los alimentos. En España hemos tenido casos de neurocisticercosis autóctona hasta hace unas décadas. Si bien, viajeros a zonas endémicas o personas portadoras de la tenia adulta en su tubo digestivo pueden llegar a adquirir la infección y ser transmisores de la misma respectivamente si no se toman las debidas medidas higiénicas básicas. Esto ya ha ocurrido en alguna ocasión; es conocido el caso de una familia ortodoxa judía, que no consumía ningún tipo de carne de cerdo, en el que varios miembros padecieron neurocisticercosis porque la persona que preparó sus alimentos los contaminó con huevos de T. solium, posiblemente con una mala higiene, siendo portadora del gusano en su tubo digestivo.
Cuando los gusanos invaden el cerebro tenemos un problema. La solución es mejorar las condiciones higiénicas de millones de personas que viven en entornos de pobreza, muchas veces extrema, y que intentan sobrevivir de la mejor manera posible, albergando muchas veces tenias que deberíamos poder erradicar.
Miguel Górgolas Hernández-Mora y Laura Prieto Pérez son miembros de la División de Enfermedades Infecciosas de la Fundación Jiménez Díaz, Madrid (Grupo QuironSalud). Universidad Autónoma de Madrid.