Trufas y Whitney Houston: esto es lo que se oculta tras el telón de 'La Llamada'
Pasamos una noche con Ambrossi y Calvo -'los Javis'- directores de 'La Llamada' y autores de la webserie 'Paquita Salas'. El fenómeno teatral del que todo el mundo habla, desde dentro
“Uno, dos, tres, ¡Whitney!”. El elenco de La Llamada, sus directores y la banda que pone la música en directo se conjuran antes de la apertura de puertas del Teatro Lara. Unas diez personas en total. Apenas un par de ellos superan los treinta años. Desde hace casi cuatro, abarrotan todas las semanas este anciano teatro italiano del centro de Madrid. “¡Apunta, cuatro años y con el mismo entusiasmo!”.
Javier Calvo toma la palabra. Altísimo, delgadísimo y desgarbado como una estrella del rock: vaqueros pitillo, camiseta vintage, jersey oversize y cazadora vaquera, atraviesa bailando las puertas del teatro: “¿Tú y yo nos conocemos de antes, verdad?". Javier Ambrossi ya está por aquí. Recién duchado, ojos y sonrisa enormes, camiseta negra y cazadora de cuero perfecto. Ellos son 'los Javis', y 2017 es su año.
El año del estreno de la película de La Llamada, la historia de dos adolescentes aficionadas a la fiesta y al electro latino a las que una estancia en un campamento católico les cambia la vida por completo. El del posible salto de su aclamada serie Paquita Salas, de la web al mainstream absoluto después de arrasar en los Premios Feroz. Y el de nuevos proyectos, pero quizá también el de definir el futuro de un fenómeno que arrastra seguidores tres veces por semana al teatro Lara desde mayo de 2013. “Hemos intentado crear una marca, que la gente vea que hay unas caras detrás de esto”, explica Ambrossi mientras se dirige al vestíbulo para recibir al público. En el mismo espacio en el que se vende merchandising oficial, los directores reparten besos, abrazos y selfies a un público joven y entregado, pero también con caras conocidas como Raquel Sánchez-Silva, que ya ha visto varias veces la obra pero ha reservado un palco para invitar a una pareja de amigos. No es la única que repite. “Hay una madre y una hija que han venido más de 200 veces, y esta noche ha venido un señor que debe llevar ya como 60”.
Son los Llamaders, una pequeña comunidad para la que el mejor plan posible en una ciudad de tres millones de habitantes es venir al teatro para disfrutar de nuevo de la historia de una chica de campamento iluminada por un Dios con forma de apuesto crooner y que se comunica a través de la discografía de Whitney Houston. Tampoco es de extrañar. La Llamada arranca como teatro, evoluciona como musical y termina como una auténtica fiesta, con el público en pie cantando y bailando Step by step. Cada noche. Cada fin de semana. Desde hace cuatro años.
Pero vamos por partes. Esta velada es especial por el regreso de Anna Castillo, que sustituye a Angy Fernández por un compromiso familiar; y de la veterana Gracia Olayo como Sor Bernarda de los Arcos. Ambas forman parte de un elenco inicial que completaban Macarena García, hermana de Ambrossi y cuyo rostro fue la imagen de la obra las primeras temporadas, y Belén Cuesta, compañera de Javi tras de la barra del Válgame Dios de Chueca y en la actualidad una de las mejores actrices cómicas del cine español.
Pero la noche también es peligrosa porque Dios está resfriado. Richard Collins Moore se prueba cantando el We are de Champions de Queen sin necesidad de micro y con el teatro vacío. Espectacular. “A estas alturas de la historia, no hay fallos, sólo improvisación, pero algunas noches son más complicadas que otras”.
Se levanta el telón y Ambrossi sigue la representación desde la zona de camerinos, con un altavoz en un continuo sube y baja. Alguien lo sube para escuchar desde el camerino, la regidora se encarga de bajarlo cuando pasa por delante. Los camerinos del Lara son todo un trajín. La gente charla, come trufas de chocolate que alguien ha traído para invitar al resto, sale a fumar a las escaleras de emergencia, repasan las mejores jugadas de la noche anterior, larga y movidita, como no puede ser de otro modo. Javi Calvo es incapaz de estar en el mismo sitio más de cinco minutos. Sube al tercer anfiteatro, se para en la escalera a escuchar las risas y los aplausos, se sienta en el camerino, pero los dos se juntan en el último palco para ver el regreso de Gracia Olayo. “Es una genia”, dice Ambrossi, que corre a los vestuarios para abrazarla: “Gracia, ¡eres una genia!”.
“Hay una madre y una hija que han venido más de 200 veces, y esta noche ha venido un señor que debe llevar ya como 60”
Media hora de representación y la noche ya va rodada. Anna Castillo y Nuria Herrero conectan a la perfección aunque nunca habían actuado juntas en los dos papeles principales. Nuria defiende a una María Casado que ha tenido la cara de Macarena García y Claudia Traisac. Por su parte, Anna borda el papel de la rebelde Susana Romero hasta tal punto que resulta difícil discernir cuando empieza una y termina otra. Por momentos, dulce y frágil. En otros, un perfecto terremoto que en los descansos se sienta en la escalera de emergencia a chatear por el móvil. Ni un atisbo de nervios en una actriz que hace cuatro años era prácticamente desconocida y que acaba de ganar el Goya a Mejor Actriz Revelación a su ex compañera Belén Cuesta por El Olivo... Y que ya es uno de los grandes reclamos de la película de 'La Llamada' que promete ser uno de los taquillazos nacionales de este 2017.
Un proyecto que se inicia hace más de dos años, cuando un espectador se convierte en productor del filme en poco más de una hora: “Vino un señor con el pelo así, despeinado, con los ojos del gato de Alicia en el País de las Maravillas, y nos dijo que esta obra era una película. Es un mago. Lo que dice, lo hace”. El mago es el productor Enrique López-Lavigne, 25 años apostando por talentos del cine español, desde Julio Medem, Javier Fesser, Juan Carlos Fresnadillo, J.A. Bayona... y ahora, los Javis. Es el espíritu de “lo hacemos, y ya vemos”, el motto de los Llamaders, un modo de vida. Cómo embarcarse a hacer su primera película con la naturalidad que invitan a cocido en su casa de Malasaña, llegando a involucrar a productores ejecutivos tan dispares como el director Kike Maillo o Jorge Javier Vázquez, entusiasta de La Llamada y decisivo en la fase de conseguir financiación. Una cinta modesta que avanza en su fase de post producción con grandes expectativas, y un deseo: “Queremos que sea una feelgood movie, que funcione el boca a boca”, explican mientras encuentran al unísono un referente cercano: “El Kiki de Paco León”.
Pero también, una pregunta inevitable que lleva planeando toda la noche: Cuando se estrene la película en este 2017, ¿qué pasará con La Llamada?: “¡Cómo vamos a acabar esto!”, repiten los Javis señalando a un público entregado, “esta obra pertenece a la gente”. La representación está terminando y los Javis se reúnen junto a la puerta principal de la platea para seguir el número final, hasta que entran para encontrarse con una audiencia puesta en pie. Ellos, de pie al final del patio de butacas, también aplauden. “Mira”, me indica Ambrossi, “y ahora dime cómo vamos a acabar con esto”.
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