Nostalgia del Sur
Cuando me fui hace ya casi tres años sentía que el país que me había acogido me había fallado. Se me abrían abismos a los pies al salir de la facultad y pisar la calle. Sin embargo, el tiempo cura las heridas; muchas de ellas, pienso ahora, autoinfligidas. Ahora tengo una perspectiva. Sin embargo, cada vez veo más claro que tampoco aquí, ni en ningún lado, tendría nada de lo que tengo si no fuera por todo lo que me llevé del sur. Berlín es mi hogar, pero no hay nada que se compare con ver a las amigas del bachillerato. No hay nada como el sol implacable y el calor de la gente del sur que, aunque me haya ido, siempre me reciben con los brazos abiertos y hacen que me quiera quedar un rato más allí donde, por encima de todas las diferencias, nadie es forastero y un clamor llena las calles para decir algo tan genuinamente hispano: bienvenidos. No hay clases en las mejores universidades del mundo que enseñen a valorar eso.— Nicolás Lepke Baroni. Berlín (Alemania).
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