Excesos con el (idioma) inglés
Los españoles hablamos poco y mal el inglés, auténtica lingua franca actual. Datos del último barómetro del CIS señalan que el 59’8% de la población adulta no habla, escribe ni lee el idioma de Shakespeare. Y sin embargo, los periodistas españoles recurrimos con abusiva frecuencia a términos en inglés, aunque tengan traducción al castellano. También en este periódico. De ahí las quejas continuas que recibo por este motivo. Comparto con ustedes algunas de ellas.
Como lector de su diario, les agradecería que cuando usen expresiones en inglés, traduzcan su significado, pues no lo entiendo. El idioma castellano es suficientemente rico para expresarse, me escribía no hace mucho Javier Clemente Baños. Una queja a la que se sumaba, la semana pasada, otro lector, Fernando Alarcón, quien ha observado además que el uso de palabras en inglés se ha convertido en una tendencia creciente. El señor Alarcón parte de un titular del jueves pasado para elaborar su queja. "Exteriores abandona el principal centro de estudios catalán por el soberanismo", en la entradilla, dice ‘:...el principal think tank (centro de estudios) de Cataluña...’ Primero pone las palabras en inglés y luego su significado en castellano entre paréntesis, ¿qué es lo que se supone que no entiende el lector para tener que hacer esta aclaración?; ¿qué necesidad hay de ponerlo en inglés cuando en castellano se entiende perfectamente?, ¿no está en un castellano correcto en el enunciado de la noticia?.
¿Perhaps (quizás) vamos a tener que to write (escribir) así henceforth (de ahora en adelante) para entendernos los españoles?
No se trata de dos mensajes aislados. El recurso a términos de otros idiomas irrita profundamente a los lectores. Tanto como las malas traducciones que hacemos, a veces, de palabras inglesas. Hace unas semanas recibí el siguiente mensaje de Elena Morán López, traductora e intérprete jurado:
Últimamente cada vez que abro EL PAÍS tengo la sensación de estar leyendo una mala traducción del inglés. Observo con preocupación que en la redacción se han instalado construcciones calcadas de ese idioma, indudablemente tomadas prestadas en la era de internet. Ejemplos de ello son el abuso indiscriminado de los posesivos (Rebajas: dónde comprar tus Reyes con descuento), el uso incorrecto de la preposición "a" en ciertos verbos transitivos (esto es no saber castellano directamente), el abandono de los verbos pronominales a favor de otras construcciones menos habituales (correctas, pero con ese tufillo insoportable de neoespañol plano que parece pensado en inglés: aunque el titular Olvida a las francesas: 6 pruebas de que las escandinavas son el nuevo mito es correcto, ¿dónde ha quedado ese castizo: "Olvídate de las francesas"?) o el calco aberrante (Cinco trucos para pasar un Halloween 2016 seguro, Los trastos o la vida: cómo organizar y simplificar tu casa en 10 pasos, Trucos para conseguir hacer la maleta perfecta estas vacaciones, Dime qué odias de tu vida y te diré qué Pinterest necesitas: 50 cuentas para seguir ahora mismo, o la entrevista íntegra a Beck Weathers, de 10 de septiembre de 2016).
La lectora se despide con este auspicio: Que el 2017 nos traiga a todos buenos correctores y traductores, pero, sobre todo, buenos hablantes de castellano.
Creo que una de las rúbricas en las que con más frecuencia se incurre en el error de usar términos en inglés es la de Estilo. Coincido en eso, plenamente con Jorge Praga Terente, lector de Valladolid, que me escribía la siguiente carta, con ejemplos recogidos de lo publicado el sábado 10 de diciembre en dicho apartado: En la noticia central de la página de mi edición en papel, titulada Kylie Jenner y las 'bomber', las más buscadas, en el primer párrafo, de apenas quince líneas de estrecha columna, la redactora(…) introduce en su texto las palabras skinny jeans, bomber, crop tops, nude, choker, look y celebrities. Algunas de ellas las explica a continuación, otras no, pero ahí quedan, como tantas otras que poco a poco desplazan a las correspondientes del castellano, o impiden la elaboración y afloramiento de términos que nombren nuevas situaciones. Parece como si las palabras en inglés aumentaran la valía del texto o la sapiencia actualizada de quien lo escribe. Más bien fastidio para el lector que rechaza juego tan pueril. Es una pena que el brillante ejercicio de Alex Grijelmo en defensa de la lengua castellana en EL PAÍS se encuentre continuamente con zancadillas como la que aquí se señala.
La queja de este lector es muy justa y atinada ya que es precisamente el sector de la moda el que hace un uso más desaforado de la terminología inglesa. De ahí que, como recogía el pasado sábado en este periódico E. Vilaseca, la propia Fundeu (Fundación del Español Urgente, patrocinada por la Agencia Efe y el BBVA) se haya decidido a ofrecer un glosario en castellano para todas esas palabras que designan prendas de ropa en inglés y que los periodistas no somos capaces de traducir al castellano casi nunca. El coordinador de Fundeu, Javier Lascurain, explica en dicha web (como recogía en su texto Vilaseca) que la manía de usar los términos en inglés se debe al desconocimiento de nuestro propio idioma o la fascinación por lo ajeno.
Es indudable la vitalidad y omnipresencia del inglés en el mundo. Ya hablemos de tecnologías informáticas, política, investigación médica y científica, arte y la vida literaria, casi todo lo que nos llega está en inglés. Y es difícil hacer frente a este poderosísimo idioma, incluso disponiendo de una herramienta tan completa como el español, lengua materna de cientos de millones de personas. La única manera de conseguirlo es usando correctamente el castellano, molestándonos en encontrar la palabra correspondiente en nuestro idioma cada vez que nos enfrentemos a términos más o menos especializados, en inglés.
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