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Zara Larsson, la sueca impaciente que quiere ser una superestrella

A sus 19 años, la cantante alcanza el éxito inspirándose en divas como Beyoncé o Lady Gaga

Zara Larsson, durante su actuación en los MTV Europe Music Awards el pasado noviembre.
Zara Larsson, durante su actuación en los MTV Europe Music Awards el pasado noviembre.reuters

A los 10 años ganó el concurso Talang (la versión sueca del Got Talent) imitando a Céline Dion y pensó que ya estaba lista para ser estrella, pero tuvo que aceptar a regañadientes que sus padres la obligaran a seguir con los estudios. A los 15, Zara Larsson consiguió su primer contrato discográfico en Suecia y a los 16 sacó su primera canción. La llamó Introducing, pero no le pareció un comienzo a la altura de sus expectativas, así que publicó otra a los cuatro meses, Let Me Reintroduce Myself. Para cuando sacó su primer álbum, también se dio otra oportunidad para tener el arranque soñado y lo llamó 1. Su gran éxito en Escandinavia fue Uncover y de allí llegó a donde realmente quería: Estados Unidos.

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La primera vez que viajó a Los Ángeles esperaba que le llovieran los contratos discográficos y no fue exactamente así. Pero ahora, a sus 19 años, se puede decir que la cantante, a punto de publicar su segundo álbum, ya está encarrilada para lo que siempre quiso: ser la nueva superestrella pop.

Con nombre de imperio textil y apellido de best seller, esta chica está condenada a ser un fenómeno de masas, aunque todavía le queda encontrar su estilo propio, pues a pesar de que ya ha tenido sus primeros éxitos en las listas internacionales aún es difícilmente reconocible por ser una especie de cadáver exquisito de los grandes fenómenos pop. Beyoncé fue la que le abrió el hambre de mesianismo, y de ella copió el feminismo. Una de sus imágenes más polémicas en su Instagram (que tiene 2,2 millones de seguidores) es aquella en la que usó un preservativo a modo de calcetín hasta casi la rodilla y añadió: "Para todos aquellos hombres que dicen que su pene es demasiado grande para usar condones".

No tuvo problemas en apoyar a Kesha contra los presuntos abusos de Dr. Luke, a pesar de que también iba a ser su productor. Cuando sonó su gran éxito Lush Life (422 millones de visionados en YouTube) muchos pensaron que era el nuevo temazo de Rihanna. Para su llegada al mercado estadounidense utilizó un productor acostumbrado a trabajar con Madonna y Kylie Minogue, MNEK, aunque ella asegura que no lo conocía. De Lady Gaga tomó su explícita obsesión por la fama. "Quiero que todo el mundo me mire", declaró sin complejos al portal musical NME. Y en los últimos premios MTV EMAs en Londres más o menos lo consiguió.

Nacida en Estocolmo en 1997, Larsson presume de su nacionalidad y defiende el Estado del bienestar como caldo de cultivo para la creatividad. Y cuando la colocan en el mismo cesto con denominación de origen que ABBA, Roxette o Icona Pop, responde como lo hizo a las páginas de Entertainment Weekly: "De Suecia salen tantos talentos pop porque la experiencia nos dice que es posible (…). Es un país socialista. Cuando tienes la educación, el médico y el dentista gratis, puedes preocuparte de tu creatividad". Está por ver cómo, dentro de la maquinaria capitalista de la industria musical estadounidense, la pequeña Zara encuentra ahora sus espacios de creatividad.

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