La suerte de llamarse Chris
Pratt, Evans, Pine y Hemsworth son actores treintañeros que interpretan superhéroes y los más rentables para la industria
Es un buen momento para llamarse Chris en Hollywood. Si alguien quiere entrar en la industria del cine por la puerta grande, protagonizar una franquicia millonaria y de paso llevarse a la chica, mejor que ese sea su nombre. Así lo demuestran las carreras de Pratt, Hemsworth, Pine y Evans. Los cuatro Chrises de Hollywood. Estos grandes galanes de la meca del cine están entre los mejor pagados de la industria con un superhéroe o dos a sus espaldas, son estrellas amables en modales y formas y de los que derriten con su mirada azul.
Desde el adorable Chris Pratt que ahora estrena Passangers junto a Jennifer Lawrence mientras se prepara para protagonizar una nueva secuela de Parque Jurásico a las órdenes de J.A. Bayona. A Chris Hemsworth, casado con Elsa Pataky y de vuelta a su Australia natal donde acaba de rodar las últimas aventuras del rey del trueno en Thor: Ragnarok. Chris Pine no necesita más fama que la que le proporciona su trabajo como el capitán Kirk de la nave Enterprise en la saga Star Trek, pero su nombre revolotea entre los posibles nominados al Oscar por Comanchería. Y en el caso de Chris Evans, nada demuestra más su valía que verle a la cabeza de la lista de las estrellas más rentables del año, esa que anualmente elabora la revista Forbes y que lidera como el actor que más rentabiliza su sueldo gracias a su trabajo como Capitán América.
En Hollywood todos saben la importancia de un nombre. Que se lo digan al centenario Kirk Douglas que a lo largo de su carrera convirtió su nombre en leyenda y su apellido, en realeza. Grandes logros del hijo de un trapero cuyo verdadero nombre es Issur Danielovitch Demsky. Hay más. La historia del oeste en Hollywood no existiría sin sus John, ya sea Wayne, Ford o Huston. Y también está el club de los Tom, Hanks y Cruise, ambos todavía estrellas taquilleras pese al paso de los años.
Lo peculiar del club de los Chris es que, además del nombre, son parecidos. Todos en la treintena —Pratt es el mayor, con 37 años— con cuerpos construidos para ser superhéroes de la pantalla. Y los cuatro disfrutan de su posición aunque con un poso de melancolía por lo que no han sido. Por ejemplo, deportista en el caso de Pratt. “Una rotura de pierna me impidió hacer deporte en la universidad lo que me llevó a Hawái y allí sentí cómo se movían las placas tectónicas durante mi primera audición”, bromea sobre sus comienzos el segundo actor más rentable de Hollywood. A Evans se le pasó por la cabeza ser político —es un superhéroe en la ficción y en la realidad tiene un tío congresista—. “Es muy noble luchar por una sociedad mejor”, aseguró a EL PAÍS. “Pero yo actúo con el corazón en mis convicciones políticas”, añadió sin descartar del todo la política como plan b aunque centrado más en su carrera como director cuando concluya su contrato con Marvel.
Papeles intercambiables
Hemsworth, el mediano de tres hermanos, todos actores, es el mejor ejemplo de las ventajas de llamarse Chris. Los otros se llaman Liam y Luke y no les va mal (Los juegos del hambre el primero y Westworld el segundo), pero están lejos de Chris. Pine es el mejor ajustado a la vida que Hollywood les ofrece, sacando a pasear “esas dos joyas” de coche que tiene en su garaje y con las que le gusta conducir de noche por las calles vacías de Los Ángeles. Una hora mágica en la que disfruta solo de “la carretera, un buen café y el silencio” aprovechando el jet lag de su vida de estrella.
Estrellas todas ellas que se cruzan en el firmamento cinematográfico porque, además, a los ojos de Hollywood son intercambiables. Por eso Hemsworth interpretó al padre de Pine en Star Trek en la oscuridad y con Evans trabaja de manera regular en Los Vengadores. Una saga a la que ahora también se sumará Pratt en Vengadorse: Infinity Ward.
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