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El patrimonio abandonado del mayor cementerio de Europa El camposanto de La Almudena, en Madrid, cuenta con un puñado de joyas arquitectónicas y varios de los personajes nacionales más relevantes del siglo XX El pórtico de entrada al camposanto, en el que hay 28 arcos y dos esculturas de Mateo Inurria—, no se comenzó a construir por falta de dinero hasta 1925. Paloma García Zúñiga, presidenta de la Asociación Cementerios, explica que la tardanza provocó que fueran dos los arquitectos —Fernando Arbós y García Nava— que participaran en la construcción. “El retraso provocó que el pórtico, que iba a ser solo modernista, adquiriera también elementos neomudéjares”, cuenta García Zúñiga. En la imagen, una vista interior de los arcos, que padecen humedades y se han descascarillado en algunas zonas por la falta de mantenimiento. Luis Sevillano En La Almudena están enterrados dos premios Nobel —Vicente Aleixandre en Literatura y Ramón y Cajal en Medicina—, un Balón de Oro —Di Stéfano—, escritores, toreros o José María González Cachero Junior, que hasta la fecha de su muerte fue el director del Circo Mundial y era un experto en doma. Cachero falleció en 2002 en un accidente de tráfico tras quedarse dormido al volante. En la imagen, el mausoleo que le hizo su familia en La Almudena en honor a sus números de doma, con los que consiguió varias distinciones internacionales. Su panteón cuenta con seguridad para evitar que roben las figuras de cobre. Luis Sevillano Una cruz a punto de caerse en La Almudena. En el camposanto, cientos de lápidas están destrozadas, con trozos de piedra en el suelo y el féretro o la corona a la vista, según los cálculos de la Asociación Cementerios. La entidad va a pedir a la funeraria municipal que repare económica y culturalmente la necrópolis. “Es la más emblemática. Alberga a personajes de todos los sectores de la sociedad y cuenta una parte trascendental de la historia de España”, explica García Zúñiga, la presidenta. Luis Sevillano Un clavel, el pasado miércoles, sobre la tumba del escritor Benito Pérez Galdós, fallecido el 4 de enero de 1920. Como él, otros novelistas y poetas de la talla de Pio Baroja, Dámaso Alonso o Vicente Aleixandre descansan en La Almudena. La Asociación Cementerios tiene pensado en un futuro hacer visitas guiadas por el cementerio, entre las que estarán la ruta de los escritores. Entre las plumas prolíficas, también hay mujeres, como Concha Espina o Carmen Burgos, que además fue una activista por los derechos de la mujer en España. Luis Sevillano En la fotografía, uno de los muchos bancos de La Almudena, destrozados por la falta de mantenimiento en estas últimas décadas. Según un estudio que realizó el Ayuntamiento, se necesitan 16 millones de euros para rehabilitarlo tras los años de abandono. Cada banco, además, es único, ya que en el centro del respaldo hay unos símbolos que funcionan a modo de coordenada para que el visitante sepa en qué zona del camposanto se encuentra Luis Sevillano A la derecha de la imagen, una de las zonas con nuevas lápidas del cementerio; a la izquierda, una zona antigua. Javier Jara, secretario de la Asociación Cementerios, se queja de que los nuevos espacios “no tengan un solo árbol y los pasillos sean tan pequeños que no entre ni una silla de ruedas ni una sillita para niños”. La Almudena cuenta con árboles centenarios y una de las propuestas que la entidad quiere hacer a la funeraria municipal es que se recupere la necrópolis, que cuenta con más de 120 hectáreas —una superficie superior a la del parque del Retiro—, como uno de los pulmones de Madrid. Luis Sevillano Tumba del ganador del Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal, fallecido en 1934. En su empeño por mejorar la situación de La Almudena, la Asociación Cementerios ha concertado una reunión con el nuevo gerente de la funeraria municipal para principios de noviembre. En ella, le van a plantear que se amplíe el catálogo de tumbas protegidas, que se recogió en el Plan General de Ordenación Urbanística Municipal de Madrid de 1997. Luis Sevillano En la imagen, una de las esculturas anónimas del cementerio de La Almudena. La figura llora la pérdida de Enriqueta Menéndez, viuda de Fano, fallecida el 2 de octubre de 1884, y de su hija Julia Fano Menéndez, fallecida el 16 de octubre de 1911. “No se sabe quién es el escultor. Como esta escultura hay muchas otras, que son pequeñas obras de arte que se encuentran, sobre todo, en esta zona del cementerio [lápidas de finales del siglo XIX, cuando una epidemia de cólera azotó Madrid y se llevó a miles de niños y adultos al camposanto]”, explica García Zúñiga. Luis Sevillano Lla sepultura que el Ayuntamiento de Madrid levantó en honor a las 90 víctimas del incendio que arrasó el 23 de septiembre de 1928 el Teatro Novedades. El suceso fue el más trágico de la historia de la capital hasta la década de 1980. Al edificio, construido enteramente en madera, acudían con frecuencia miembros de la nobleza. El monumento en su recuerdo está desde hace años con partes destrozadas, invadido por el musgo y sin ningún tipo de cuidado. Luis Sevillano Panteón en el que descansa Francisco Pi i Margall, que fue presidente de la primera república en 1873. El mausoleo, que está situado en la zona del cementerio civil de La Almudena, es uno de los símbolos masónicos más importantes del camposanto. Luis Sevillano La tumba de Maravilla González Leal, la primera mujer que se enterró en La Almudena, el 9 de septiembre de 1884. El alcalde socialista de Madrid Tierno Galván otorgó en 1984 la perpetuidad de enterramiento a González Leal, que se había suicidado cien años antes y había inaugurado la necrópolis con su sepelio. “Fue el primer entierro. Una zona del camposanto estaba hecha, pero la Iglesia no venía a bendecirla porque no quería perder el negocio que le proporcionaban las otras necrópolis. Por suerte, tres días después de la sepultura de Leal, a la que había asistido el rey Alfonso XII como desafío a la actitud eclesiástica, se enterró al primer niño en la zona católica tras la bendición de la Iglesia”, relata Javier Jara. Luis Sevillano En la imagen, otra de las esculturas anónimas de La Almudena en la zona de párvulos, niños enterrados a finales del siglo XIX víctimas de la epidemia de cólera que asoló Madrid esos años. Esta zona del camposanto es una de las peor conservadas. Los caminos de las lápidas no están asfaltados y muchos de los sepelios están hechos añicos por la falta de cuidado y el paso del tiempo. En invierno, las veredas son intransitables por el barro. Luis Sevillano Vista principal del pórtico del camposanto de La Almudena. Dentro del cementerio está la zona civil, que fue “un triunfo contra la intolerancia y un espacio para librepensadores”, explica Javier Jara. En él, el más pequeño junto con el judío, están enterrados presidentes de la República, como Pi i Margall, Nicolás Salmerón o Estanislao Figueras; presidentes del Gobierno de la Segunda República, como Largo Caballero; la histórica dirigente del Partido Comunista, Dolores Ibárruri; o el fundador del PSOE, Pablo Iglesias. Luis Sevillano