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Alejandro Sanz vuelve a empezar

A los 47 años, la sorpresiva ruptura con su mánager de toda la vida, Rosa Lagarrigue, señala que el cantante madrileño se encuentra ante una nueva etapa

Fernando Navarro

Dice entre risas que si no se hubiese dedicado a la música —como hizo gracias a que su padre era músico y se lo inculcó, además de por escuchar los discos de Paco de Lucía— tal vez ahora sería “arqueólogo... o forense”. “Cualquier cosa, porque sinceramente jamás me he visto fuera de la música”, asegura Alejandro Sanz (Madrid, 1968). A sus 47 años, el artista más exitoso del pop español de los últimos 25 años mantiene la imagen impecable de buen chico, un tipo sencillo y sensible, capaz de enamorar todavía con una sonrisa o una canción. Pero, de un tiempo a esta parte, las cosas han cambiado en el statu quo del autor de Corazón partío. Su último disco, Sirope, publicado el año pasado, marcó un cambio de tendencia estilística, reconocida por él mismo, que, tras una gira de presentación que se retomó anoche en Barcelona con algunas variantes, parece anticipar un rumbo aún más latino en su carrera con la vista puesta en la región americana, incluido el difícil y competitivo mercado de Estados Unidos. Pero, sobre todo, la sorpresiva ruptura con su mánager de toda la vida, Rosa Lagarrigue, con quien había trabajado codo con codo desde sus comienzos, señala que el cantante madrileño se encuentra ante una nueva etapa.

Alejandro Sanz, en la presentación de sus vasos para Nocilla, el miércoles en Madrid.
Alejandro Sanz, en la presentación de sus vasos para Nocilla, el miércoles en Madrid.Samuel Sánchez

Es miércoles por la mañana en Madrid y Alejandro Sanz presenta los vasos de Nocilla que llevarán las letras de algunas de sus canciones más famosas a modo de decoración. La rueda de prensa transcurre de forma habitual cuando se trata de él: la prensa del corazón y los programas de radiofórmula le comentan “lo guapo que está” o “lo majo que sigue siendo” en el turno de preguntas. Todos quieren caer bien al chico que cae bien a todo el mundo. Sanz tiene la virtud de transmitir confianza, de hacerse más cercano que la gran mayoría de los iconos mediáticos. El chaval que fue “bastante tímido y solitario, pero también enamoradizo”, que cuenta a los periodistas que con 14 años llegó a escaparse de casa para perseguir hasta Lugo a su primer amor, es ahora una rutilante estrella, padre de familia con cuatro hijos, nacidos de tres relaciones diferentes, los dos más pequeños, Dylan y Alma, fruto de su matrimonio con su actual esposa Raquel Perera. “Con 20 años no quería ver a un niño cerca de mí. Ahora, en cambio, soy padre de todos los niños del mundo”, afirma a EL PAÍS sentado en un sillón en el interior de una sala de la Casa de las Alhajas tras terminar la rueda de prensa.

La mujer de Alejandro Sanz, Raquel Perera, con los dos hijos de la pareja.
La mujer de Alejandro Sanz, Raquel Perera, con los dos hijos de la pareja.Instagram

Durante la charla habla con naturalidad, con su característica cercanía, pero, a decir verdad, mide cada palabra que dice. No quiere desvelar nada de la “sorpresa” que tiene preparada para el 15 de julio, pero que, según fuentes consultadas por este periódico, tiene que ver con una colaboración internacional importante. Algo que le sumergirá aún más en el universo de la música latina actual, un mercado en el que el pop español tiene una gigantesca masa de nuevos oyentes y, por muchos años que los artistas lleven trabajándoselo, todavía está a medio explotar. Tanto su discográfica Universal como él, que viene de girar con Sirope por varios puntos de México, Argentina, Chile y Perú y que con discos anteriores ha hecho tours por Estados Unidos en una veintena de ciudades, buscan expandir aún más el nombre de Alejandro Sanz como una marca global y de carácter latino. Una marca asentada desde que hace una década publicó El tren de los momentos y no pararon de sumarse colaboraciones en este próspero nicho: Shakira, Juanes, Maná, Calle 13, Alicia Keys… Sanz, que para su último álbum contó con la colaboración de Juan Luis Guerra y la producción de Sebastián Krys (quien ha trabajado con Ricky Martin, Shakira o Gloria Estefan), no deja entrever mucho de lo que está por venir. “Tengo una ligera idea de lo que quiero, pero intento no pensar demasiado en cómo voy a evolucionar en el futuro”, afirma. “Trato de dejarlo para el momento en el que me voy a meter en el estudio”, dice el artista español con más seguidores en Twitter (14 millones).

Alejandro Sanz junto al resto del jurado de ‘La Voz’, Melendi, Manuel Carrasco y Malú. 
Alejandro Sanz junto al resto del jurado de ‘La Voz’, Melendi, Manuel Carrasco y Malú. 

Con toda una generación de músicos más jóvenes que le admiran y le tienen como referente, incluida la superestrella Pablo Alborán, quien ha venido a ocupar el puesto en el corazón de las adolescentes de hoy en día que ocupó él durante tanto tiempo, asegura que todavía le gusta rodearse de gente en la que cree musicalmente. “Todo lo que vaya pasando en mi vida musicalmente forma parte de mí. El otro día me reuní en mi casa con amigos como Manuel Carrasco, Pablo López, Juanes… Estuvimos hasta tarde tocando. Va fluyendo una especie de energía y de formas de entender la música. Quiero que todo eso me afecte y me empape. Y luego dejarme llevar por donde quiera el instinto, que es el que manda”.

Alguien que no está ya en su presente, ni lo estará en su futuro, es Rosa Lagarrigue, su representante y amiga durante 25 años. Según contó ella a este diario, no se esperaba esta decisión tajante del músico, de la que se enteró por un escrito del administrador de Sanz en el que se le comunicaba que rompía el contrato que le unía con RLM, empresa de representación y organización de conciertos perteneciente al grupo PRISA. Lagarrigue y RLM han negado que se hayan inspeccionado las cuentas, como informaron algunos medios. El músico, que se ha puesto en manos de Beatriz Pérez, a quien conoció cuando estaba en Warner, no quiere tratar el tema y duda al responder. “Para comentar está ya ella”, señala. Desde la ruptura es la primera vez que él hace declaraciones. Reconoce que se han cruzado desde entonces. “La veo de vez en cuando. Coincidimos en La Voz [el programa televisivo donde Sanz es jurado y también lo es Malú, representada por Lagarrigue]. La saludo perfectamente y sin problemas. Son cuestiones internas de negocios que no tienen que ver con nada personal”. Y apunta: “No nos vamos a tomar el té pero tampoco le deseo nada malo en absoluto”.

Asegura que no quiere entrar en batallas. Tampoco en aquellos asuntos que, en otras ocasiones, le pusieron en el ojo del huracán de la polémica, como fue la defensa de los derechos de autor y la Ley Sinde. Recientemente, el músico ha firmado una carta enviada al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, pidiéndole actuar para crear “un futuro sostenible” en el sector musical y hallar protección contra YouTube. El texto cuenta con el respaldo de Coldplay, Lady Gaga, Plácido Domingo, Abba, Paul McCartney y Ed Sheeran, entre otros. “Todo el mundo tiene derecho a todo”, dice desmarcándose del tema. “No me interesan esas guerras. Prefiero hablar de los refugiados o del Ártico o de mi disco… En definitiva, es una guerra que no lleva a ninguna parte y, normalmente, deja muchos heridos”.

Cercano al medio siglo de vida, Alejandro Sanz parece que ha aprendido lecciones del pasado y afirma que “nunca” ha tenido “más aspiración que hacer música”. “Si mañana ocurriese una catástrofe y no me pasase nada, me iría a mi casa pero seguiría haciendo canciones, me seguiría juntando con músicos”, explica. “La pasión por la música queda. Es lo que intento inculcarles a mis hijos: la pasión por algo, lo que sea. Si no hay esa pasión puede que vayan a ser unos grandes memorizadores pero nunca aprenderán nada”.

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Sobre la firma

Fernando Navarro
Redactor cultural, especializado en música. Pertenece a El País Semanal y es autor de La Ruta Norteamericana. Ejerce de crítico musical en Cadena Ser. Pasó por Efe, Abc, Ruta 66, Efe Eme y Rolling Stone. Ha escrito los libros Acordes Rotos, Martha, Maneras de vivir y Todo lo que importa sucede en las canciones. Es de Madrid.

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