Ya es ya
Este es un periodismo epidérmico, sincopado, tartamudo
No hace tanto, no sé, dos, tres, cuatro años, tampoco es cosa de ponerle fecha precisa a todo como el calendario Mariano, había una frase en las Redacciones de los periódicos que era oírla y entrarte una colitis de caballo. “Lo quiero para ayer”, te conminaba el jefe, y entonces, además de darte por jodida, sabías que más te valía tener lo tuyo para la hora de cierre o el jerarca te cortaba personalmente los huevos fueras hombre, mujer o cosa. Perdón por tanta ordinariez junta, pero entonces en las Redacciones se hablaba como carreteros y jefes e indios nos decíamos de todo menos bonitos antes, durante y después de cerrar el chiringo e irnos juntos a celebrar los triunfos o a consolarnos de las cagadas. Eran otros tiempos, otro siglo, otro planeta. Cómo ha cambiado el cuento.
Pedir algo para ayer, aunque fuera una de esas hipérboles que tanto amamos en el oficio, implicaba medir el tiempo en días, esa eternidad de 24 horas una detrás de otra. Ahora, ayer es el Paleolítico; hoy, el Pleistoceno y mañana empieza a las diez de esta noche. Ahora no se pide nada para ayer sino para ya. Y ya es ya. Ahora. Acaba. Suelta. Cierra de una puta vez tu puta pieza. Así, hay análisis de debates sin acabar el debate, crónicas de ambiente sin empezar el ambiente, un tuit es una noticia y tres párrafos, un reportaje. Soy la primera yonqui en pedir su dosis de información al segundo. Pero también en admitir que este es un periodismo epidérmico, sincopado, tartamudo. Tanto hablar del sorpasso y resulta que a los mensajeros la realidad nos ha adelantado por la izquierda, la derecha y el centro. Que nos ha pillao el carrito del helao, vamos. Que la colitis ha mutado en disentería aguda. Ya sé que las penas del periodista se han de sufrir en silencio, como las hemorroides. Pero, qué queréis, si no lo cuento me da un cólico miserere. Y, hablando de oclusiones, voy clausurando, que me cortan los huevos.
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