En busca de respuestas
Debemos analizar por qué los resultados electorales no fueron los esperados, pero sin buscar culpables ni caer en el falso y maniqueo debate sobre la confluencia
Los duros resultados del domingo para Podemos han abierto, de forma natural para una organización profundamente democrática como la nuestra, el debate sobre los porqués de los números que arrojaron las urnas. En los círculos de Sevilla, en los chats de los consejos ciudadanos de Andalucía, en blogs, posts y canales se discute en torno a este tiempo complejo sin tapujos. En mi caso, durante las valoraciones públicas que he realizado en estos últimos días sobre el desempeño del voto en Sevilla y en el resto de Andalucía, me he ido encontrado además con una fuerte demanda de explicaciones a la sorpresa del domingo. Del ánimo constructivo y honesto en la autocrítica dependerá poder hacer un análisis que nos permita cerrar y avanzar.
En primer lugar y como máxima del debate: creo sinceramente que casi nunca se acierta con las soluciones buscando culpables. Si hay un momento en el que sería especialmente errado hacerlo es este, así que estas líneas no encuentran más que búsqueda de aciertos y errores allá donde se hayan producido.
En Podemos hay un amplísimo consenso sobre la necesidad de ser el paraguas de todos aquellos que quieran trabajar por el cambio
En segundo lugar, convendría no hurtarnos un análisis más amplio y profundo cayendo en el falso y maniqueo debate sobre la confluencia. Recordemos que en Podemos compartimos un amplísimo consenso sobre la necesidad de tender la mano y ser el paraguas de todas las personas y organizaciones que quieran trabajar en el sentido del cambio. Es decir, confluencia sí. Otra cosa son las complejidades sobre cómo llevar a cabo esta tarea y los tiempos de este proceso en el que a Podemos le ha tocado estar en el centro.
Una vez superado el falso dilema confluencia sí confluencia no, considero que el debate en torno a esta cuestión -amén de otros elementos de análisis que necesariamente apuntan a nuestro desempeño entre las dos fechas electorales- gravita, básicamente, entre dos supuestos. El primero apunta a que la identidad primigenia de Podemos, aquella que apuesta por la transversalidad, que busca acoger sentires múltiples y aborrece las etiquetas por su efecto centrífugo, habría difuminado el mensaje y desmotivado a los electores pendientes de consolidar. Otra tesis apuntaría a que la ampliación acelerada con nuevos compañeros de viaje con una fuerte y diferenciada identidad habría introducido serias dudas sobre la continuidad de Podemos y nos habría empujado hacia el rincón donde se encontró durante años nuestro nuevo socio.
Con un sistema electoral como el español, quizá la opción menos mala era y es aún que muchos caminemos juntos, pero no revueltos
Creo que quizá entre ambas tesis existe una tercera opción, que reclama un enfoque procesual, atento a los ritmos de la dinámica social, que no se ajustan a las reglas de un ábaco y que apuntan a las dificultades para generar en el corto plazo un sujeto político nuevo, superador y no un mero producto bien de la mezcla imperfecta de los mismos o de la adaptación de una identidad a la otra, máxime entre partidos fuertemente identitarios. Esta tesis apunta a que con un sistema electoral como el español, quizá la opción menos mala, por aquello de que lo mejor es enemigo de lo bueno, era y es aún hoy en el corto plazo, que muchos caminemos juntos, pero no revueltos, manteniendo claridad en los límites de cada propuesta y abundando en el hecho de que por ahora, la fórmula escogida responde a una coyuntura de emergencia social que así lo exige y que nos ha hecho renunciar a siglas y máximas para ponernos de acuerdo en lo común, pero que aún está lejos de habernos unificado. Eso es lo que intenté denominar en su día -quizá sin demasiada fortuna- “matrimonio de conveniencia”.
A partir de hoy nos quedan nuevos retos, como la descentralización y la definición de las bases organizativas que posibiliten en esta fase no electoral la construcción de un movimiento popular que eche raíces en cada barrio y cada pueblo. Nos queda también pensar en el papel de cada uno de nuestros grupos parlamentarios para ir juntos sin dejar de trabajar por la agenda de cada uno de nuestros territorios. En el caso andaluz eso pasa por un merecido grupo propio. Una voz propia andaluza. No podemos olvidar que jamás ha existido una extensión de derechos en España sin la participación protagónica de Andalucía. Al mismo tiempo, se trata de afianzarse en cada municipio, aterrizando conclusiones, tomando medidas y construyendo soluciones en favor de nuestra gente. En definitiva, estar a la altura del momento histórico.Templar los ánimos es una prioridad política. Esto acaba de comenzar
Sergio Pascual fue Secretario de Organización de Podemos y es diputado electo por Sevilla.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.