Primeros frutos en Irak
Las derrotas del ISIS sobre el terreno muestran una acertada estrategia occidental
Los avances sobre el terreno en Irak contra el Estado Islámico —y en especial la entrada en Faluya tras tres semanas de ofensiva— muestran lo acertado de la estrategia de formar a los cuadros del Ejército iraquí para que asuman la responsabilidad de liberar su territorio de una organización que ni siquiera reconoce la existencia de Irak como país.
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El ISIS es una amenaza contrastada para la paz en Oriente Próximo y para la seguridad global. Por ello, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió en noviembre una durísima resolución en la que, tras enumerar una interminable lista de violaciones a los derechos humanos y el derecho internacional cometidos por el Estado Islámico, autoriza a combatirlo “con todos los medios necesarios”. La resolución gana peso con la acusación de genocidio emitida esta semana por un equipo de la ONU. Con esta legitimación, y a petición expresa del Gobierno de Bagdad, una amplísima coalición de países —entre ellos, España— colabora en formación, entrenamiento y, en algunos casos, apoyo aéreo.
La brecha de Faluya, y el retroceso de las tropas del ISIS en otros puntos de la región, suponen un duro golpe para una organización que basa una parte importantísima de su propaganda en la supuesta invencibilidad de sus combatientes. Aunque la estratégica ciudad —apenas a 40 kilómetros de Bagdad— no está completamente en manos de las tropas iraquíes, el éxito de la ofensiva sugiere que el entrenamiento y tácticas recibidos de ejércitos occidentales parecen apropiados.
No hay que olvidar que cuando Faluya cayó en 2014, al Gobierno de Bagdad le fue imposible retomarla ante la negativa de sus soldados a combatir un enemigo que consideraban invencible. Se trata además de una estrategia que tiene en cuenta el complicadísimo equilibrio étnico y religioso característico del país. Con las estrategias, medios y apoyos internacionales adecuados, el ISIS puede ser derrotado.
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