Espacio público, abierto y seguro


FOTO: Jaime Navarro
¿Cómo construir espacios públicos seguros, económicos, flexibles, resistentes y polivalentes? La arquitecta mexicana Fernanda Canales lo ha hecho levantando aulas de lectura y reunión a partir de dos ingredientes básicos: ingenio y humildad. El ingenio arranca encontrando un hueco en todos los barrios -el espacio que necesita un coche para aparcar- y continúa tratando una pieza corriente de material prefabricado -un bloque de hormigón- de una manera distinta: colocándolo de lado y no de frente como se utiliza habitualmente. También es ingenioso saber reducir hasta lo indispensable (encima de los bloques está la losa y debajo el firme) y enseñar un camino diseñando para que mano de obra no profesional lo pueda continuar. La humildad consiste en poner el proyecto, su coste, su forma, su ejecución y su sentido por encima de uno mismo. El resto lo realizó Canales apostando por cinco ideas fundamentales, las que caracterizan su proyecto.
1-Incremental: Los diez prototipos levantados en los estados de Oaxaca, Puebla, Mérida o Nayarit suponen una primera etapa en la que esperan construir uno en cada estado mexicano (32 en total). Más allá de que el proyecto busca expandirse por todo el país, los propios inmuebles pueden crecer –vertical y horizontalmente- de manera modular a partir de un primer pabellón que ocupa prácticamente lo mismo que un coche aparcado.
2-Transparencia: Para que un cobijo sea seguro es fundamental poder ver lo que sucede dentro. Es clave que los vecinos, desde fuera, incluso desde lejos, tengan control sobre el interior de su centro de reuniones. Transparencia es seguridad y es también ventilación cruzada. Por último, la transparencia de los pabellones –lograda gracias a la celosía que forman los bloques de hormigón- los convierten en grandes lámparas cuando llega la noche.
3-Economía: El coste de los pabellones varía mucho en los distintos estados, “sobre todo en aquellos donde ha habido algún desastre natural -como Acuña- y el material cuesta 3 veces más por la escasez”, explica Fernanda Canales. Si se obtiene un promedio, el coste por metro cuadrado es de 150 euros aproximadamente. La cifra baja un 30% cuando la comunidad lo ha autoconstruido y el coste es solo material. “La mitad de los pabellones levantados se ha construido con el apoyo de las comunidades y la idea es que cuando cada estado tenga su prototipo puedan reproducirlos”, explica Canales.
4-Resistencia: Dos factores invitan a pensar en la resistencia de los pabellones. Uno es físico: el bloque de hormigón formando celosía está ideado “para no sufrir agravios”. El otro es psicológico: los pabellones son el resultado de escuchar a los vecinos y atender a lo que echaban de menos y necesitaban en el barrio: espacios públicos seguros. Uno cuida lo que necesita, aprende a cuidar lo que hace suyo.
5-Polivalencia: Los pabellones son un punto de partida. Algunos permanecen abierto y son poco más que techo y paredes. Otros, amueblados con estanterías y asientos, funcionan como bibliotecas. Los hay cerrados con puertas para guardar los ordenadores. Además de convertirse en lámpara, el pabellón cuando no está cerrado porque no contiene muebles, libros u ordenadores sirve como escenario para llevar la clase a la calle convertida, a su vez, en plaza. Parece sencillo. Lo es. Pero hay que saber verlo y hacerlo.
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