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Niños en brazos, ¿niños más felices?

Gana adeptos la práctica de llevar a los críos en brazos

Ana Pantaleoni

Se ve en la calle, se habla en los foros sobre crianza, en páginas web... Y la asociación cumplirá tres años. Se llama Red Canguro y agrupa a madres y padres usuarios de mochilas portabebés. Sean fulares, mei tai, bandoleras, mochilas ergonómicas o pouch (lo de la foto, no voy a citar marcas, después del post del Maclaren todavía me escuece el trasero, ahí va el enlace). Gana adeptos la práctica de llevar a los críos en brazos. Por comodidad y por la convicción de que como, dice el lema de la Red Canguro, los bebés en brazos son bebés felices. ¿Más felices?

“Sí”, responde la presidenta de la asociación, Nohemí Hervada desde Canarias. Cada vez hay más evidencias científicas de que el contacto de los bebés con, sobre todo, sus madres fomenta el desarrollo físico y emocional. “Los niños ganan seguridad y cuanto más seguro está un niño más autónomo es. Aunque la sociedad occidental nos empuja a lo contrario, fomenta a la separación”, dice. “Mientras ancestralmente se han llevado a los niños en brazos, lo cual también permite dar teta en cualquier momento, aquí estamos criando mamíferos como reptiles: solos y boca arriba”, lamenta. Hervada recuerda que todas las culturas han llevado a los críos colgando, sea en el pecho, en la espalda o de lado, y que los humanos son los únicos mamíferos que pese al poco grado de madurez de sus crías al nacer no las llevan a cuestas. Tengo una amiga que ante este tipo de argumentos siempre apostilla que los humanos también somos el único mamífero que come paella. Pero esta es otra cuestión.

La red canguro nació de un grupo de madres usuarias de portabebés que compartían experiencias en el foro de una tienda. De la emancipación de esa tienda nació la idea de asociarse y el contacto con asociaciones de Francia, Bélgica, Reino Unido o Alemania. Allí, en Alemania incluso hay una escuela de porteo, vinculada al colegio de fisioterapeutas. En España son pocos socios, un centenar, pero el foro de la Red tiene casi 2.000 usuarios registrados y entregados a compartir, aprender a hacerlos en casa, intercambiar modelos y organizar cursos para los que se inician.

Explica Hervada que, como ocurre con la lactancia, los usuarios de portabebés muchas veces tienen que justificar su opción. Unas veces les acusan de malcriar: el clásico “si lo coges lo vas a acostumbrar”. Otras veces les ofrecen dinero para comprarse un cochecito. Hervada tiene buen carácter y no se agobia. Que cada uno haga lo que quiera. Le reconforta el apoyo de asociaciones de matronas y pediatras, y está convencida de que las mochilas (o cualquier tela siempre que respete la postura fisiológica, con las piernas del niño a mayor altura que su trasero) “alimentan el apego y el vínculo y permiten hacerlo casi todo”. “Por suerte ahora la ciencia nos apoya y ha demostrado la importancia del tacto”, añade.

La asociación acaba de entregar sus premios anuales. El Naranja, mamá canguro del año, a la eurodiputada italiana Licia Ronzulli, que acudió a votar a la eurocámara con su pequeña recién nacida en un fular elástico. El premio Limón, diseño o uso incorrecto de los portabebés se lo llevó Gucci, “por la fabricación de mochilas fisiológicamente no respetuosas”. La mochila en cuestión la había lucido la mujer del cantante David Bisbal, Elena Tablada, con su pequeña Ella.

Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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