La entrada a El Bungalow es un pasillo sin puerta que desde la calle ni siquiera se nota. Adentro, los pequeños departamentos o “cuarterías” se recorren pegados el uno al otro en tres filas, dos laterales y una central.Pep CompanysDentro de ia vecindad, donde viven aproximadamente 20 familias, mujeres y niños sobreviven en condiciones precarias ante la falta de oportunidades y el estatus de “ ilegales”. En la imagen, un juguete de peluche colgado en el tendedero común.Pep CompanysCada departamento es ocupado por una familia, cada familia cuenta por lo menos con cuatro personas, que pueden o no tener relación de parentesco. En la imagen, un niño vecino de El Bungalow delante de su vivienda.Pep CompanysLa cotidianidad del Bungalow es un universo totalmente femenino, con ritmos escandidos por los horarios de la escuela de los niños y niñas, la preparación de la comida, el aseo y la convivencia entre vecinas.Pep CompanysAl principio las habitantes del Bungalow eran puras mujeres, todas migrantes, solteras y trabajadoras. Unas eran meseras, otras hacían la limpieza y otras vendían comida. Actualmente ya son en su mayoría familias con niños. En la imagen una vecina del Bungalow, haciendo la limpieza del patio.Pep CompanysEn esta vecindad de “El Bungalow”, en el centro de Tapachula, viven familias de origen centroamericano como la de la imagen.Pep CompanysLas mujeres migrantes se han vuelto parte de la cotidianeidad en Tapachula. Con ellas convive la población. De su situación migratoria solo preguntan cuando hay un intento de extorsión de por medio. En la imagen, una joven migrante en la vecindad del “ Bungalow”Pep CompanysElisabeth viene de Honduras, llegó a México hace dieciséis años, y se acuerda de cuando El Bungalow todavía era un lugar de tránsito, descuidado y abandonado. Ella fue de las primeras en establecerse en uno de los departamentos.Pep Companys
