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Tentaciones

Kendrick Lamar quiere devolver el rap a sus orígenes

El músico estadounidense ofreció en Manchester un anticipo de su nueva gira, que pasará por España en julio, donde también dio muestras de su vocación social

Hay pocas ciudades en Europa con más vinculación con la música que Manchester. Sin embargo, la cuna de The Smiths, Stone Roses, Joy Division y Oasis no es conocida precisamente por su escena hip hop. Esto cambió, al menos durante un día, y el responsable no fue otro que Kendrick Lamar. El rapero de 28 años, que recientemente recibió 11 nominaciones a los Grammy y que ha visto como una de sus canciones (Alright) es adoptada como himno en protestas contra la violencia policial y en manifestaciones anti Donald Trump, desembarcó en la ciudad británica el pasado viernes como embajador de la marca Reebok, con la que próximamente pondrá a la venta sus segundas zapatillas personalizadas.

Sin embargo, la visita a la ciudad británica del que es considerado por muchos como el renovador del rap en su vertiente más social y reivindicativa no se limitó a actos promocionales. Como ya hiciese en la ceremonia de los Grammy, en la que invitó a varios niños de su ciudad -la conflictiva Compton- a compartir con él la experiencia, Lamar quiso sorprender a algunos jóvenes de Manchester. Así, apareció por sorpresa en un workshop realizado con jóvenes aficionados al rap en The Wonder Inn, un centro dedicado a actividades lúdicas. Con ellos participó en una improvisada batalla de rap, y demostró estar lejos de las estrellas del rap actuales centradas en el lujo y la ostentación.

Kendrick Lamar durante su actuación en Manchester.
Kendrick Lamar durante su actuación en Manchester.

Esa misma noche, al artista ofreció un breve concierto, que sirvió de anticipo a sus próximas fechas, incluida la que le llevará al Festival de Benicassim en julio. En una sala completamente blanca, a juego con las zapatillas que promocionaba, y que los asistentes se encargaron de decorar con grafitis realizados con rotuladores de colores, Lamar encadenó una selección de sus canciones más conocidas –de Backseat freestyle a Swimming Pools (drank)- en un set corto pero intenso, en el que también incluyó algunas de las canciones de To pimp a butterfly, el disco de 2015 que ha acabado por encumbrarle y que, hasta ahora, se resistía a interpretar en directo. Esta vez incluyó en su directo King Kunta primero y, en un momento de su actuación, el público comenzó a corear un estribillo, We gon be alright, convertido ya en lema que vale tanto como para una exaltación de noche festiva como aquella, como forma de protesta en su vertiente más positiva. Obviamente, no tuvo más remedio que cantarla acto seguido. Quizás la prueba definitiva de que ya se ha convertido en un símbolo.

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