Lo último en 'realities': desnudarte en la cama con un desconocido
'Undressed' ha arrasado en Italia, se estrena ahora en Reino Unido y lo estamos esperando en España
Undressed [Desvestidos] es otro de esos programas de consumo rápido pero si algo tiene de revolucionario es que no pretende atrapar al espectador con mentiras. Lo que muestra es lo que hay: dos personas solteras que cuentan con un tiempo limitado –sólo media hora– para conocerse, ligar y enamorarse. El programa, que ya lo ha petado en Italia, se estrena este verano en Reino Unido y promete ser una de las sensaciones televisivas de la temporada.
¿Otro delirante reality show?
El argumento del programa es una idea sencilla: dos desconocidos tienen que desnudarse –el uno delante del otro– y después meterse en la cama. ¿El polvo más rápido del siglo? Para nada. Una cosa es que los concursantes se presten al experimento social y otra, que se pongan a tono. Undressed no es como Adán y Eva, lo más explícito hasta este momento. Mientras en Adán y Eva los participantes se presentaban al otro desnudos en medio de una supuesta isla paradisiaca y aderezaban el encuentro con solecito, playita, mucho cava y coqueteo como parte del cortejo sexual en Undressed es todo lo contrario; es tan real que el espectador se siente como si estuviera ante un auténtico zoológico humano. Ríete tú de Casados a primera vista: el programa que une a parejas que apenas se conocen para llevarlas al altar.
¿En qué consiste Undressed?
Una cama de matrimonio vacía, una gran pantalla y paredes negras. O lo que es lo mismo: una escenografía escasa para acoger a dos concursantes que ni siquiera saben cómo se llaman. Éstos entran, se dan la mano y comienza lo que podría ser la trama de uno de esos episodios distópicos de la serie Black Mirror. Pero no hemos viajado al futuro, esto ocurre aquí y ahora, en el canal dPlay. Él le pide permiso a ella (o él a él o ella a ella) para quitarle la camiseta, ella le desabrocha la camisa. Y así se inicia el supuesto juego de seducción que, como todo experimento, tiene sus reglas.
La pareja sólo dispone de media hora para encontrar a su alma gemela como se vende el programa. Más que coqueteo, la rapidez es lo que cuenta. Cuando los dos se quedan en ropa interior, entre frases absurdas fruto del nerviosismo, con sus cuerpos imperfectos y se miran de arriba a abajo mutuamente, más de un espectador pensará que ya está todo dicho. ¡Pues no! Las apariencias una vez más engañan, pues estos Adán y Eva de laboratorio no son chonis ni se han inventado un personaje, son gente como tú y como yo, que de tan normal asustan, fácilmente identificables con esa audiencia que se sentirá durante unos minutos en la piel de estos dos extraños.
Meterse en la cama es inevitable
Se inicia el diálogo, las preguntas y el programa proyecta mensajes e imágenes que supuestamente hacen más fácil lo que, para qué engañarnos, es un trago de pelotas. En las miradas de unos y de otros se descubre si él está incómodo con la situación o si ella se lo llevaría al huerto sin pensarlo. Unos abrazos, unos besos, el contacto físico a veces es espontáneo, en otras ocasiones se evita. En el último minuto, el desafío final: tienen que votar. Más frío, imposible. Y, entonces es cuando estos dos se dan la vuelta en la cama y de espaldas eligen el sí o el no cada uno en un marcador de su mesilla. Esa gran pantalla revelará al espectador si Cupido ha hecho su trabajo o estos dos volverán a casa con la resignación por bandera.
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