‘Vinyl’ no es una historia más sobre sexo, drogas y rock & roll
La nueva serie de la HBO –capitaneada por Martin Scorsese, Mick Jagger y Terence Winter– relata cómo era la industria discográfica en los 70
En la primera escena de Vinyl, la nueva serie de ese triplete de ensueño formado por Martin Scorsese, Terence Winter y Mick Jagger, el protagonista compra siete gramos de coca y prueba un poco antes de entrar en el legendario Mercer Arts Center para ver a unos entonces pujantes New York Dolls tocar Personality Crisis (la elección de la canción no es ni mucho menos caprichosa).
Así que antes incluso de que se te presente la trama, la de Richie Finestra, capo de un gran sello discográfico que intenta venderlo a Polygram mediante el fichaje de Led Zeppelin, sus creadores entregan exactamente lo que todos pedíamos: sexo, drogas y rock and roll. Aunque lo primero llega un poco más tarde.
El piloto, que dirige magistralmente Martin Scorsese, dura cerca de dos horas que pasan en un suspiro. Se nota la marca autoral y los ecos a El Lobo de Wall Street, no en vano, Terence Winter se encargó del guión de ese filme. De hecho, hasta se echa en falta a Leonardo DiCaprio si no fuese porque tienen a un monstruo llamado Bobby Cannavale, que ya desde los trailers olía a que iba a ser carne de Emmy. Los creadores le conocían de Boardwalk Empire, donde interpretó a ese histriónico villano que es Gyp Rosetti (su estampa con el sombrero napoleónico ya es historia de la televisión), y confiaron a ciegas en él. Bien que hicieron, porque aquí es un roba planos de manual.
Él es el gran protagonista, aunque hay otros personajes y tramas muy interesantes. Desde su mujer, interpretada por la conocida Olivia Wilde (House), que aquí se pone en la piel de una antigua modelo de la Factory (se menciona a Warhol, pero no saldrá hasta más adelante), hasta actores pujantes que, curiosamente, son hijísimos de gigantes de la música. Por un lado tenemos a Juno Temple, hija de Julien –el mejor documentalista musical de aquí a lima– “la chica de los bocadillos” con aspiraciones ocupar un puesto de Artists & Repertoire (designado para los encargados de supervisar el repertorio de canciones de los artistas) y ecos a la Peggy Olson de Mad Men, que precisamente descubre a la banda de proto-punk The Nasty Bits. Su vocalista es interpretado por, atención, James, retoño de Jagger. Hasta ahora su presencia en pantalla había sido testimonial, pero a juzgar por sus apariciones en el capítulo queda claro que esta elección va mucho más allá del nepotismo.
Aunque la historia no deja de ser algo manida, Richie Finestra es una especie de Don Draper de la industria musical en los 70, con su matrimonio hecho trizas por los excesos y una excesiva entrega al trabajo, que se cuestiona su papel y relevancia en 1973, si es que ya no es genuino o si ha traicionado sus raíces y, de paso, sus amigos, la narración es tan vibrante, el ritmo tan frenético que es imposible no caer rendido ante este piloto.
Que tomen el relevo otros directores en próximos capítulos no debería preocupar a nadie, pues su reputación es contrastada (Mark Romanek en Nunca Me Abandones o Allen Coulter, que dirigió doce capítulos de Los Soprano y ocho de Boardwalk Empire) y Scorsese, además, no se va a desentender del proyecto y ya ha anunciado que se pondrá detrás de la cámara próximamente.
A juzgar por estas primeras dos horas, se hace muy difícil pensar que este dream team sea tan estúpido de no convertir Vinyl en lo que todo el mundo esperaba: una serie de culto que dominará la televisión en el próximo lustro. Tiene las constantes de todos sus creadores, temáticas recurrentes en la filmografía de Martin Scorsese como la culpa, los pecados, el castigo, el sexo, las drogas y, claro, la música. No olvidemos que el italoamericano ha filmado tres excelentes documentales sobre Bob Dylan, George Harrison y The Rolling Stones. Terence Winter, por su parte, ya demostró en Boardwalk Empire su obsesión por ofrecer relatos rigurosamente documentados (aunque se permita algunas licencias que se le perdonan en favor del espectáculo). Que empiece en 1973, cuando el rock casi toca techo y empiezan a irrumpir otros géneros como lo que pronto se considerará punk y hip hop le da un margen de crecimiento enorme. Nueva York en los 70 era el sitio en el que debías estar si lo que te gustaba es la música y, por tanto, tienen material suficiente para estirar como un chicle la historia sin que pierda frescura. Hablar de esta como una serie sobre el rock sería quedarse demasiado corto.
La mala noticia es que no hay manera de verla legalmente en España. HBO anunció hace unas semanas su intención de desembarcar a finales de año aquí por lo que se la han guardado para que sea su primer gran bombazo. Así que si tienes suficientes fuerzas de voluntad para aguantar hasta invierno, tu paciencia se recompensará en la forma de diez capítulos del tirón más una potencial segunda temporada a la vuelta de la esquina.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.