Su majestad la trucha fario
¿De dónde has sacado estas truchas?, le pregunté a Carlos Sanllehy, cocinero y propietario del restaurante Eth Restilhe, en pleno valle de Arán ¿Son de río, clandestinas? ¿Las pescas tú? “En absoluto”, me respondió. “Son de la Piscifactoría Tavascan. Crían las arco iris y las fario, o salvajes”. ¿Comercializan las fario? ¿En serio? “Merece la pena que te acerques, es una explotación curiosa”.
Delante de mi en el plato una pieza magnífica, de carne suave, sabor limpio, para mi gusto excesivamente aromatizada con hierbas, que se había frito en manteca de cerdo, con la piel moteada de puntitos rojos. Llevaba años sin probar una auténtica fario y me encantó. Me sentía obligado a seguir aquella pista.
Me presentó a su madre Josefa Clavero, sumida en plena actividad, y también a su padre que se llama igual que él. ¿Cuántas personas trabajáis aquí? “Somos una familia, no contamos con nadie, salvo algún colaborador externo. Mis padres comenzaron a criar truchas aquí mismo hace 35 años y ahora yo les ayudo. Nuestras instalaciones no pueden ser más artesanales y nuestro trabajo tampoco.
¿Vuestro mayor mérito? Respetamos el medio ambiente. Nuestras truchas crecen en aguas limpias del río, sin tratar, que se oxigenan de forma natural en los saltos de agua, sin productos añadidos. Aprovechamos los torrentes que bajan directamente de los lagos, sin pasar por ninguna instalación. Estamos a 1.100 metros de altitud. Soportamos grandes inclemencias, trombas de agua y aludes, el invierno pasado estuvimos a punto de desaparecer. Este año las temperaturas son altas, un invierno raro.
La visita terminó al poco tiempo. Juli me llevó a otro estanque donde cría los alevines junto a un canal que surge de la montaña. Bebí un trago del chorro y me pareció de una finura inusual. ¡Vaya agua de mesa! le comenté.
¿A qué precio las vendes? Las fario con un peso entre 170/190 gramos a 1,75 euros cada una. Las que están entre 200 y 300 gramos a 2,80 euros la pieza. Las truchas arcoíris son algo más baratas. Las remito a cualquier lugar de España envasadas al vacío y con acumuladores de frío.
¿Cómo va el mercado? Difícil. En nuestro país las truchas no tienen prestigio y no todos los hosteleros entienden nuestro producto. Menos mal que cada vez atendemos a más particulares.
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