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Blogs / Gastro
Gastronotas de Capel
Por José Carlos Capel
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Su majestad la trucha fario

José Carlos Capel

¿De dónde has sacado estas truchas?, le pregunté a Carlos Sanllehy, cocinero y propietario del restaurante Eth Restilhe, en pleno valle de Arán ¿Son de río, clandestinas? ¿Las pescas tú? “En absoluto”, me respondió. “Son de la Piscifactoría Tavascan. Crían las arco iris y las fario, o salvajes”. ¿Comercializan las fario? ¿En serio? “Merece la pena que te acerques, es una explotación curiosa”.

Delante de mi en el plato una pieza magnífica, de carne suave, sabor limpio, para mi gusto excesivamente aromatizada con hierbas, que se había frito en manteca de cerdo, con la piel moteada de puntitos rojos. Llevaba años sin probar una auténtica fario y me encantó. Me sentía obligado a seguir aquella pista.

A pesar de las últimas nevadas ayer lunes crucé el puerto de la Bonaigua con sol. Desde Artíes tardé una hora en llegar. Acababan de dar las 13.30 cuando, tras dejar a un lado el pueblo de Esterri D´Aneu me encontré con Juli Sillero en las puertas de su piscifactoría, algo equivalente a una presa de juguete en medio del río Noguera de Tavascán, en el Parque Natural del Alto Pirineo, un paraje excepcional.

Me presentó a su madre Josefa Clavero, sumida en plena actividad, y también a su padre que se llama igual que él. ¿Cuántas personas trabajáis aquí? “Somos una familia, no contamos con nadie, salvo algún colaborador externo. Mis padres comenzaron a criar truchas aquí mismo hace 35 años y ahora yo les ayudo. Nuestras instalaciones no pueden ser más artesanales y nuestro trabajo tampoco.

Me han dicho que crías los dos tipos. En efecto, la autóctona, la fario o trucha común (salmo trutta fario), pez alargado con la piel verdosa moteada de puntos rojos y negros que era la única que antaño existía en nuestros ríos. Y también la arcoíris (Oncorhynchus mikiss), de origen americano que llegó a Europa hacia finales del XIX, que poco a poco ha reemplazado a la autóctona, y se ha sometido a crianzas intensivas que han terminado por degradar su imagen.

¿Vuestro mayor mérito? Respetamos el medio ambiente. Nuestras truchas crecen en aguas limpias del río, sin tratar, que se oxigenan de forma natural en los saltos de agua, sin productos añadidos. Aprovechamos los torrentes que bajan directamente de los lagos, sin pasar por ninguna instalación. Estamos a 1.100 metros de altitud. Soportamos grandes inclemencias, trombas de agua y aludes, el invierno pasado estuvimos a punto de desaparecer. Este año las temperaturas son altas, un invierno raro.

¿Cómo es el ciclo de crecimiento de las truchas? Nos interesa que se desarrollen de forma lenta para conseguir la mayor calidad. Las adultas solo se alimentan una vez al día. La trucha arco iris (blanca o asalmonada en función de la alimentación) tarda dos años y medio en alcanzar entre 200 y 300 gramos, tamaño óptimo para su venta. En cambio la salvaje necesita tres años y medio. Además hay que contar con que la fario tiene un índice de mortandad del 50%, resultan bastante más difíciles de criar.

La visita terminó al poco tiempo. Juli me llevó a otro estanque donde cría los alevines junto a un canal que surge de la montaña. Bebí un trago del chorro y me pareció de una finura inusual. ¡Vaya agua de mesa! le comenté.

Solo nos quedaba hacer una cata. Después de que Juli "pescara" con el cedazo algunos ejemplares, cuatro fario y dos arcoíris, nos encaminamos al restaurante Llacs de Cardos del minúsculo pueblo de Tavascán. Entré en la cocina y le pedí al cocinero que las friera poco tiempo en manteca de cerdo sin ningún aderezo, solo con sal y un toque de pimienta. Nada de ajo y tampoco jamón. De aperitivo huevas de trucha y lomos ahumados procedentes de las arco iris que le prepara un amigo. “Para ahumar y extraer las huevas solo nos sirve esta especie. Las huevas de las fario son escasas y las guardamos para su reproducción”, me comentó.

Reconozco que retiré la piel de la primera fario con cierta emoción. Debajo una carne blanca, limpísima, prieta, sin apenas grasa y un sabor particularmente elegante. Me volvió a encantar. En la segunda tanda, también me gustaron las arcoíris. Carnes menos tersas, sabor limpio, y algo más grasientas que la fario. Infinitamente más finas que las que inundan nuestros mercados.

¿A qué precio las vendes? Las fario con un peso entre 170/190 gramos a 1,75 euros cada una. Las que están entre 200 y 300 gramos a 2,80 euros la pieza. Las truchas arcoíris son algo más baratas. Las remito a cualquier lugar de España envasadas al vacío y con acumuladores de frío.

¿Cómo va el mercado? Difícil. En nuestro país las truchas no tienen prestigio y no todos los hosteleros entienden nuestro producto. Menos mal que cada vez atendemos a más particulares.

En España, le comenté, sigue habiendo pescados pobres y pescados ricos. Por los motivos que conocemos las truchas han caído en un descrédito justificado. Las tuyas son otra cosa. No conozco ninguna explotación que comercialice las fario, creo que entre las dos tienes un tesoro aún pendiente de descubrir. Sígueme en Twitter en @JCCapel  

Sobre la firma

José Carlos Capel
Economista. Crítico de EL PAÍS desde hace 34 años. Miembro de la Real Academia de Gastronomía y de varias cofradías gastronómicas españolas y europeas, incluida la de Gastrónomos Pobres. Fundador en 2003 del congreso de alta cocina Madrid Fusión. Tiene publicados 45 libros de literatura gastronómica. Cocina por afición, sobre todo los desayunos.

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