Carlsen manda sin hacer nada

Magnus Carlsen afrontará las cinco últimas rondas del torneo Tata Steel en Wijk aan Zee (Holanda) con medio punto de ventaja sobre el estadounidense Fabiano Caruana. Éste tiene, sin embargo, un calendario menos duro en teoría, pero la clave ahora es su equilibrio psicológico tras la derrota y el mal juego ante el checo David Navara en la 8ª ronda de las 13 previstas. El noruego firmó un empate sin historia con negras frente al ruso Serguéi Kariakin.

“Creo que Caruana estaba cansado, porque no ha jugado el final en su nivel de costumbre”. Esa frase es de Navara, quien sería un candidato firme si hubiese un premio al jugador más modesto y deportivo de la élite. Cuando el jefe de prensa del torneo le comentó que la posición tras la apertura parece de claro empate, el checo se mostró de acuerdo, pero entonces desveló la verdadera clave de la partida: “Sí, pero hay una pequeña ventaja blanca y yo la he practicado en partidas rápidas con un amigo”.

Es decir: consciente de que a Caruana, con negras, le vendría bien una posición aguda para buscar una victoria que metiese presión sobre Carlsen, Navara secó la ambición de su rival con una línea muy plana, con iniciativa blanca y una ventaja microscópica, que después trabajó y aumentó con virtuosismo. El checo tiene razón en que su rival no estuvo a la altura cuando aún tenía probabilidades de tablas pero, más que al cansancio físico, quizá se deba a la incomodidad psicológica de Caruana, sometido a una larga defensa cuando él quería una lucha complicada.

En este punto surge una duda tan antigua como los torneos de ajedrez: si a Caruana le beneficia o le perjudica la jornada de descanso del lunes; si será balsámica para limpiar sus sentimientos negativos o sólo servirá para que el ítalo-estadounidense los rumie y se haga más mala sangre de la que ya tiene. Es de suponer que su eminente entrenador, el belga Vladímir Chuchélov, intentará hacerle ver que sus rivales de las cinco últimas rondas (Kariakin, Yi Wei, Mamediárov, Van Wely y Tomashevski) son algo menos duros, sobre el papel, que los de Carlsen (Adams, Giri, Hou, So y Ding). Aunque debe añadirse un matiz importante: al campeón del mundo le gustan los retos, y rinde mejor cuando más le exigen. Y además conviene tener en cuenta que Giri, So y Ding, a un punto del líder, aún no están descartados.

Un ejemplo que Caruana no debería seguir es el de Yifán Hou, quien volvió a perder, ante Van Wely en una lucha muy espectacular pero con un rendimiento muy flojo de la china, tras encajar su primera derrota la víspera, frente a Mamediárov.

Más trepidante aún fue el empate de los otros dos chinos, Liren Ding y Yi Wei, después de que este aplicase una sofisticada preparación casera. Algunos espectadores que siguen el torneo por Internet –muchos de ellos bajo pseudónimo- los acusaron sin prueba alguna de haber amañado la partida. Probablemente nadie podrá demostrar nunca si eso es cierto o falso, pero en todo caso es ilógico: si dos jugadores de élite mundial quieren hacer tablas y las acuerdan antes de entrar en el escenario, basta que hagan jugadas soporíferas o cambien piezas masivamente hasta que la posición sea de claro empate. Un hecho objetivo, como podrá comprobar el lector en la columna diaria de este periódico, es que la partida es de gran interés y belleza.